Lecciones amargas
Uno siente tanta fatiga despu¨¦s de las pasadas elecciones que el aborrecimiento le pide cambiar de tema, ya que no podemos cambiar de pa¨ªs. Disculpen esta cita de un dublin¨¦s.
Las elecciones del domingo pasado no son algo extraordinario, en realidad son lo m¨¢s com¨²n y parecido a la realidad. Ninguna cat¨¢strofe, la vida seguir¨¢ igual, habr¨¢ ciclones, incendios en verano, habr¨¢ cosas que nos disgusten y alguna sorpresa agradable. Pendientes a¨²n del diputado que saldr¨¢ del voto emigrante, este domingo pasado naci¨® una nueva mayor¨ªa, de ah¨ª saldr¨¢ un nuevo Gobierno de la Xunta que -si se cumplen las previsiones de que el PSdeG recuperar¨¢ un esca?o por Ourense- estar¨ªa sostenido exactamente por el mismo n¨²mero de parlamentarios que el anterior, con el mismo derecho y autoridad. Y esta realidad debiera ser reconocida por todos.
Cost¨® tres generaciones acumular esa energ¨ªa y encontrar la ocasi¨®n. Y se destruy¨® en cuatro a?os
Como N¨²?ez Feij¨®o es joven e inteligente, adem¨¢s de suficientemente preparado, es probable que gobierne con habilidad y sentido com¨²n, previsiblemente un par de legislaturas como m¨ªnimo. Aunque la vida dir¨¢. Pero esta nueva Xunta arranca con una mancha de nacimiento. Aunque la anterior no consiguiese la confianza de la sociedad, la victoria del PP se debe fundamentalmente a la campa?a intoxicadora del b¨²nker madrile?o. Un intento ya ensayado antes, en el verano de los incendios, y ahora recuperado con una campa?a sistem¨¢tica: la neverita del coche, el coche, la silla, el yate... Para la toma del poder en la Xunta nos enviaron aqu¨ª autobuses ling¨¹¨ªsticos patri¨®ticos e incluso la brigadilla de Intereconom¨ªa.
Pero esa campa?a por si sola no habr¨ªa conseguido su objetivo sin el concurso de otra campa?a de prensa en la ciudad de A Coru?a y su entorno, donde logr¨® un diputado: el que perdi¨® el Bloque para el PP. Si el BNG no hubiese perdido ese esca?o, el resultado electoral ser¨ªa exactamente el mismo de la vez anterior. De modo que si Feij¨®o no lo desmiente gobernando, parece que esta victoria tiene sus due?os en la prensa madrile?a y coru?esa, y el nuevo presidente ser¨¢ su reh¨¦n. Se ver¨¢.
Otra cosa son los da?os morales y c¨ªvicos causados. La campa?a de "son todos corruptos" consigui¨® retratar la pol¨ªtica del modo m¨¢s feo convirti¨¦ndola en basura. Probablemente era tambi¨¦n un objetivo necesario, transformar la esperanza en mierda. Un pa¨ªs rendido se deja llevar por la cuerda.
Pero que la victoria del PP llegase con una operaci¨®n de asalto como la citada no quita el regusto amargo que deja la propia estancia del PSdeG y el BNG en el poder. Gobernaron en un momento ¨²nico, a hombros de una movilizaci¨®n social fuerte y por la necesidad que ten¨ªa la sociedad de probar otra pol¨ªtica y tener horizonte. Cost¨® dos o tres generaciones acumular esa energ¨ªa humana y encontrar la ocasi¨®n. Eso se destruy¨® en cuatro a?os escasos. Acumular algo as¨ª volver¨¢ a llevar a?os, probablemente no volveremos a ver otro cambio en d¨¦cadas. Hablamos de nuestras vidas, de padres e hijos. ?sa es la responsabilidad que cargan las dos fuerzas pol¨ªticas, pero no imaginan su descr¨¦dito, su p¨¦rdida de autoridad moral. Esos dos partidos contar¨¢n los 150.000 apoyos que perdieron conjuntamente y creer¨¢n que es una derrota, pero si pudiesen contar los cientos de miles que les votaron a disgusto, ¨²nicamente para que no volviesen los otros, sabr¨ªan que es una cat¨¢strofe. Parece que el PSdeG empieza a ver anonadado esa evidencia; el BNG, en cambio, cree que la realidad est¨¢ equivocada. A buena parte del electorado ya le da igual a estas alturas si lo acaban de comprender o no. No miran hacia ah¨ª.
La Xunta bipartita fue una ocasi¨®n importante para nuestro pa¨ªs, la oportunidad para realizar el programa pol¨ªtico hist¨®rico de las fuerzas progresistas, izquierda y galleguismo. Hemos experimentado que no fue posible. Quiz¨¢ esas generaciones progresistas que impulsaron el cambio pol¨ªtico est¨¦n ya amortizadas, esos "progres" de los que hablan despectivamente algunos. Lo seguro es que no existen los partidos capaces de realizar ese programa, porque ¨¦stos no lo son. Habr¨¢ que reflexionar fr¨ªamente sobre lo que es posible en nuestro pa¨ªs. Puede ser que Galicia, tal como lleg¨® a nosotros y en este momento hist¨®rico, tenga unos l¨ªmites mayores de los que cre¨ªmos. ?Qu¨¦ Galicias son posibles? Esa reflexi¨®n no le afecta a la derecha -en el b¨²nker madrile?o saben bien qu¨¦ Galicia quieren- afecta a la izquierda y al galleguismo.
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