Llam¨¦moslo simplemente "N"
Los gobiernos nacionalizan bancos, pero la palabra es tab¨² - Este intervencionismo desata el miedo at¨¢vico a los totalitarismos
Hay palabras que significan cosas. Y luego existen las palabras con aura, que significan cosas y, adem¨¢s, sugieren otras. Las meras palabras se emplean y no ocurre nada. En cuanto a las otras, las del aura, a menudo sale caro mentarlas. El verbo "nacionalizar", por ejemplo. El diccionario de la Real Academia Espa?ola lo define as¨ª: "Hacer que pasen a depender del Gobierno de la naci¨®n propiedades industriales o servicios explotados por los particulares". Pero pol¨ªticos con mando en plaza han recurrido a la palabra en las ¨²ltimas semanas y, acto seguido, han visto c¨®mo se hund¨ªan Wall Street y las contagiosas bolsas mundiales.
En el subconsciente de las principales econom¨ªas occidentales, y especialmente en mecas del capitalismo como Estados Unidos y Reino Unido, hablar de "nacionalizar bancos" es recuperar algunos ecos de la ya enterrada Guerra Fr¨ªa y de modelos pol¨ªticos no democr¨¢ticos como el comunismo o el fascismo. Y esa aura de la palabra explica el esmero de la nueva Administraci¨®n Obama en evitar el t¨¦rmino, que algunos comentaristas de la prensa econ¨®mica internacional denominan ya con iron¨ªa la "palabra n".
Los partidarios de la estatalizaci¨®n lo plantean como una soluci¨®n temporal
EE UU y Reino Unido subrayan que toca al sector privado gestionar la banca
Los mercados se hunden cada vez que se oye el verbo nacionalizar
Una intervenci¨®n no en¨¦rgica corre el riesgo de que sea demasiado tarde
"Es mejor no usar la palabra para evitar debates ideol¨®gicos: nacionalizar bancos suena a comunismo", resume Charles Wyplosz, economista del Graduate Institute of International Studies de Ginebra.
El experto en finanzas p¨²blicas y privadas del Brooking Institute de EE UU Douglas J. Elliott puntualiza que "en este pa¨ªs se duda en emplear la palabra nacionalizaci¨®n porque implica una fe en el Gobierno sobre los mercados que aqu¨ª es francamente impopular". Elliott acaba de publicar un estudio sobre pros y contras de nacionalizar bancos en el que concluye que la "plena nacionalizaci¨®n" puede revelarse necesaria s¨®lo como ¨²ltimo recurso para un par de gigantes bancarios. Ve, sin embargo, improbable una toma de control generalizada de bancos a menos que la econom¨ªa empeore mucho m¨¢s. Y s¨ª ve venir m¨¢s tomas de participaciones parciales de acciones. Ya se constata en Citigroup y Bank of America.
Elliot es una de tantas voces que intenta vaciar el debate al m¨¢ximo (o en lo posible) de ideolog¨ªa. "Los americanos sospechamos de cualquier implicaci¨®n del Gobierno en los negocios, sobre todo porque no creemos que negocios y pol¨ªtica se mezclen bien. Es una cuesti¨®n de ser competente o no, no de comunismo".
Pero la incomodidad dem¨®crata al hablar de nacionalizaciones es evidente. "Bueno, pueden llamarlo como quieran", espet¨® hace unos d¨ªas Nancy Pelosi, presidenta de la C¨¢mara de Representantes, cuando en una entrevista se le pregunt¨® si era favorable a intervenir los mayores bancos estadounidenses.
Y la incomodidad viene de la intencionalidad en el uso del t¨¦rmino. Desde la Universidad de Tejas, el economista James Galbraith, experto en relaciones entre Gobierno y empresa, corrobora que el empe?o del uso frecuente del vocablo maldito proviene "mayoritariamente de sectores muy a la derecha, que intentan sacar ventaja del hecho de que el t¨¦rmino tiene sus connotaciones de decisiones pol¨ªticas de naturaleza anticapitalista, de decisiones tomadas como un castigo".
