Sed de divos
Aunque un teatro puede vivir sin divos -la calidad de un coliseo l¨ªrico no depende de las voces famosas que desfilan por su escenario sino de la solvencia de sus masas estables, el coro y la orquesta-, la ¨®pera ser¨ªa probablemente un espect¨¢culo mucho menos divertido sin estrellas capaces de encender la pasi¨®n mit¨®mana y convertir una noche de ¨®pera en pura leyenda. Cada generaci¨®n tiene sus divos y hoy caminan hacia la madurez estrellas como Cecilia Bartoli, Ren¨¦e Fleming, Angela Gheorghiu, Ren¨¦ Pape, Waltraud Meier, Karita Mattila, Nina Stemme, Carlos ?lvarez, Mar¨ªa Bayo, Ainhoa Arteta o Jos¨¦ Bros. No siempre es f¨¢cil mantenerse, porque en el duro y competitivo mundo de la ¨®pera, no pocas estrellas emergentes se apagan antes de tiempo por buscar el ¨¦xito a toda costa.
La nueva generaci¨®n ha aprendido bien la lecci¨®n: la ¨®pera es teatro y la m¨²sica est¨¢ al servicio de la expresi¨®n teatral
Se entregan sin desmayo a la ¨²nica receta que asegura buenos resultados: disciplina, concentraci¨®n y trabajo exhaustivo
Hay sed de divos, y los focos centran su atenci¨®n en los m¨¢s j¨®venes. La soprano rusa Ana Netrebko y los dos tenores de moda, el peruano Juan Diego Fl¨®rez y el mexicano Rolando Villaz¨®n, son ahora las voces m¨¢s cotizadas, publicitadas y deseadas por el p¨²blico, llenan teatros y estadios como anta?o s¨®lo pod¨ªan hacerlo los Tres Tenores. Pero no son, por fortuna, las ¨²nicas voces llamadas a dominar el mundo de la ¨®pera en los pr¨®ximos a?os. Dos mezzosopranos, la letona Elina Garanca y la estadounidense Joyce DiDonato, la soprano alemana Diana Damrau, el tenor alem¨¢n Jonas Kaufmann y el bajo uruguayo Erwin Schrott militan en su misma generaci¨®n y, si mantienen a salvo la salud y la cordura vocal, est¨¢n predestinados a convertirse en los nuevos divos. Derrochan energ¨ªa, talento y belleza vocal, cuidan su imagen f¨ªsica y aportan frescura y glamour al mundo l¨ªrico. En su ascenso internacional, y a pesar de todas las crisis que azotan el mercado audiovisual, cuentan con el apoyo medi¨¢tico de grandes multinacionales del disco cl¨¢sico, pero saben que en este negocio, quien no convence en escena por sus propios m¨¦ritos, sin trampa ni cart¨®n, tiene los d¨ªas de triunfo contados.
Hay cantantes que disfrutan tanto sobre el escenario y se meten de forma tan intensa en la piel del personaje que interpretan, que esa pura energ¨ªa f¨ªsica que transmiten llega al p¨²blico con una fuerza extraordinaria. Elina Garanca (Riga, 1976) pertenece a esa imparable generaci¨®n de j¨®venes artistas que no se conforman con cantar bien y saben que en la ¨®pera ser cre¨ªble en escena es sumar al valor indiscutible del canto su aliado m¨¢s decisivo para conseguir la interpretaci¨®n perfecta. Hace apenas dos a?os debut¨® en el Liceo de Barcelona, sustituyendo a ¨²ltima hora a Vesselina Kasarova en una funci¨®n de La clemenza di Tito y quienes tuvieron la suerte de verla no han podido olvidar su capacidad de seducci¨®n. Mozart es uno de sus compositores de cabecera -le dedic¨® su primer recital discogr¨¢fico (Virgin)- y conquista al p¨²blico con una t¨¦cnica s¨®lida, una musicalidad a prueba de bombas y una voz de ricos colores manejada con cautivadora naturalidad.
El bel canto es su campo de batalla m¨¢s inminente, y tras su exitoso recital bajo la direcci¨®n de Roberto Abbado, con arias de Bellini, Donizetti y Rossini (Deutsche Grammophon), este mes sale al mercado una versi¨®n de la bell¨ªsima ¨®pera belliniana I Capuleti e i Montecchi junto a Ana Netrebko, preludio del montaje que protagoniza desde el 2 de marzo en el londinense Covent Garden.
