L¨®gica aritm¨¦tica, l¨®gica pol¨ªtica

Las dificultades para gestionar los resultados electorales en el Pa¨ªs Vasco no s¨®lo se refieren a la formaci¨®n del Gobierno aut¨®nomo, sino a la situaci¨®n en la que quedar¨ªan las alianzas parlamentarias en el Congreso de los Diputados en Madrid. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) gan¨® las elecciones pero, atrapado en las pol¨ªticas inspiradas por Juan Jos¨¦ Ibarretxe, no est¨¢ en condiciones de obtener la mayor¨ªa necesaria en la C¨¢mara vasca. Los socialistas, por su parte, tienen en su mano la posibilidad de obtener apoyos suficientes para formar Gobierno, pero se enfrentan al recelo de quedar en manos de los populares, expresado dentro y fuera del partido. Tendr¨ªan que sobreponerse, adem¨¢s, a los argumentos que mantienen un pie dentro de las instituciones y otro fuera, como el de que la ilegalizaci¨®n de la izquierda abertzale ha desfigurado el mapa pol¨ªtico surgido de las elecciones. El mapa real seguir¨ªa concediendo la mayor¨ªa a los nacionalistas, algo que, siempre seg¨²n los partidarios de este argumento, deber¨ªa tomarse en consideraci¨®n de una manera u otra a la hora de formar el nuevo Gobierno vasco.

S¨®lo se debate con qui¨¦n buscar alianzas, no qu¨¦ hacer desde ellas

Lo urgente no es la situaci¨®n de Euskadi, sino la del conjunto de Espa?a

Se trata de un argumento en el que importa m¨¢s lo que se calla que lo que se dice, porque contraponer un supuesto mapa real al mapa efectivamente obtenido en las elecciones para seguir hablando de una mayor¨ªa nacionalista s¨®lo puede significar una cosa: que la izquierda abertzale habr¨ªa sido determinante para mantener al Partido Nacionalista Vasco en el poder, con todos los riesgos que ello comportar¨ªa tanto para el nacionalismo democr¨¢tico como para la estabilidad del sistema estatutario y constitucional.

Pero se trata, en segundo lugar, de un argumento que comparte con todos los dem¨¢s la l¨®gica desde la que se est¨¢n interpretando los resultados electorales en el Pa¨ªs Vasco y, por extensi¨®n, sus eventuales efectos en la pol¨ªtica de alianzas del Gobierno central. Se trata de una l¨®gica estrictamente aritm¨¦tica, que ha prescindido hasta ahora de cualquier l¨®gica pol¨ªtica. Es decir, s¨®lo se debate c¨®mo y con qui¨¦n formar Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, o c¨®mo y con qui¨¦n buscar alianzas en el Congreso de los Diputados, pero no qu¨¦ hacer desde ese Gobierno y desde esas alianzas.

En otras circunstancias, este desenfoque no pasar¨ªa de ser un error venial. Pero, en las actuales, corre el riesgo de transformarse en una losa capaz de comprometer la pol¨ªtica como instrumento para hacer frente a las dificultades que se est¨¢n viniendo encima. El r¨¢pido deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica no permite prolongar indefinidamente las maniobras para decidir qui¨¦n manda sin dar una respuesta, siquiera una indicaci¨®n, de para qu¨¦ manda.

Como la mayor parte de los pa¨ªses desarrollados, Espa?a se encuentra en recesi¨®n, y el presidente del Banco Central Europeo ha evocado el fantasma de la deflaci¨®n tras bajar los tipos de inter¨¦s al 1,5%. Por segunda vez en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas -la primera tuvo lugar bajo el Gobierno de Su¨¢rez-, la urgencia mayor no procede tanto de la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco, donde el terrorismo pasa hoy por horas bajas gracias a la acci¨®n policial y judicial, como de la que afecta al conjunto del pa¨ªs, que se encamina hacia una de las crisis m¨¢s graves que ha padecido la econom¨ªa internacional. ?Puede el Gobierno central quedar paralizado en el Congreso hasta que no se resuelva qui¨¦n ocupar¨¢ Ajuria Enea y, llegado el caso, hasta que no recomponga la pol¨ªtica de alianzas que necesita entre otras muchas cosas para hacer frente a la crisis?

La l¨®gica aritm¨¦tica desde la que se est¨¢n analizando los resultados en el Pa¨ªs Vasco lleva, sin duda, a que el Gobierno central se mantenga a la expectativa, sin comprometerse en ninguna direcci¨®n para dejar abiertas todas las posibilidades de alianza. Pero la l¨®gica pol¨ªtica exigir¨ªa otra forma de actuar. No se trata de aprobar nuevos planes econ¨®micos de choque, incapaces a estas alturas de restaurar un m¨ªnimo de confianza, sino de recomponer el liderazgo pol¨ªtico que perdi¨® el Gobierno en el momento de asomar la crisis.

Si alguna consecuencia se puede extraer de la manera en la que Barak Obama est¨¢ gestionando la situaci¨®n econ¨®mica de Estados Unidos es que no ha esperado a tener garantizado el apoyo a sus planes para presentarlos ante las C¨¢maras, sino que los ha presentado ante las C¨¢maras para que obtuvieran el apoyo. Por descontado, el sistema pol¨ªtico norteamericano es distinto del espa?ol. Pero tan distinto, en el fondo, como entender la pol¨ªtica como un permanente regate o como un instrumento imprescindible para, entre otras cosas, hacer frente a la crisis.