?Cu¨¢nto cura, cu¨¢nto cemento!
Pepito K. es un tipo curioso. Es joven, incluso muy joven para algunos, pero ya saben, est¨¢ suficientemente preparado. Mira de reojo, y de vez en cuando frecuenta, para demostrar a sus amigos/as que tampoco es un bicho tan raro, los facebook y los tuenti. Pero a ¨¦l, de verdad, lo que le gusta es el papel. Lee peri¨®dicos, ?dios m¨ªo!, y hasta se atreve con libros. Volumen tras volumen, en un orden algo ca¨®tico, Pepito K. se zampa literatura, ensayo, historia, biograf¨ªas... Tal desarreglo de la conducta a su corta edad le causa algunos problemas, unos m¨¢s graves que otros.
Por ejemplo: entre los menos graves se cuenta su desafecci¨®n por algunas de las verdades establecidas entre los j¨®venes. As¨ª, no cree que el modelo a aplaudir, seguir e imitar sea hablar como lo hacen los concursantes de Gran Hermano y similares avances de la cultura contempor¨¢nea, que es, en definitiva, el florido lenguaje que se emplea en las redes de adolescentes. Quienes apenas si enlazan una frase tras otra, a cual m¨¢s insustancial, s¨®lo le parecen unos descerebrados y unos gandules, y no elementos a copiar en la expresi¨®n f¨ªsica -m¨¢s bien inexistente, no vayan a cansarse- y la oral, siempre torrencial, agarrados todos ellos al lema "mejor no parar de decir tonter¨ªas que no parar de o¨ªr las del vecino".
?Por qu¨¦ se cede espacio a uno de los arzobispados m¨¢s reaccionarios?
Pero esa sospechosa afici¨®n le causa a Pepito K. peores desarreglos. Ahora, empujado por las malas lecturas emprendidas al hilo del bicentenario de Darwin -Dawkins, Hitchens, el propio Darwin-, anda nuestro angustiado joven muy alterado al constatar que s¨®lo la pr¨¢ctica aberrante de los prebostes religiosos es capaz de superar el necio fondo de su doctrina. Llegados a este punto, Pepito K. no tiene empacho en reconocer sus culpas y admite que los sue?os de la raz¨®n, que a eso lleva la lectura, producen monstruos.
Le pasa cuando contempla c¨®mo va a quedar destrozado, destruido, aniquilado de por vida el rico paisaje goyesco que proporcionaba a los madrile?os el parque de la Cornisa (v¨¦ase el gr¨¢fico que se publicaba en estas p¨¢ginas el 18 de febrero). Tal parque, que daba al perfil del Palacio Real y aleda?os, hasta la silueta de San Francisco el Grande, la peculiar belleza de un gran paisaje, se ver¨¢ ahora herido por imponentes edificios de varias plantas y cuyo acierto arquitect¨®nico Pepito K. desconoce pero teme, para crear una llamada ciudad de la Iglesia, ni m¨¢s ni menos que un total de 28.604 metros cuadrados, compuesta por un edificio de la Curia de 140 metros de fachada y 14.000 de superficie, m¨¢s una biblioteca de 6.000, un centro para mayores de 5.557, una residencia para sacerdotes de 3.147 y otras instalaciones menores. El Ayuntamiento de Madrid -Partido Popular, Alberto Ruiz-Gallard¨®n- cede solares al arzobispo, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, y recibe en permuta alguna que otra piedra inservible.
La operaci¨®n sugiere dos l¨ªneas de preguntas. Por qu¨¦ llenar el parque de cemento y robar la belleza paisaj¨ªstica ser¨ªa una, y por qu¨¦ se cede espacio a la Iglesia, y uno de los arzobispados m¨¢s reaccionarios del mundo, ser¨ªa la otra. A la primera quiz¨¢ se conteste con la respuesta tan obvia en casi todos los ayuntamientos y las comunidades: triunfan siempre, sobre el bien com¨²n, las presiones de los centros de influencia, capaces adem¨¢s de poner sobre la mesa m¨¢s millones.
En cuanto a la segunda, ?por qu¨¦ tenemos que soportar, se lamenta airado Pepito K., tanta iglesia, tanto cura, tanto obispo, tanto arzobispo, tanto y tanto reaccionario, que aliados a pol¨ªticos como los populares madrile?os, s¨®lo sirven de freno a cualquier medida que luche contra el oscurantismo del que tanto gustan, como las clases de ciudadan¨ªa? ?Por qu¨¦, se pregunta, debemos tanto miramiento a unos fan¨¢ticos que se oponen, y quieren prohibirnos a todos, el derecho a la ense?anza mixta, a la aplicaci¨®n de una muerte digna o el respeto a la mujer a decidir sobre su embarazo?
Taimado, nuestro joven amigo se guardaba para el final la pregunta que m¨¢s le inquieta: ?y de d¨®nde sacar¨¢ la Iglesia el dinero para tanto como destaca? ?Ser¨¢n aportaciones de sus feligreses? ?De los ochavos que les quedan tras retribuir al orate de la Cope? ?O quiz¨¢ de los impuestos de todos nosotros, que de manera tan pr¨®diga adjudica el gobierno Zapatero a la Iglesia Cat¨®lica?
Un familiar pr¨®ximo a Pepito K. ya ofreci¨® alguna soluci¨®n vigorosa en su momento (EL PA?S, 7 de febrero de 1986, Elogio del panfleto y reivindicaci¨®n de la demagogia), para la mole que ahora se adivina en el mismo paisaje, la catedral de la Almudena, entonces inconclusa. Dec¨ªa Jos¨¦ K. "...que estaba dispuesto a pagar hasta un 10% de su sueldo para el citado monumento, si bien no para terminar su construcci¨®n, sino para iniciar una colecta cuyo fin sea la compra de dinamita con que volar controladamente tal monumento a la nada". Y apostillaba: "As¨ª Las Vistillas tendr¨ªan una prolongaci¨®n natural, y en el solar que hoy ocupa tan estulto edificio florecer¨ªan tiovivos y freidur¨ªas de churros en los d¨ªas oportunos".
Y eso, recuerda Pepito K., que su pariente Jos¨¦ K. no sab¨ªa en aquellas fechas que la Almudena albergar¨ªa los inenarrables murales de Kiko Arg¨¹ello. Por favor, cardenal Rouco, d¨¦ ahora tambi¨¦n grandes espacios libres en las nuevas construcciones, m¨¢s vidrieras, m¨¢s murales, al genio creador de los Kikos. ?Loado sea!
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