En busca de un perfil para el asesino de instituto
El ¨²ltimo crimen cuestiona si existe un patr¨®n - S¨®lo hay una pauta com¨²n: ten¨ªan armas
Un chaval alem¨¢n de 17 a?os, Tim Kretschmer, mat¨® la semana pasada a nueve alumnos y tres profesoras del instituto en el que estudi¨®, en Winnenden (Alemania) y, en una alocada huida, asesin¨® a otras tres personas con una pistola autom¨¢tica de su padre. Ya herido por la polic¨ªa, se peg¨® un tiro en la cabeza. Un suceso terrible, seguido de titulares de peri¨®dico e informativos de televisi¨®n en los que apenas se llega a vislumbrar una raz¨®n, una idea de lo que ha salido mal para que un chico de 17 a?os hiciera todo eso, para que peri¨®dicamente un chaval o un joven se meta en el centro escolar y se l¨ªe a tiros a diestro y siniestro con el ¨²nico af¨¢n de matar.
Ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil para todos poder echarle la culpa sin m¨¢s a las pel¨ªculas de terror que al parecer le gustaban a Kretschmer, o a los videojuegos violentos como el Counter Strike, al que jugaba con entusiasmo Cho Seung-hui, el estudiante surcoreano de 23 a?os que en 2007 mat¨® a una treintena de personas en la Universidad de Virginia (EE UU). Pero el hecho de que un juego o unas pel¨ªculas que ven millones de personas en el mundo sean el detonante de un suceso as¨ª es, como poco, discutible, adem¨¢s de que todos los estudiosos del tema se niegan a dar una sola causa. "Hay estudios que se?alan que en personas con predisposici¨®n anterior a la violencia o con problemas mentales ese tipo de juegos pueden llegar a ser una mala influencia, pero no se puede decir que sean, en general, perjudiciales", asegura el doctor en Psicolog¨ªa, profesor de la Universidad de Sevilla y experto en violencia escolar, Joaqu¨ªn Mora Merch¨¢n. En cualquier caso, la canciller alemana Angela Merkel dijo hace unos d¨ªas que estudiar¨ªa qu¨¦ se puede hacer para limitar el acceso de los menores a videojuegos violentos.
El chico que mat¨® a 15 personas en Winnenden us¨® la pistola de su padre
Los expertos concluyen que no hay un modelo de agresor
Algunos han sufrido acoso y lanzan se?ales que indican sus intenciones
Los especialistas advierten del efecto imitaci¨®n de los ataques
Tambi¨¦n se ha hablado mucho de la presunta p¨¦rdida de valores, el nihilismo, el relativismo, el consumismo, la competitividad... A?adan ustedes lo que no les guste a su alrededor. Pero siempre se vuelve al mismo punto, a un suceso, por sobrecogedor que sea, muy puntual, que si bien est¨¢ enmarcado dentro de una sociedad que tiene fallas y en la que adem¨¢s hay violencia en pel¨ªculas y juegos y medios de comunicaci¨®n, entra dentro de un campo tan pedregoso como es el de des¨®rdenes mentales.
Unos des¨®rdenes como los que probablemente llevaron a un hombre de 73 a?os al centro de salud de su localidad, en Murcia, para matar a una m¨¦dica y herir de un disparo a un conductor de ambulancia. O los de aquel parado de 44 a?os que mat¨® a 16 ni?os y una maestra en una guarder¨ªa de Dunblane (Escocia) en 1996. "Tiene m¨¢s que ver con un problema mental que con el sitio donde se produce", dice el profesor Mora Merch¨¢n. Pero a?ade: "Siempre ha ocurrido; se trata de una situaci¨®n l¨ªmite, muy puntual, aunque quiz¨¢ s¨ª es cierto que llega a grupos de edad a los que nunca antes hab¨ªa llegado".
Sobre todo esto se ha hablado, escrito y discutido mucho en EE UU, el lugar del mundo donde se han centrado este tipo de episodios en institutos y universidades, cometidos en la mayor¨ªa de los casos por uno de sus propios estudiantes. En 2002 se public¨® en Washington un estudio conjunto del Departamento de Educaci¨®n y el Servicio Secreto, Consideraciones para la prevenci¨®n de los ataques a escuelas en EE UU, en el que se analizaban 37 casos ocurridos entre 1974 y 2000. Y he aqu¨ª la conclusi¨®n inconclusa: "No hay un perfil certero ni ¨²til de los estudiantes envueltos en ataques a centros escolares".
