Par¨ªs echa el cierre entre dudas
Los aciertos de Louis Vuitton, Herm¨¨s o Miu Miu clausuran los desfiles
El dise?ador estadounidense Marc Jacobs es de los que piensa que la econom¨ªa no va a mejorar porque la moda se vista de sentido p¨¦same. Hace unas semanas en Nueva York abri¨® la veda de la recuperaci¨®n de los ochenta, con un desfile pre?ado de colores y ayer la cerr¨® con su opulenta colecci¨®n para Louis Vuitton en el ¨²ltimo d¨ªa de la semana de la moda de Par¨ªs. Jacobs quiso levantar el ¨¢nimo incluso antes de que la primera modelo saliera con los pechos cubiertos s¨®lo por fino encaje. Un grupo amenizaba la llegada (que no la espera: tras a?os de escandalosos retrasos es de los pocos que empieza puntual) a una carpa transparente. La idea era ver los muros del Louvre y ejemplificaba el af¨¢n por capturar la esencia de la elegancia parisiense. En esta ocasi¨®n, abrazando tambi¨¦n su frivolidad y decadencia.
La colecci¨®n parti¨® del negro y fue inyectando fucsia o esmeralda. Pero la gran noticia eran los vol¨²menes, que crec¨ªan como un souffl¨¦. Jacobs no teme a la caricatura y hab¨ªa algo provocativo en su abuso de lazos y volantes. Cit¨® a Karl Lagerfeld e YSL como referencias, pero se notaba tambi¨¦n el poderoso aliento de Christian Lacroix en los ochenta. La intenci¨®n er¨®tica era evidente ya desde las alt¨ªsimas botas de cuero con seda negra. Se trataba de evocar la libertad sexual, pero los lazos en el mo?o de las chicas les daban aspecto de conejitas y a ratos no quedaba claro si ellas eran el sujeto o el objeto de la cuesti¨®n.
El debate sobre la posible misoginia de los dise?adores de moda llevaba un par de d¨ªas abierto. Lo inici¨® el espectacular desfile de Alexander McQueen el martes. Las modelos, con labios de c¨®mic, apenas pod¨ªan moverse en gigantescas plataformas sobre un espejo roto. La colecci¨®n fue puro drama, un teatral repaso a la moda y sus mitos. Los tocados hechos con latas permiten hablar de una alta costura de la basura. El pitido de un cardiograma plano acompa?¨® a la ¨²ltima salida: una mujer p¨¢jaro, negra como una urraca. Puede que la intenci¨®n fuera certificar la defunci¨®n de la moda como la conocimos, pero no deja de ser suicida hacerlo con una obra en s¨ª misma tan decadente.
El gesto de McQueen es una apuesta por la creatividad que no abunda precisamente esta temporada. En esa categor¨ªa hay que incluir el incre¨ªble escenario con nieve surcada por l¨¢ser de John Galliano. En cambio, las notas del programa de la segunda colecci¨®n de Hannah MacGibbon para Chlo¨¦ repet¨ªan significativamente dos ideas: f¨¢cil y lujoso. A MacGibbon le han pedido devolver la marca al estrellato que alcanz¨® con su antigua jefa, Phoebe Philo, y se centr¨® en pantalones holgados y siluetas poco estructuradas. El problema; la ejecuci¨®n result¨® espesa y echaba a?os encima.
La sinton¨ªa con la hipot¨¦tica clientela fue absoluta el mi¨¦rcoles en Herm¨¨s donde Jean Paul Gaultier ejecut¨® una propuesta de incuestionable buen gusto. El tema era la aviaci¨®n y se tradujo en cazadoras y abrigos de piloto en las m¨¢s suntuosas pieles. La ropa de abrigo, pero con un tratamiento mucho m¨¢s conceptual, fue el eje de la colecci¨®n de Miu Miu que ayer cerr¨® el calendario. Miuccia Prada se qued¨® con el esqueleto de chaquetas y gabardinas para reformular su estructura en prendas que dejaban el sujetador a la vista y se cuestionaban su funci¨®n al diluir las fronteras entre lo exterior y lo interior. ?Eran vestidos? ?O abrigos? La incertidumbre refleja las dudas a la que hoy se enfrenta la moda.
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