Los muertos est¨¢n enfermos
Los muertos s¨®lo gozan de buena salud dentro de los libros, porque en los libros no corre el tiempo, pero en la realidad suelen enfermar con el paso de los a?os y caer en el olvido. Eso es lo que afirman algunos de los familiares de las v¨ªctimas del 11-M, ahora que se conmemora el quinto aniversario del crimen, adem¨¢s de denunciar que parte de los afectados no tiene ni para comer. Es terrible o¨ªr eso mientras las coronas de laurel arrojan su sombra ceremoniosa sobre las aceras y los discursos llenan el aire de solemnidad... y despu¨¦s se marchan donde se los lleve el viento.
La verdad es que resulta sospechosa la relaci¨®n entre pol¨ªtica y actualidad, primero, porque de la actualidad al oportunismo hay un camino corto, y segundo, porque se supone que las decisiones pol¨ªticas deben tener una vocaci¨®n de permanencia, lo que por desgracia no ocurre muy a menudo: m¨¢s bien, el horizonte de la pol¨ªtica es estrecho, mide exactamente los cuatro a?os que separan unas elecciones de otras. Por eso en estas ocasiones se puede llegar a tener la amarga impresi¨®n de que los monumentos no se hacen para honrar a los muertos, sino para sustituirlos.
Hay asesinos que te hacen ganar unas elecciones y asesinos que te las hacen perder
Pilar Manj¨®n, que sigue presidiendo la Asociaci¨®n 11-M Afectados por el Terrorismo, hace las cuentas del desd¨¦n, y el saldo que ofrece muestra unos n¨²meros rojos estremecedores: nadie ayuda a las mismas v¨ªctimas con las que se hac¨ªan "fotos de ocasi¨®n", tal y como ella dice, porque unos ya han "pasado a un segundo plano" y los otros "han vuelto a los quehaceres propios de sus cargos y les han olvidado". ?Hace falta explicar qui¨¦nes son "unos" y qui¨¦nes son los "otros" en esa frase?
Pilar Manj¨®n, a la que otros representantes de diferentes asociaciones de v¨ªctimas trataron desde el comienzo del drama como a un enemigo, dice que las personas que quedaron arruinadas tras el atentado "hoy ya no est¨¢n arruinadas, sino que son pisoteadas" por el desinter¨¦s y la falta de auxilio de la misma sociedad que los llam¨® h¨¦roes. "Hay gente que no tiene para comer. No tiene para pagarse un camastro alquilado en una casa. Casi todos son inmigrantes. Pero tambi¨¦n espa?oles". Uno de ellos es un fontanero que no puede trabajar porque no puede agacharse y no puede agacharse porque tiene la espalda llena de metralla. ?Qu¨¦ resultado dar¨ªa la suma de un obelisco de cristal y un mont¨®n de metralla que se oxida bajo la piel de un hombre herido? Parece un verso del conde de Lautr¨¦amont, pero es algo mucho peor que eso: una l¨ªnea tachada del libro de la justicia.
Han pasado cinco a?os desde que llegaron a Madrid los trenes de la muerte, y hoy los peri¨®dicos, como es natural, hablan ya de otras cosas, porque la realidad nunca retrocede; pero es tr¨¢gico que las instituciones miren para otra parte, que ni siquiera haya habido un acto gubernamental que honrase a las v¨ªctimas y que los partidos pol¨ªticos confirmen las peores sospechas de los ciudadanos, las que empezamos a tener mientras ve¨ªamos c¨®mo su ¨²nica preocupaci¨®n era dejar las manchas de sangre en la alfombra del sal¨®n del adversario: a muchos de ellos da la sensaci¨®n de que esas cosas no les importan, s¨®lo les preocupan. Era f¨¢cil de prever, viendo c¨®mo nada m¨¢s producirse el atentado les pusieron una bandera entre las manos a los cad¨¢veres y nos hicieron notar que hay asesinos que te hacen ganar unas elecciones y asesinos que te las hacen perder. En determinadas cosas, hacer matices es perder la verg¨¹enza.
Los muertos del 11-M est¨¢n enfermos y a sus familiares les han echado del hospital. Aqu¨ª hay algo que no funciona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.