Un mill¨®n de franceses se manifiestan contra la gesti¨®n de la crisis de Sarkozy
El ¨¦xito de la huelga general se midi¨® en la calle con 200 marchas de protesta
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El Gobierno franc¨¦s se lo tem¨ªa, lo reconoc¨ªa y tragaba saliva ante lo que se avecinaba. Un ministro, incluso, lo avis¨® la v¨ªspera: "Ojo, que hace buen tiempo". Ayer, en una tarde deliciosamente primaveral, m¨¢s de un mill¨®n largo de franceses (tres millones, seg¨²n los sindicatos) salieron a la calle a gritarle a Nicolas Sarkozy, presidente de la Rep¨²blica, que rechazan sus medidas contra la crisis, encaminadas, a su juicio, a reflotar grandes empresas y bancos en apuros pero no a proteger ni a los trabajadores ni a los parados. La polic¨ªa contabiliz¨® 1,2 millones de manifestantes. En cualquier caso, m¨¢s que en la anterior convocatoria del 29 de enero. Es decir, la protesta crece en Francia.
Se reclama un aumento del salario m¨ªnimo y m¨¢s inversi¨®n p¨²blica
La jornada era de huelga general. Los trenes funcionaron a la mitad. Los autobuses y el metro, dependiendo de la ciudad. En Burdeos y Marsella, con paros. En Par¨ªs, casi como cualquier otro d¨ªa. Los profesores pararon en un 35%; otros funcionarios, en un 20%. Resumen: la llamada de los sindicatos no paraliz¨® Francia.
Eso era lo esperado. Tanto los sindicatos como el Gobierno sab¨ªan que el ¨¦xito o el fracaso de la convocatoria se jugaba en la calle, en las m¨¢s de 200 manifestaciones previstas en toda Francia. En Par¨ªs la marcha arranc¨® a las dos de la tarde, desde la Plaza de la Rep¨²blica. Una pancarta enorme avisaba del contenido central: "El pueblo antes que los banqueros". Una se?ora mayor, de m¨¢s de 70 a?os, caminaba despacio enarbolando un cartelito confeccionado a base de cart¨®n y madera. Pintada con rotulador, s¨®lo una frase: "Los financieros destruyen nuestra civilizaci¨®n". Al lado, una charanga simultaneaba La Internacional y despu¨¦s la Mar¨ªa de Ricky Martin.
Tras las pancartas marchaban los sindicalistas, los trabajadores y los hombres y mujeres que se han quedado parados recientemente, los que reclaman m¨¢s dinero p¨²blico para los asalariados, la subida de los sueldos o, al menos, del salario m¨ªnimo interprofesional, que en Francia asciende a 1.300 euros. Tambi¨¦n los que exigen que Sarkozy anule el denominado "escudo fiscal", una de las primeras medidas impositivas adoptadas por el Gobierno franc¨¦s y que, a juicio de la izquierda, protege a los que m¨¢s tienen. Tambi¨¦n los que se sienten indignados (y estafados) por casos como el de la empresa petrolera Total, que ha anunciado casi simult¨¢neamente la desaparici¨®n de 550 empleos en Francia y unos beneficios de 13.800 millones de euros en 2008.
Pero no s¨®lo iban ellos. Tambi¨¦n se manifestaron los profesores que critican el desmantelamiento de la escuela p¨²blica francesa; los m¨¦dicos y enfermeras que denuncian la, a su juicio, cada vez peor situaci¨®n de la sanidad; los estudiantes de instituto y los universitarios acompa?ados de miembros de asociaciones de inmigrantes sin papeles o de defensores de las personas sin techo. Un grupo mestizo, multitudinario y heterog¨¦neo que, sin embargo, compart¨ªa un blanco claro y com¨²n: Nicolas Sarkozy.
Los sindicatos, al t¨¦rmino de las diferentes manifestaciones y tras contabilizar m¨¢s de tres millones de asistentes, declararon un ¨¦xito la jornada y aseguraron que habr¨¢ m¨¢s protestas masivas a menos que el Gobierno haga "un gesto".
Sarkozy se encontraba en ese mismo momento lejos, en Bruselas, en una reuni¨®n del Consejo Europeo. Esta vez no iba a contestar a los manifestantes, a diferencia de lo ocurrido en enero, cuando emplaz¨® a los sindicatos a una "cumbre social", celebrada el 19 de febrero, y que a la postre no sirvi¨® para enterrar la protesta. Esta vez, de dar la cara se iba a encargar el primer ministro, Fran?ois Fillon, que compareci¨® a las ocho de la tarde en televisi¨®n para asegurar que no habr¨¢ nuevas medidas aparte de las tomadas en la "cumbre social" de febrero, consideradas ya entonces insuficientes por los sindicatos. Fillon era consciente de que sus palabras, a pocas horas de que terminara la protesta en la calle, significaban la guerra. Y a?adi¨®: "Las movilizaciones no solucionan las crisis mundiales".

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