Hero¨ªnas imperfectas
En los a?os setenta, la progres¨ªa de medio mundo, y sobre todo los adscritos a movimientos de renovaci¨®n pedag¨®gica, utilizaban casi como una biblia un libro en el que, desde presupuestos cercanos al marxismo, se deconstru¨ªa la ideolog¨ªa imperialista. Era Para leer al Pato Donald, escrito por el soci¨®logo Armand Mattelart y el ensayista Ariel Dorfman. El belga Mattelart se convirti¨® despu¨¦s en un gran te¨®rico de la comunicaci¨®n. Dorfman naci¨® en 1942 en Buenos Aires, a los dos a?os se traslad¨® con su familia a Estados Unidos, y una d¨¦cada despu¨¦s se instalaron en Chile. De all¨ª sali¨® exiliado tras el golpe militar de Pinochet en 1973. Hoy reside en EE UU (da clases en la Universidad de Duke) y es uno de los grandes dramaturgos m¨¢s estrenados internacionalmente.
"No es bueno que haya un zar para que exista un Dostoievski; no quisiera un mundo de sufrimiento si eso permite que mi arte florezca"
En Espa?a acaban de ponerse en cartel La muerte y la doncella, su obra m¨¢s conocida (seg¨²n ¨¦l, hasta que estrene Terapia con Salma Hayek), dirigida por Eduard Costa e interpretada por Luisa Mart¨ªn, Emilio Guti¨¦rrez Caba y Jos¨¦ S¨¢iz, y El otro lado, con Charo L¨®pez, Jos¨¦ Luis Torrijo y Eusebio L¨¢zaro, tambi¨¦n director. En diciembre el Teatro Espa?ol de Madrid estrenar¨¢ Purgatorio, con Ariadna Gil y Viggo Mortensen y direcci¨®n de Josep Maria Mestres. Textos en los que aparece la constante de la vida y la obra de Dorfman: el dualismo, lo bipolar y los exilios exteriores e interiores. ?l siempre ha manejado dos idiomas, dos pa¨ªses, dos culturas..., en sus obras hay un juego de espejos donde dos seres se enfrentan. Como su pr¨®xima novela, Americanos: los pasos de Murieta, que protagonizan dos gemelos.
Hay razones para creer que tiene una idea catastrofista del futuro; ¨¦l lo niega, incluso cuando se le lee algo suyo: "Vivimos en un mundo que se precipita hacia un desastre ecol¨®gico y moral, donde se nos viene encima un cataclismo alimenticio y energ¨¦tico como no hemos visto en siglos, un mundo de guerras incesantes y de terrorismo...". Y responde: "?Pero eso es s¨®lo un diagn¨®stico!". Si alguien se pregunta por qu¨¦ Dorfman elige Estados Unidos para exiliarse, ¨¦l deja claro que se siente norteamericano: "Pero disidente, todos estos a?os tambi¨¦n he estado en el exilio interno, como muchos que combaten un sistema con el que no estamos de acuerdo. No puedo volver a Chile, ya no soy de all¨ª, pero ahora elijo libremente ser un expatriado", se?ala el autor, que al volver a Chile tras la dictadura observ¨® que la situaci¨®n m¨¢s dram¨¢tica era "la coexistencia de v¨ªctimas y victimarios en una relaci¨®n muy tensa, nadie lo hablaba, el dolor estaba en todas partes".
Hoy no escribir¨ªa igual Para leer al Pato Donald: "Pero a¨²n sirve su an¨¢lisis, la forma en que est¨¢ escrito es un modelo de apropiaci¨®n de lo dominante, de ah¨ª la relaci¨®n entre ese ensayo y La muerte y la doncella; en el primero nos metemos dentro de las tiras de Disney y utilizamos una forma de arte, es un acto de apropiaci¨®n subversiva, y como g¨¦nero lo que hago en la obra es lo mismo, tomo la forma del thriller y la subvierto", dice de su historia de encuentros entre una mujer secuestrada y torturada en una dictadura, su marido que investiga esos cr¨ªmenes y un m¨¦dico que supuestamente particip¨® en las torturas. La obra, traducida a m¨¢s de medio centenar de idiomas e interpretada por grandes actores internacionales, sobre todo actrices, tanto en teatro como en cine, recorre numerosas ciudades espa?olas.
"Enfrentarse a este texto supone un reto considerable dada la importancia sociopol¨ªtica que contiene", comenta Emilio Guti¨¦rrez Caba, mientras Luisa Mart¨ªn asegura que anda pose¨ªda por Paulina, personaje inspirado en una mujer real: "Desde mi optimismo inconsciente creo estar reivindicando su dignidad y la de tantas otras v¨ªctimas", dice.