Mozart ha sido un perfecto trampol¨ªn a la fama para Diana Damrau (G¨¹nzburg, 1971) y nadie que haya tenido la suerte de verla en la piel de la Reina de la Noche es capaz de olvidar la potencia de sus sobreagudos, su capacidad para poner sus explosivas armas vocales al servicio del retrato dram¨¢tico de un personaje. No hay nada gratuito en el arte de la coloratura que domina Damrau, una de las divas del futuro imprescindible. Al contrario que las grandes sopranos l¨ªrico-ligeras del pasado, m¨¢s interesadas en apabullar al p¨²blico con su pirotecnia vocal, Damrau sigue el ejemplo de Natalie Dessay y no deja cabos sueltos en busca de una veracidad teatral en la que hasta el aparentemente m¨¢s inofensivo ornamento vocal cobra fuerza expresiva. La nueva generaci¨®n de divos ha aprendido bien la lecci¨®n: la ¨®pera es teatro y en ella la m¨²sica est¨¢ al servicio de la expresi¨®n teatral.
Basta verla en acci¨®n como Reina de la Noche en sus dos grabaciones de La flauta m¨¢gica en DVD, la primera filmada en 2003 en el Covent Garden, en un montaje con direcci¨®n esc¨¦nica de David McVicar y musical de Colin Davis (Opus Arte/ BBC) y la m¨¢s reciente en el Festival de Salzburgo de 2006, en la colorista puesta en escena de Pierre Audi, dirigida musicalmente por Riccardo Muti (DG). Lo pone todo al servicio de la expresi¨®n teatral: el aspecto f¨ªsico, la palabra, el virtuosismo vocal. Lo demostr¨® en el Teatro Real con una memorable Zerbinetta, en la straussiana Ariadne auf Naxos.
Cuida su cuerpo, sin obsesionarse, pero convencida de que la ¨²nica forma de moverse con naturalidad en el escenario implica una buena forma f¨ªsica. Gilda, que cant¨® en Dresde el a?o pasado en el montaje de Rigoletto que motiv¨® la decisi¨®n de Fl¨®rez de alejarse del Duque de Mantua durante un tiempo, o su exitosa Lucia di Lammermoor en el Metropolitan Opera House de Nueva York certifican el imparable ascenso de una cantante dispuesta a explorar los grandes personajes del repertorio franc¨¦s e italiano sin abandonar su condici¨®n mozartiana, como demuestra en su ¨²ltimo disco, acompa?ada por Le Cercle de l'Harmonie y el director J¨¦r¨¦mie Rhorer (Virgin).
Los j¨®venes cantantes se entregan sin desmayo a la ¨²nica receta que asegura buenos resultados en el escenario: disciplina, concentraci¨®n y trabajo exhaustivo en los ensayos para depurar cada detalle del personaje. Impresiona en este sentido el aplomo de Joyce DiDonato (Kansas, 1969), cuya majestuosa vocalidad y sentido estil¨ªstico le permiten triunfar tanto en el repertorio barroco como en el rom¨¢ntico. Belcantista de impecable escuela y liederista de ampl¨ªsimas inquietudes -ha consagrado uno de sus discos a la canci¨®n espa?ola-, DiDonato cautiva con sus matizadas interpretaciones de Angelina en La Cenerentola o el Compositor de Ariadne auf Naxos. Artista de enorme versatilidad, antepone la musicalidad, la elegancia y la expresividad al puro lucimiento vocal. Tiene, adem¨¢s, un encanto especial, una sensibilidad que llega al espectador con frescura y justa emotividad, virtudes que sientan bien a H?ndel, como demuestra su ¨²ltimo disco, Furore (Virgin), grabado el pasado abril en Bruselas, con el mismo repertorio que cant¨® en diciembre en el Real. Su pr¨®xima grabaci¨®n es otro t¨ªtulo haendeliano, Alcina, dirigida por Alan Curtis, con la joven mezzo espa?ola Maite Beaumont (Archiv).
El mejor tenor alem¨¢n de las ¨²ltimas d¨¦cadas se llama Jonas Kaufmann (M¨²nich, 1969), que ha cimentado su carrera en la ?pera de Z¨²rich, donde ingres¨® en 2001, y est¨¢ ascendiendo vertiginosamente en la escena mundial. Voz l¨ªrica de origen, con s¨®lidos agudos y tonos oscuros que le permiten incidir en repertorios spinto que exigen m¨¢s fuerza. Llam¨® la atenci¨®n cantando papeles mozartianos muy l¨ªricos, como Tamino (La flauta m¨¢gica) y Belmonte (El rapto en el serrallo) o el schubertiano Fierrabras, y es un excelente liederista. Tiene a su favor un f¨ªsico de enorme atractivo, un buen instinto dram¨¢tico y una gran curiosidad musical, que le ha llevado a grabar t¨ªtulos rom¨¢nticos tan poco conocidos como El vampiro, del compositor Heinrich August Marschnern (Capriccio), u Oberon, de Weber, dirigido por John Eliot Gardiner (Philips).