No lo hay, salvo que todos son varones, la mayor¨ªa entre 13 y 18 a?os. Los hay, como Tim Kretschmer, solitarios, que abandonan el tratamiento psicol¨®gico, pero tambi¨¦n sociables, con amigos, sin historial de tratamiento; los hay que sacan malas notas, regulares o muy buenas, como Pekka Eric Auvinenha, el joven finland¨¦s de 18 a?os que en 2007 mat¨® a ocho personas en su instituto.
Apenas algunos puntos en com¨²n, demasiado inconexos para dibujar un patr¨®n. "Nunca podremos solucionar todos los problemas y las cuestiones que determinan el comportamiento humano, muy complicado y complejo, tanto que la mayor¨ªa de las veces no se puede anticipar", dec¨ªa Alvin Poussaint, profesor de Psiquiatr¨ªa en la Escuela de Medicina de Harvard, a la cadena norteamericana CBS poco despu¨¦s de la masacre de la Universidad de Virginia.
S¨ª hay un punto en com¨²n, que si bien no explica el porqu¨¦ s¨ª se?ala el c¨®mo: el acceso a armas de fuego. "En cierto sentido, s¨ª tiene que ver", dice tibiamente el profesor de la universidad finlandesa de Kuopi Vesa Puuronen. El informe de 2002 de EE UU saca una conclusi¨®n emp¨ªrica muy clara: de los 37 casos estudiados, en la mayor¨ªa los agresores no s¨®lo ten¨ªan acceso a armas de fuego, sino que las hab¨ªan usado y sab¨ªan c¨®mo hacerlo. Para el psiquiatra italiano Antonio Preti, asesor cl¨ªnico de los juzgados de Cagliari, "las personas que no tienen acceso a armas mortales son menos propensas a matar a otros o a matarse a s¨ª mismos".
En EE UU, el f¨¢cil acceso a las armas es una cuesti¨®n de derecho constitucional, enredado absolutamente en la personalidad nacional. Michael Moore denunci¨® precisamente eso en un documental sobre el suceso del instituto de Columbine, en Colorado, donde en 1999 dos adolescentes causaron 14 muertes antes de suicidarse. El debate se reabre en EE UU cada vez que hay un suceso de este tipo, pero no avanza.
Finlandia es el tercer pa¨ªs del mundo con m¨¢s armas entre sus habitantes, pero tras las matanzas escolares de 2007 y 2008 -un hombre de 22 a?os mat¨® a 10 personas en un centro de FP- ha propuesto recientemente que no puedan comprar armas de fuego los menores de 20 a?os y a los 18 para las de caza -hasta ahora se pod¨ªa obtener la licencia de armas a los 15-. Adem¨¢s, Portugal est¨¢ estudiando aumentar hasta delito las penas por el uso de las de fuego, y Dinamarca ha doblado la pena por tenencia ilegal.
En el caso del joven alem¨¢n Tim Kretschmer, la pistola que utiliz¨® era de su padre, que tiene una amplia colecci¨®n. A¨²n no se sabe c¨®mo lleg¨® hasta ella -la familia dice que estaba bajo llave y el padre est¨¢ siendo investigado-, pero el hecho es que Tim sali¨® de casa con la pistola y con munici¨®n suficiente como para haber causado una masacre a¨²n mayor. Tras otro ataque ocurrido en Erfurt en 2002, Alemania restringi¨® la tenencia de armas, pero la canciller alemana Angela Merkel habl¨® la semana pasada de la necesidad de poner mayores controles en un pa¨ªs en el que siete millones de ciudadanos particulares las poseen, por ejemplo, comprobando en las casas que est¨¢n bien guardadas bajo llave. A pesar de ello, el ministro del Interior, Wolfgang Schaeuble, dijo que Alemania ya tiene una de las legislaciones m¨¢s estrictas al respecto.
De cualquier modo, el chaval tuvo acceso a la pistola. El problema es que el tener el arma a su alcance no explica por s¨ª s¨®lo que alguien la coja y la use. Teniendo en cuenta adem¨¢s que pa¨ªses como Francia, donde no hay registrados casos de ataques de este tipo en centros escolares, est¨¢n entre los que m¨¢s armas ligeras tienen sus habitantes, al nivel de Alemania, seg¨²n la Encuesta de Armas Ligeras 2007 hecha por el Instituto de Estudios Internacionales, con sede en Ginebra.
