La maldici¨®n de un ser errante
En 1917 el Premio Nobel recay¨® en dos autores daneses, Karl Gjellerup (1857-1919) y Henrik Pontoppidan (1857-1943), ambos hijos de pastores protestantes que renegaron de la tradici¨®n familiar para abrazar la renovaci¨®n cultural escandinava promovida por el cr¨ªtico Georg Brandes. Si bien cada uno interpret¨® a su modo la peculiar transici¨®n de su pa¨ªs a la modernidad, que coincidi¨® con su declive como potencia tras las sucesivas derrotas ante Reino Unido y Prusia, es a Pontoppidan a quien corresponde el m¨¦rito de haber plasmado los contrastes de la ¨¦poca durante su prol¨ªfica carrera de escritor. Como buen naturalista se ocupa de recrear la sociedad a trav¨¦s de sus contradicciones, aunque ¨¦l da un paso m¨¢s all¨¢ del determinismo e interviene en la psicolog¨ªa de sus personajes -perfilados casi como genios o superhombres nietzscheanos- con un nivel de exigencia a la altura de las expectativas que ellos mismos se crean y que el sistema no les permite realizar.
Per el afortunado
Henrik Pontoppidan
Traducci¨®n de Mar¨ªa Pilar Lorenzo
Ediciones de la Torre. Madrid, 2008
704 p¨¢ginas. 25 euros
Su novela por entregas Per el afortunado -el sarcasmo tambi¨¦n inspira los t¨ªtulos de los ocho vol¨²menes en que la obra fue public¨¢ndose entre 1898 y 1904- resulta interesante porque en ella Pontoppidan rinde cuentas consigo mismo. Y lo hace con una honestidad admirable; para que se hagan una idea de la arrogancia con que el protagonista reniega de su origen tomen nota de esta frase: "Lo que arrastro de mi pasado cabe en un bolsillo del chaleco". As¨ª se las gasta el tal Per cuando todav¨ªa es joven y se va a comer el mundo, poco despu¨¦s de abandonar su Jutlandia natal huyendo del cristianismo exacerbado de su familia. Sus a?os de estudiante de ingenier¨ªa en Copenhague pueden ser vistos como la forja ejemplar de un self-made man o como la imparable ascensi¨®n de un megal¨®mano trepa. Tanta audacia, gallard¨ªa y orgullo -con su doble vertiente de dignidad y soberbia- esconden la maldici¨®n del hombre errante condenado a no encontrarse nunca a s¨ª mismo. Porque este pijoaparte dan¨¦s capaz de cualquier cosa, desde pegarle un tiro a un crucifijo hasta dar el braguetazo con una heredera jud¨ªa, resulta ser la primera v¨ªctima de un car¨¢cter insaciable que rechaza lo que se propone antes siquiera de haberlo conseguido.
Per el afortunado es m¨¢s de lo que aparenta: bajo la estructura de una cl¨¢sica novela de aprendizaje -contada con pulso ¨¦pico para que el desenlace resulte todav¨ªa m¨¢s ir¨®nico- se esconde un ejercicio de deconstrucci¨®n cuya aventura consiste en la anulaci¨®n del yo. De ah¨ª que el protagonista ocupe tanto espacio narrativo y los dem¨¢s personajes queden supeditados a ¨¦l; s¨®lo Jakobe, su amor y antagonista, parece cobrar total independencia para convertirse por m¨¦rito propio en la aut¨¦ntica hero¨ªna moderna. Y aunque el estilo de Pontoppidan no se caracteriza por las innovaciones formales, bastar¨ªa su tratamiento del concepto de identidad para afirmar su vigencia. Eso y su habilidad para recordarnos, en estos tiempos de quiebras y desplomes burs¨¢tiles, la aut¨¦ntica naturaleza del capitalismo rampante o el riesgo que corremos cuando los especuladores se hacen los due?os del progreso. -
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