Ideas para una falla
Esto de las fallas tiene su miga. El otro d¨ªa, paseando por los barrios, que es donde se plantan las fallas m¨¢s interesantes -por inesperadas-, me encontr¨¦ con que estaban montando una en la que hay un tren lleno de chinos que se aleja velozmente de un and¨¦n vac¨ªo. A¨²n no han plantado los ninots, as¨ª que me puse a elucubrar sobre cu¨¢les podr¨ªan ser y ni corto ni perezoso me fui a la exposici¨®n de Nuevo Centro. Yo cre¨ªa que me encontrar¨ªa m¨¢s chinos, pero no, los ¨²nicos monigotes con coleta y ojos rasgados eran uno que se parece sorprendentemente al conseller de Educaci¨®n y otro que me recuerda a la decana de la Facultad de Filolog¨ªa. Un buen amigo m¨ªo, que es profesor de Secundaria, se extra?aba el otro d¨ªa de que en esta columna opinase de todo lo divino y lo humano y, sin embargo, no me hubiese pronunciado sobre la pintoresca propuesta del "tren del chino". Se lo aclaro desde aqu¨ª: me lo he estado pensando porque esta idea extravagante me provoca un sentimiento agridulce, dado que dicho tren podr¨ªa atropellarme, aunque s¨®lo sea de refil¨®n. Resulta que la lengua china est¨¢ en mi Departamento y que el responsable de la secci¨®n de Estudios Orientales, a falta de alguien m¨¢s cualificado -es decir, de un profesor estable especialista- soy yo mismo. En teor¨ªa, si una comunidad aut¨®noma adopta la decisi¨®n de incorporar la lengua china como optativa a su sistema educativo, tendr¨¢ que dirigirse a sus universidades para que le proporcionen profesores. Es lo l¨®gico: los docentes de F¨ªsica son licenciados en Ciencias, los de Historia, licenciados en Letras. ?Y los de chino? El se?or Font de Mora dice que acudir¨¢ a la embajada. Lo que no sabe es que, como China es un pa¨ªs serio, le remitir¨¢n a la instituci¨®n que tienen en Valencia para dichos asuntos, el Instituto Confucio que est¨¢ instalado en la primera planta de la Facultad de Filolog¨ªa.
Aqu¨ª hay un problema y es la falta de confianza de nuestros poderes p¨²blicos en la Universidad. Les aseguro que no es f¨¢cil encontrar profesores de chino. A¨²n recuerdo que, cuando iniciamos estos estudios, el director de mi Departamento anduvo desesperado buscando candidatos... ?en las p¨¢ginas amarillas! (no es broma). Ya no se trata ¨²nicamente de que sepan hablar chino. Tambi¨¦n deben hablar castellano y valenciano, as¨ª como poseer conocimientos de Ling¨¹¨ªstica y de metodolog¨ªa de ense?anza de segundas lenguas y, por supuesto, ser licenciados con un t¨ªtulo homologado. Casi nada. As¨ª que olv¨ªdense de la embajada. Si esto del tren del chino es algo m¨¢s que una ocurrencia estramb¨®tica, habr¨¢ que confiar en las universidades valencianas. Y ya que hablamos de ellas, no esperen autocomplacencia por mi parte. Donde m¨¢s avanzados est¨¢n estos estudios es en la de Alicante. En la Universitat de Val¨¨ncia ni siquiera hemos logrado que el chino figure como segunda lengua en la futura especialidad de Traducci¨®n. Y eso que el chino no puede quejarse: el ¨¢rabe y el ruso, otras dos important¨ªsimas lenguas mundiales, a¨²n lo tienen peor y puede que desaparezcan en los nuevos planes de estudio. No me extra?a que la decana est¨¦ desolada: a este paso vamos a perder un tren tras otro. Pero, en fin, a ver qu¨¦ cartel ponen ma?ana en la falla, no vaya a ser que, con el peculiar valenciano que se gastan, en vez del tren del xin¨¨s se trate del tren del Ximo. ?ltimamente en Valencia casi todo tiene un inconfundible tono fallero y ni los m¨¢s graves asuntos se libran de la sospecha de haber sido extra¨ªdos de un chiste de Bigote Arrocet.
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