"Mi situaci¨®n con Izquierda Unida no es c¨®moda"

El colegio de monjas Las Francesas empez¨® a incorporar c¨®digos que distingu¨ªan a las ni?as cuyos padres pod¨ªan pagar los estudios -como era el caso de Rosa Aguilar, nacida en una familia acomodada- de las dem¨¢s. El uniforme azul marino con pespuntes blancos de las primeras era de tergal; el de las segundas, no. Entraban al colegio por puertas distintas. Y un d¨ªa, cuando ella apenas ten¨ªa nueve a?os, propusieron que las que no pod¨ªan pagar se quedaran al final del d¨ªa a fregar los suelos. "Lo solucionamos qued¨¢ndonos todas a fregar". A la peque?a Rosa no le gustaban esas diferencias. A los 17 a?os ingres¨® en el Partido Comunista.

La alcaldesa de C¨®rdoba elige una taberna de la Cava Baja madrile?a, lugar al que empez¨® a acudir a mediados de los noventa, cuando se convirti¨® en la primera mujer portavoz de un grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Llevaba ya un a?o en el puesto cuando un reputado diputado (del que no quiere revelar el nombre) le dijo: "Has superado la prueba", aludiendo a que, en su condici¨®n de mujer, hab¨ªa estado a la altura de los hombres. "Las mujeres tenemos un sentido del rid¨ªculo y del pudor distinto de los hombres", dice, y da un trago al refresco light que acaba de pedir.

La alcaldesa de C¨®rdoba cree que la coalici¨®n pol¨ªtica vive en un caparaz¨®n

Cuando habla de Izquierda Unida, frunce el ce?o fuertemente. Cuando habla de la vida, su cara se ilumina, resplandece su sonrisa. Y es entonces cuando aparece una mirada entusiasta que remite a esa ni?a que a¨²n lleva dentro. "Las etapas que te saltas en la vida permanecen en ti. Si con 10 a?os tienes que hacer lo que hace alguien de 20, llevas un cachito de ni?a contigo para siempre". Ten¨ªa nueve a?os cuando su padre falleci¨®. Su madre entr¨® en depresi¨®n, as¨ª que la peque?a Rosa tuvo que hacerse cargo de la tienda familiar, una pasamaner¨ªa; tuvo que empezar a hablar con los bancos, encargarse de todo. "Por eso soy una persona a la que no le cuesta tomar decisiones, las tuve que tomar desde muy peque?a", explica mientras se sirve con mimo los esp¨¢rragos.

A sus 51 a?os, a la alcaldesa de C¨®rdoba le cuesta reconocerse como comunista. "M¨¢s que comunista, soy ciudadana del mundo", dice. "Mi situaci¨®n con Izquierda Unida no es c¨®moda. IU deber¨ªa salir de su caparaz¨®n para abrirse a la ciudadan¨ªa, tiene que hacer propuestas donde mucha gente pueda reconocerse". No se plantea dar un paso al frente para liderar a la izquierda, ni se lo plante¨® hace unos meses, asegura. "Si das un paso as¨ª en tu vida es porque tienes la convicci¨®n de que las cosas pueden cambiar. Y hace ya tiempo que la posibilidad de un cambio de verdad en IU est¨¢ muy en cuarentena". El jefe de la taberna, que la conoce bien, trae un tiramis¨² especialmente preparado para ella. Aunque no es muy de postres, no puede negarse.

Juega al p¨¢del, nada, intenta leer a pesar de sus jornadas de 14 o 15 horas. Lo consigue rob¨¢ndole tiempo al sue?o, con cuatro o cinco horas le basta. "Soy b¨²ho y no alondra, la noche me encanta". