Beber, comer y poes¨ªas en el 'sex-shop'
La vida est¨¢ llena de paradojas. El Madrid sufriendo y yo quem¨¢ndome en el Caribe. Se me ocurri¨® seguir la estela de Col¨®n para encontrarme con el revolucionario de la cocina, el mago experimental que es Ferr¨¢n Adri¨¢, mucho m¨¢s que un cocinero. No basta con ser el primero. Hay que parecerlo, viajarlo y difundirlo. La estrella de la cocina pasa gran parte del a?o cobrando por su marca. Gana m¨¢s dinero por hablar sobre su arte que por realizarlo. Su reino traspasa su restaurante. Su carisma, su atropellada manera de hablar, su discurso cercano, sus sue?os convertidos en realidad los vende mejor que sus famosas espumas. Un genio. Un largo viaje para brindar con vino de La Mancha, servido por Zamarra y transformado por un marqu¨¦s que sabe m¨¢s que Julio Iglesias y Miguel Boyer juntos, pero no revueltos. Una excursi¨®n para comer un cocido que lleg¨® de Canarias para seguir llam¨¢ndose Sancocho. Una inc¨®moda navegaci¨®n para saborear un plato de fabada venido desde Prendes. Los ricos encumbran a Adri¨¢ pero regresan a las fabes. Vanguardia o retaguardia, la ¨¦lite de los cocineros es la nueva clase vip de nuestra cultura en el exterior. Emergentes internacionales, compitiendo con un arroz de D¨¦nia o con unos cuchillos de cortar jam¨®n. Dentro de unos d¨ªas, el Mes¨ªas del nuevo mundo, Barack Obama, antes de haber recibido a Zapatero recibir¨¢ a Leoncio, macarra de ce?ido pantal¨®n, simp¨¢tico, gre?udo y campe¨®n cortando jamones ib¨¦ricos. Un gran paso para los jamoneros patrios. Un futuro incierto para los cerdos espa?oles y sus humildes consumidores. Cuando el Imperio descubra el ib¨¦rico, volveremos al serrano.
Los ricos encumbran a Adri¨¢ pero regresan a las 'fabes'. La ¨¦lite de los cocineros es la nueva clase vip de la cultura
De la cocina a la poes¨ªa. De los pucheros al sexo. Del armario a la terraza, ¨¦se ha sido el camino po¨¦tico de ?lvaro Pombo. Hace tiempo sali¨® del armario y ahora, desde su terraza, ense?a sus amores en parques y jardines, bajo c¨²pulas elegantes o en tabernas de dudosa fama. Espa?ol que se queja, que a?ora lo que no tuvo: "Nos educaron las ca?as de tinto los cardos borriqueros / Y aquel fervor iluso de Cernuda en nosotros result¨® intransitiva elocuencia".
De poes¨ªa y sexo, de profesores de filosof¨ªa que se esconden en cabinas de sex-shop, de poetas homosexuales, del uso del vibrador, de las cuentas que dejan los poetas con el alquiler de pel¨ªculas porno, de eso tambi¨¦n trata el m¨¢s elegante premio de poes¨ªa, el Loewe que recibi¨® Cristina Peri Rossi. Hemos pasado de la sexualidad oculta al orgullo de contarlo. En verso o en prosa. En la introducci¨®n de Sanz de Soto a los cuentos de ?ngel V¨¢zquez se recuerda que a Jane Bowles lo que le gustaban eran las vendedoras del zoco. Y V¨¢zquez confiesa que lo suyo eran "militares ya maduros y sin graduaci¨®n, curas a la espa?ola, barrigudos y catetos y los que riegan las calles de noche, encapuchados en sus uniformes amarillos". Caf¨¦ para todos. -
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