El Per¨² no necesita museos
El autor de esta teor¨ªa -que el Per¨² no necesita museos mientras sea pobre y con carencias sociales- es el se?or ?ntero Flores Ar¨¢oz, ministro de Defensa del Gobierno peruano. No se trata de un gorila lleno de entorchados y sesos de aserr¨ªn, sino de un abogado que, como profesional y pol¨ªtico, ha hecho una distinguida carrera en el Partido Popular Cristiano, del que se separ¨® hace alg¨²n tiempo para representar al Per¨² como embajador ante la OEA (Organizaci¨®n de Estados Americanos). ?Qu¨¦ puede inducir a un hombre que no es tonto a decir tonter¨ªas? Dos cosas, profundamente arraigadas en la clase pol¨ªtica peruana y latinoamericana: la intolerancia y la incultura.
Para situar el ucase del ministro en su debido contexto hay que recordar que entre 1980 y 2000 el Per¨² padeci¨® una guerra revolucionaria desatada por Sendero Luminoso cuyo salvajismo terrorista provoc¨® una respuesta militar de una desmesura tambi¨¦n vertiginosa. Cerca de 70.000 peruanos, la inmensa mayor¨ªa de los cuales eran humildes campesinos de los Andes y habitantes de los pueblos m¨¢s pobres y marginales del pa¨ªs, murieron en ese cataclismo.
Cerca de 70.000 peruanos, la mayor¨ªa campesinos de los Andes, murieron en ese cataclismo El Gobierno dice que en un pa¨ªs donde faltan escuelas un museo no puede ser una prioridad
Al terminar la dictadura de Alberto Fujimori (a punto de ser condenado en estos d¨ªas por los cr¨ªmenes contra los derechos humanos perpetrados durante su r¨¦gimen), el Gobierno democr¨¢tico nombr¨® una Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n para investigar la magnitud de esta tragedia social. Presidida por un respetado intelectual y fil¨®sofo, el doctor Salom¨®n Lerner, ex rector de la Pontificia Universidad Cat¨®lica del Per¨², la Comisi¨®n elabor¨® un documentado estudio de esos a?os sangrientos y un cuidadoso an¨¢lisis de las causas, consecuencias y el saldo en vidas humanas, destrucci¨®n de bienes p¨²blicos y privados, torturas, secuestros, desaparici¨®n de personas y de aldeas de la violencia de esos a?os. Un vasto sector de opini¨®n p¨²blica reconoci¨® el valioso trabajo de la Comisi¨®n, pero, como era de esperar, sus conclusiones fueron criticadas y rechazadas por c¨ªrculos militares y por las pandillas sobrevivientes del fujimorismo, que de este modo se curaban en salud de su complicidad con un r¨¦gimen autoritario que, adem¨¢s de clept¨®mano y corrompido hasta los tu¨¦tanos, detenta un pavoroso prontuario de asesinatos, torturas y desapariciones perpetrados con el pretexto de la lucha antisubversiva.
La Comisi¨®n organiz¨®, con los materiales de su investigaci¨®n, una de las m¨¢s conmovedoras exposiciones que se hayan visto jam¨¢s en el Per¨² y que todav¨ªa se puede visitar, aunque en formato algo reducido, en el Museo de la Naci¨®n, en Lima. Llamada "Yuyanapaq" (Para recordar), muestra en fotos, pel¨ªculas, cuadros sin¨®pticos y testimonios diversos la ferocidad demencial con que los terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA (Movimiento Revolucionario T¨²pac Amaru), y, tambi¨¦n, comandos de las Fuerzas Especiales y grupos de aniquilamiento -como el tristemente c¨¦lebre Grupo Colina- sembraron el horror segando decenas de millares de vidas humanas inocentes y la impotencia y desesperaci¨®n de los sectores m¨¢s humildes y desamparados del pa¨ªs ante ese vendaval que se abati¨® sobre ellos desencadenado por el fanatismo ideol¨®gico y el desprecio generalizado de la moral y de la ley.
Cuando la primera ministra alemana, Angela Merkel, vino en visita oficial al Per¨² ofreci¨® que su Gobierno ayudar¨ªa a financiar un "Museo de la Memoria", que, siguiendo las pautas sentadas por "Yuyanapaq", ser¨ªa, a la vez, un documento genuino, did¨¢ctico y aleccionador sobre los estragos materiales y morales que padeci¨® el Per¨² en los a?os del terror y un llamado a la reconciliaci¨®n, a la paz y a la convivencia democr¨¢tica. Por razones obvias, Alemania es sensible a estos temas, y no es extra?o que un pa¨ªs que ha hecho un admirable esfuerzo para enfrentarse a un pasado atroz con sentido autocr¨ªtico y ha conseguido superarlo y es por eso ahora una sociedad s¨®lidamente democr¨¢tica, haya querido apoyar la iniciativa de la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n.
Fiel a la palabra de la canciller, el Gobierno alem¨¢n propuso donar dos millones de d¨®lares al Per¨² para la construcci¨®n del Museo de la Memoria, el que cuenta ya, incluso, con un posible terreno, en el Campo de Marte, en torno a una hermosa escultura de Lika Mutal inspirada en ese mismo drama: El Ojo que Llora. El Gobierno peruano, en una actitud lamentable, ha hecho saber que no acepta el donativo alem¨¢n. Y el ministro de Defensa ha sido el encargado de justificar semejante desaire con la teor¨ªa resumida en el t¨ªtulo de este art¨ªculo.