Galbraith niega que el Gobierno de EE UU est¨¦ ante una decisi¨®n pol¨ªtica o ideol¨®gica, sino t¨¦cnica: hay que evitar como sea poner en peligro el sistema financiero mundial. "Precisamente por esta raz¨®n no creo que emplear la palabra nacionalizaci¨®n ayude", dice, para a?adir que "aqu¨ª solemos hablar de 'puesta bajo tutela" de la Administraci¨®n. Eso se dijo en el caso de las hipotecarias Fanny Mae y Freddie Mac.
Hay que actuar y punto, viene a decir, para evitar que todo el sistema enferme entre bancos zombi que ni se dejan caer, luego no est¨¢n muertos, ni prestan dinero porque no se sabe qu¨¦ bomba de relojer¨ªa llevan dentro y siguen sin prestarse dinero entre s¨ª. Ya se actu¨® en tiempos de vientos liberales: el verano pasado, con George Bush hijo a¨²n en la Casa Blanca, fue nacionalizado el banco hipotecario californiano IndyMac. Una vez saneado, volvi¨® a manos privadas a los pocos meses. Tambi¨¦n bajo el imperio de alguien poco sospechoso de antiliberalismo como Ronald Reagan, en 1984, se nacionaliz¨® el Continental Illinois. Pero, atenci¨®n: llev¨® siete a?os encontrar un nuevo novio privado para esta entidad, pese a la bonanza econ¨®mica. Y eso que, siendo el s¨¦ptimo banco del pa¨ªs entonces, era 50 veces m¨¢s peque?o (por activos) que Citigroup, recuerda Elliott.
Cuando se sugieren las nacionalizaciones, se etiquetan ipso facto como "temporales", como si el Tesoro y la Fed fueran una especie de administradores fiduciarios que ponen la casa en orden unos meses desbrozando activos y bancos aprovechables e inservibles: ?Ser¨¢ posible para el Estado acometer nacionalizaciones acotadas por poco tiempo de gigantes financieros complej¨ªsimos? En el reto han fracasado las figuras de Wall Street. ?Es demasiado riesgo para el contribuyente?
"El debate asusta en EE UU porque en la cultura americana la nacionalizaci¨®n remite a fantasmas, a guerra fr¨ªa, a comunismo", corrobora el catedr¨¢tico en Ciencias Pol¨ªticas Gabriel Colomer, porque "todos los partidos comunistas llevaban en su programa la toma de control de los bancos". Colomer ve "l¨®gico, en tanto que herederos del New Deal, que los dem¨®cratas hablen a¨²n menos del tema". The Financial Times atribu¨ªa esta semana la elipsis de la palabra nacionalizaci¨®n al "principio Richard Nixon en China". ?ste consiste en que el ex presidente republicano, en pura Guerra Fr¨ªa, pod¨ªa visitar China y aproximarse al gigante comunista. Eso no se le hubiera tolerado a un dem¨®crata.
Lo sabe ya el senador dem¨®crata Christopher Dodd, quien, pese a enfatizar que el presidente Obama intentar¨¢ evitar la estatalizaci¨®n de bancos, es posible "una toma de capital moment¨¢nea". Las Bolsas enloquecieron a la baja. A Barak Obama ya le llaman socialista. "Lo mismo ocurri¨® en su d¨ªa con Franklin D. Roosevelt, que tuvo a toda la derecha empresarial preparada para atacar las pol¨ªticas del New Deal. Si encima Obama hablara de nacionalizaci¨®n, se le echar¨ªan encima", opina el historiador Josep Fontana.
Convencido de que las dimensiones y profundidad de esta crisis global obligar¨¢ a revisar algunos tab¨²es, Fontana advierte de que, "aunque nos gusta decir que en EE UU se excitan los ¨¢nimos, si en Europa se plantearan nacionalizaciones permanentes se oir¨ªa bramar a empresarios, banqueros y hasta obispos". Basta recordar la experiencia de Fran?ois Mitterrand en su primer a?o en el El¨ªseo, cuando en 1981 nacionaliz¨® la banca. La experiencia dur¨® un a?o. El dinero huy¨® a Suiza.