Las obras de Dorfman est¨¢n marcadas por sus poli¨¦dricos personajes femeninos. Sus actrices se sorprenden de su conocimiento de la mente femenina: "Como las mujeres suelen tener roles supeditados, cuando rompen con ellos son m¨¢gicas, porque toda rebeli¨®n es una revelaci¨®n del mundo", dice de sus hero¨ªnas imperfectas en las que utiliza el sentimiento de culpa como elemento dram¨¢tico. A pesar de que como dramaturgo se convierte en un voyerista mental, Dorfman confiesa no tener especiales conocimientos de psicoan¨¢lisis. "Uno est¨¢ influido por Marx, por Freud, uno es hijo de su ¨¦poca; pero tengo una contradicci¨®n, a m¨ª se me entreg¨® una vida llena de dolores, de exilios, de muertes, pero gracias b¨¢sicamente a mis padres tambi¨¦n se me entreg¨® una enorme alegr¨ªa de vida, una generosidad grande de esp¨ªritu", comenta este hombre de casi permanente sonrisa que al desaparecer de su rostro da paso a una mirada de infinita tristeza.
Dorfman significa "hombre de pueblo" y su primer nombre es Vlad¨ªmir, en memoria de Lenin; "mi padre era bolchevique", dice. Escribi¨® Purgatorio con su personal sistema. Una primera versi¨®n muy larga que tras leer con actores, limpia y reduce. La obra, estrenada en ingl¨¦s en 2007, es la destrucci¨®n de dos egos que est¨¢n enfrentados. "En el proceso con los actores vamos rompiendo esos egos". Dorfman pas¨® por Madrid para o¨ªr a los actores en Purgatorio. Ariadna Gil, que no le conoc¨ªa, dice estar cautivada: "Es un tipo de una gran originalidad y generosidad, especial, observador, alegre...". Purgatorio nace en Espa?a, en Cadaqu¨¦s: "Me retir¨¦ all¨ª unos meses, me di cuenta de que ten¨ªa miedo al vac¨ªo, al silencio, generaba permanentemente vitalidad, me hac¨ªa falta serenidad; si se le da permiso al silencio, el silencio habla; el ¨²ltimo d¨ªa so?¨¦ con un hombre y una mujer en una habitaci¨®n y me dije 'aqu¨ª hay una obra', el Mediterr¨¢neo me la trajo", afirma.
En Purgatorio se vislumbran nombres con resonancias de Asia Menor. Al igual que la Nora de Ibsen -sobre quien muchos han imaginado qu¨¦ pas¨® despu¨¦s de su famoso portazo-, Dorfman ha tomado dos personajes de la literatura griega cl¨¢sica y les ha dado un curioso futuro, situ¨¢ndolos en el m¨¢s all¨¢. Pero pide, por los espectadores, que no se desvele qui¨¦nes son. El autor, al situar a sus personajes en un imaginario juicio final, se enfrenta a una pregunta que le persigue. "?Qu¨¦ hacer con alguien que ha cometido cr¨ªmenes terribles? Creo que jam¨¢s aplicar¨ªa el m¨¢ximo castigo, por algo somos distintos de ellos; respecto a Pinochet, siempre contesto que tendr¨ªa que pasarse la eternidad mirando a sus v¨ªctimas y entendiendo lo que hizo".
Harold Pinter es una de las grandes influencias en la obra de Dorfman, que mantuvo una profunda amistad con el Nobel brit¨¢nico, quien quer¨ªa dirigir Purgatorio, pero no pudo ser. La escribi¨® antes que El otro lado, que nace de una propuesta recibida de Jap¨®n. "Pens¨¦ como extranjero en dos viejos dedicados, como yo, a identificar a los muertos, pero ellos lo convierten en una rutina, su casa es un tanatorio burocr¨¢tico; la obra es un viaje de descubrimiento de lo que han hecho y lo descubren gracias a alguien que impone la paz y unas fronteras r¨ªgidas, porque cuando hay un mundo en crisis la gente se adhiere de forma muy conservadora a sus reglas". Seg¨²n Charo L¨®pez, Dorfman pone voz a los personajes que en la vida real no la tienen.
Ariel Dorfman es de los que cree que cuando las condiciones sociales o civiles son malas el arte brota mejor: "Pero no es bueno que haya un zar para que exista un Dostoievski; no quisiera un mundo de sufrimiento, ni propio, ni ajeno, si eso permite que mi arte florezca, pero mientras apostar¨¦ por las grandes c¨®pulas culturales para que desaparezcan fronteras", comenta Dorfman, quien prepara los estrenos en Inglaterra de dos nuevas obras: El escondite de Picasso y En la oscuridad.
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