La dificultad para explicar estas diferencias entre pa¨ªses es precisamente la falta de un patr¨®n com¨²n de los agresores. Tan s¨®lo unos s¨ªntomas que se pueden dar en cualquier persona en cualquier parte del mundo sin que lleguen a desencadenar semejantes matanzas. Se trata, por ejemplo, de la premeditaci¨®n que hallaba el informe estadounidense de 2002, un periodo de incubaci¨®n en que los muchachos suelen lanzar se?ales de auxilio.
"No son estudiantes invisibles. De hecho, casi todos ellos se comportan de manera que causan preocupaci¨®n al menos a un adulto [...]", dice el texto. Muchos pasan por alg¨²n tipo de dificultad, un sentimiento de p¨¦rdida, y muchos han sido v¨ªctimas o se sienten v¨ªctimas de acoso escolar. "El acoso escolar y la victimizaci¨®n en la escuela se han se?alado como factores de riesgo; pero el mayor factor de riesgo son las tendencias suicidas, como un s¨ªntoma del desorden mental. De hecho, el intento de suicidio se encontr¨® en la mayor¨ªa de los casos", dice el psiquiatra italiano Antonio Preti. El especialista public¨® un art¨ªculo en la revista de la Academia Americana de Psiquiatr¨ªa y Justicia en el que conectaba la mayor¨ªa de estas masacres en escuelas con el suicidio.
Probablemente padres y educadores m¨¢s atentos a esas se?ales podr¨ªan amortiguar esas situaciones l¨ªmite. El profesor Mora Merch¨¢n insiste en la necesidad de la educaci¨®n contra la violencia, no s¨®lo para estos casos extremos, sino para todos: la resoluci¨®n pac¨ªfica de conflictos, el autoconocimiento o la petici¨®n de ayuda cuando sea necesario.
Tambi¨¦n se ha hablado del af¨¢n de notoriedad por parte de las v¨ªctimas: los dos atacantes finlandeses dejaron grabado un v¨ªdeo en Internet en el que explicaban sus intenciones y sus motivos, venganza por ese acoso, por una decepci¨®n, porque se sienten atacados, perseguidos... "Creo que hay una especie de cultura de los ataques a centros escolares, lo que incluye a muchos individuos de pa¨ªses occidentales. Se comunican con los otros, se animan y en cierto sentido se garantizan esa inmortalidad", dice el profesor finland¨¦s Vesa Puuronen.
Sus palabras conectan con otro punto tan importante como, para muchos, preocupante: el efecto imitaci¨®n. "Los dos agresores finlandeses [en 2007 y 2008] copiaron pr¨¢cticamente todo, el modo de actuar, las armas, la ropa, la m¨²sica, y los mensajes de los asesinatos del Columbine", a?ade Puuronen. Hace unos d¨ªas, seg¨²n publica el diario brit¨¢nico The Independent, la polic¨ªa alemana asegur¨® que hab¨ªa abortado el plan de un alumno para hacer saltar por los aires su instituto el 20 abril, el d¨ªa del cumplea?os de Adolf Hitler y el aniversario de la matanza del Columbine. La investigadora de la Universidad Libre de Berl¨ªn Rebecca Bond¨¹ insiste, por ejemplo, en que los medios de comunicaci¨®n no deber¨ªan dar detalles sobre la vida y las razones de los asesinos.
"En las cuatro semanas siguientes al incidente del Columbine m¨¢s de 350 alumnos fueron arrestados en EE UU acusados de alg¨²n tipo de amenaza contra escuelas", recuerda Antonio Preti, que reclama unas gu¨ªas de actuaci¨®n para la cobertura medi¨¢tica de estos casos, como las que se dan con los suicidios. "Hay que tratarlos, claro que s¨ª, pero como lo que son, algo excepcional, no generalizado, y con todas precauciones", concluye Mora Merch¨¢n.
Armados en las clases
- Septiembre de 2008. Un hombre de 22 a?os mata a 10 personas en un centro de FP en el noroeste de Finlandia.
- Noviembre de 2007. Ocho personas mueren en otro centro finland¨¦s a manos de un chico de 18 a?os.
- Abril de 2008. Un joven de 22 a?os mata a 32 personas en la Universidad de Virginia (EE UU).
- Abril de 2002. Un chico de 19 a?os mata a 12 profesores, dos alumnos, una secretaria y un polic¨ªa
en Erfurt (Alemania).
- Abril de 1999. Dos adolescentes (en la foto) matan a tiros a 14 personas en el instituto de Columbine (Colorado, EE UU).
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