El ministro ha explicado que en un pa¨ªs donde faltan tantas escuelas y hospitales y donde tantos peruanos pasan hambre, un museo no puede ser una prioridad. Seg¨²n esta filosof¨ªa, los pa¨ªses s¨®lo deber¨ªan invertir recursos en defensa de su patrimonio arqueol¨®gico, monumental y art¨ªstico una vez que hubieran asegurado la prosperidad y el bienestar para toda su poblaci¨®n. Si semejante pragmatismo hubiera prevalecido en el pasado, no existir¨ªan el Prado, el Louvre, la National Gallery ni el Hermitage, y Machu Picchu hubiera debido ser rematado en subasta p¨²blica para comprar l¨¢pices, abecedarios y zapatos. Y el ministro ha refrendado las cr¨ªticas que ya se hab¨ªan hecho en el pasado a la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n y a "Yuyanapaq": falta de imparcialidad, mantener una abusiva equidistancia entre los terroristas y las fuerzas del orden.
Esas cr¨ªticas son de una injusticia flagrante. Nadie critic¨® al terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA m¨¢s que yo. Fui candidato aquellos a?os y dediqu¨¦ buena parte de mi campa?a a denunciar sus cr¨ªmenes y su locura fan¨¢tica y a defender la necesidad de combatirlos con la m¨¢xima energ¨ªa, pero dentro de la ley, porque si un Gobierno democr¨¢tico empieza a utilizar los m¨¦todos de los terroristas para derrotar al terrorismo, como hizo Fujimori, aquellos de alg¨²n modo ganan la guerra aunque parezca que la pierdan. Por eso, hubo dos atentados fallidos contra mi vida, uno en Pucallpa y otro en Lima. Por otra parte, creo haber criticado con la misma constancia las contemporizaciones, cobard¨ªas y medias tintas de los intelectuales de izquierda frente al terrorismo. Por todo ello creo poder decir con total objetividad, sin ser acusado de simpat¨ªas extremistas, despu¨¦s de haber pasado muchas horas leyendo los trabajos de la Comisi¨®n, que hay en ellos un esfuerzo sostenido para desenterrar la verdad hist¨®rica entre el d¨¦dalo de documentos, testimonios, informes, declaraciones y manipulaciones contradictorios que debi¨® cotejar. Sin duda que en esos nueve abultados vol¨²menes se han deslizados errores. Pero ni en sus considerandos ni en sus conclusiones hay la menor intenci¨®n de parcialidad, sino, por el contrario, un af¨¢n honesto y casi obsesivo por mostrar con la mayor exactitud lo ocurrido, se?alando de manera inequ¨ªvoca que la primera y mayor responsabilidad de esa monstruosa carnicer¨ªa la tuvieron los fan¨¢ticos senderistas y emerretistas convencidos de que asesinando a mansalva a todos sus opositores traer¨ªan al Per¨² el para¨ªso socialista.
Los peruanos necesitamos un Museo de la Memoria para combatir esas actitudes intolerantes, ciegas y obtusas que desatan la violencia pol¨ªtica. Para que lo ocurrido en los a?os ochenta y noventa no se vuelva a repetir. Para aprender de una manera v¨ªvida ad¨®nde conducen la sinraz¨®n delirante de los ide¨®logos marxistas y mao¨ªstas y, asimismo, los m¨¦todos fascistas con que Montesinos y Fujimori los combatieron convencidos de que todo vale para lograr el objetivo aunque ello signifique sacrificar a decenas de miles de inocentes.
Los museos son tan necesarios para los pa¨ªses como las escuelas y los hospitales. Ellos educan tanto y a veces m¨¢s que las aulas y sobre todo de una manera m¨¢s sutil, privada y permanente que como lo hacen los maestros. Ellos tambi¨¦n curan, no los cuerpos, pero s¨ª las mentes, de la tiniebla que es la ignorancia, el prejuicio, la superstici¨®n y todas las taras que incomunican a los seres humanos entre s¨ª y los enconan y empujan a matarse. Los museos reemplazan la visi¨®n peque?ita, provinciana, mezquina, unilateral, de campanario, de la vida y las cosas por una visi¨®n ancha, generosa, plural. Afinan la sensibilidad, estimulan la imaginaci¨®n, refinan los sentimientos y despiertan en las personas un esp¨ªritu cr¨ªtico y autocr¨ªtico. El progreso no significa s¨®lo muchos colegios, hospitales y carreteras. Tambi¨¦n, y acaso sobre todo, esa sabidur¨ªa que nos hace capaces de diferenciar lo feo de lo bello, lo inteligente de lo est¨²pido, lo bueno de lo malo y lo tolerable de lo intolerable, que llamamos la cultura. En los pa¨ªses donde hay muchos museos la clase pol¨ªtica suele ser bastante m¨¢s presentable que en los nuestros y en ellos no es tan frecuente que quienes gobiernan digan o hagan tonter¨ªas.
? Mario Vargas Llosa, 2009.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario EL PA?S, SL, 2009.
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