La hemeroteca cuenta que, en 2007, Felipe Gonz¨¢lez evoc¨® una an¨¦cdota en la 70? Convenci¨®n Bancaria de M¨¦xico, a la que hab¨ªa sido invitado. En 1982, Gonz¨¢lez hab¨ªa mantenido un encuentro en Madrid con el ex secretario de Estado Henry Kissinger. En ¨¦l, Kissinger le hab¨ªa preguntado si Gonz¨¢lez era socialista y c¨®mo era que, si¨¦ndolo, no estaba por nacionalizar la banca. Gonz¨¢lez le replic¨®: "Usted cree que ser socialista y ser tonto es la misma cosa. Y no es la misma cosa".
Hoy, de nacionalizaciones hablan casi todos en Occidente. La canciller alemana, Angela Merkel, ha impulsado una ley -pensada para el Hypo Real Estate- que permite expropiar bancos como "¨²ltimo recurso". Dexia y Fortis le deben la vida a los gobiernos del Benelux y a Francia, que acaba de bendecir la creaci¨®n del segundo banco del pa¨ªs (Caisse d'?pargne m¨¢s Banque Populaire) con m¨¢s de 2.500 millones. O un 15% del capital.
Los partidarios de actuar -y no por motivos ideol¨®gicos, sino para que el contribuyente pueda ser compensado de alg¨²n modo con los beneficios futuros del banco- advierten de los riesgos de intervenir tarde. "Obama lo probar¨¢ todo antes que nacionalizar. Pero cuidado con actuar tarde. Ocurri¨® en Jap¨®n, frente al modelo que suele ponerse como ejemplo de acci¨®n r¨¢pida y en¨¦rgica en los noventa, el de Suecia", se?ala Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM). "De alguna manera, estamos lanzando el mensaje de que el Estado da dinero pero no acaba de tomar las riendas, porque el debate est¨¢ siendo mal recibido por los mercados, a pesar de que no estamos ante intervenciones ideol¨®gicas, sino ante la constataci¨®n de que dejar caer a Lehman Brothers fue un error", sentencia Alberto Montero, miembro del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Sociales. De nacionalizaciones han hablado senadores republicanos (Lindsey Graham) y ex secretarios republicanos (James Baker), como algo feo pero irremediable. Y temporal.
"Muchos no se oponen a que el Estado intervenga, no por ideolog¨ªa, sino por pragmatismo. Pero s¨ª rechazan que mande. Asociamos nacionalizar a que, adem¨¢s de poner dinero, el Estado mande y la ret¨®rica, el eufemismo, tiene su papel en las pol¨ªticas p¨²blicas", considera el catedr¨¢tico Ant¨®n Costas. Y de nacionalizaciones ha hablado una (ex) vaca sagrada como el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan: "Podr¨ªa ser necesario nacionalizar temporalmente algunos bancos para facilitar una r¨¢pida y ordenada reestructuraci¨®n. Una vez cada cien a?os, es algo que hay que hacer".
El nerviosismo de los inversores ha provocado mensajes contundentes. El ministro de Econom¨ªa brit¨¢nico, Alistair Darling, ha subrayado que "los bancos se gestionan mejor en manos privadas" Pero hasta un 95% del capital del Royal Bank of Scotland est¨¢ a punto de ser p¨²blico. Por no hablar del caso Northern Rock.
Tambi¨¦n el secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner, ha expresado la "firme presunci¨®n de que los bancos deben permanecer en manos privadas". Mientras, reforzaba el control sobre la aseguradora AIG, de facto nacionalizada en septiembre, y el Estado tomaba un 36% del Citigroup. Esta semana, adem¨¢s, ha entrado en vigor un nuevo programa para inyectar capital en las entidades no capaces de asegurarse el dinero privado. Como paso previo, la Administraci¨®n somete estos d¨ªas a los primeros 19 bancos del pa¨ªs a un examen para ver hasta qu¨¦ punto podr¨ªan aguantar un deterioro de la econom¨ªa a¨²n peor. Seg¨²n Bloomberg, 335.000 millones de d¨®lares se han destinado en EE UU a reforzar el capital de bancos. Pero no se habla de nacionalizar.
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