Su intensa interpretaci¨®n de personajes esenciales del repertorio de tenor l¨ªrico como Alfredo (La Traviata), Don Jos¨¦ (Carmen) y Rodolfo en La boh¨¨me le ha abierto las puertas del Metropolitan, las ¨®peras de Par¨ªs, M¨²nich y Berl¨ªn, y de forma muy especial, el Covent Garden, donde cautiv¨® al p¨²blico en un montaje de La Rondine, de Puccini, junto a Angela Gheorghiu, con quien acaba de grabar otro gran t¨ªtulo pucciniano, Madama Butterfly, bajo la batuta de Antonio Pappano (Emi).
Volver¨¢ a Espa?a en agosto para cantar Fidelio en Sevilla y en su primer recital individual, dirigido por Marco Armiliato (Decca), combina t¨ªtulos del repertorio rom¨¢ntico italiano, franc¨¦s y alem¨¢n. Huye de cualquier encasillamiento, le gusta cambiar de estilo y asegura sentirse igual de c¨®modo cantando Cos¨¬ fan tutte, Parsifal o Tosca. A finales de mayo saldr¨¢ su pr¨®ximo disco, con obras de Mozart, Schubert, Beethoven y Wagner grabadas bajo la direcci¨®n de Claudio Abbado.
Tambi¨¦n cuenta con un imponente f¨ªsico el bajo uruguayo Erwin Schrott (Montevideo, 1972), quien tiene a Mozart como indiscutible compositor fetiche y busca en escena esa veracidad teatral que, afortunadamente, comienza a ser norma com¨²n en las nuevas generaciones de cantantes. Debut¨® profesionalmente muy joven, a los 22 a?os, en su ciudad natal y salt¨® a la fama tambi¨¦n muy pronto, en 1998, cuando gan¨® en Hamburgo Operalia, el concurso internacional fundado por Pl¨¢cido Domingo. No s¨®lo cuida su voz, tambi¨¦n cuida su cuerpo en el gimnasio y, aunque intenta mantener su vida privada alejada de los focos, su relaci¨®n con Anna Netrebko ha sido noticia destacada en algunos diarios centroeuropeos.
Ciertamente, los personajes mozartianos le han dado fama y ocupan un lugar de honor en su primer recital discogr¨¢fico, grabado con el director Riccardo Frizza y la Orquestra de la Comunitat Valenciana (Decca), en el que aborda tambi¨¦n arias de Berlioz, Gounod, Verdi y Meyerbeer. Los consejos de dos grandes cantantes, Mirella Freni y Leo Nucci, resultaron decisivos en su formaci¨®n; tambi¨¦n la prudencia que demuestra a la hora de ampliar su repertorio: Don Giovanni, Leoporello, F¨ªgaro son como una segunda piel y no descarta en el futuro cantar tambi¨¦n el papel del Conde en Las bodas de F¨ªgaro, pero no tiene prisa. Est¨¢ aprendiendo alem¨¢n para profundizar en ese repertorio, quiere cantar m¨¢s Verdi e incluso alg¨²n Wagner l¨ªrico en el futuro, pero no quiere forzar las cosas, prefiere esperar la evoluci¨®n natural de su voz y obrar en consecuencia, sabia decisi¨®n que suele garantizar una larga carrera.
A estas cinco voces ya consolidadas se suma la jovenc¨ªsima soprano georgiana Nino Machaidze, que el pasado verano, con s¨®lo 25 a?os, deslumbr¨® al p¨²blico y la cr¨ªtica del Festival de Salzburgo en un montaje de Romeo y Julieta, de Gounod, junto a Rolando Villaz¨®n, reci¨¦n editado en DVD. Su ¨¦xito demuestra hasta qu¨¦ punto han cambiado las cosas en el mundo de la ¨®pera: antes se llegaba a Salzburgo tras una serie de triunfos en los mejores teatros del mundo, ahora es un trampol¨ªn desde el que se lanzan carreras de artistas noveles. Parece que la suerte acompa?a a Machaidze, porque el sello amarillo negocia otro lanzamiento, un montaje de I puritani, de Bellini, formando pareja con Juan Diego Fl¨®rez. En Barcelona acudi¨® a una audici¨®n antes de saltar a la fama y el Liceo le ofreci¨® un contrato para actuar en la pr¨®xima temporada en el segundo reparto de una producci¨®n de La fille du r¨¦giment junto al emergente tenor alicantino Antonio Gand¨ªa. ?Y qui¨¦nes actuar¨¢n en el primer reparto? Pues el tenor de moda, Juan Diego Fl¨®rez, y la estupenda soprano italiana Patrizia Ciofi. Ser¨¢ una buena oportunidad para calibrar en directo las cualidades que enamoraron al p¨²blico salzburgu¨¦s el pasado verano.
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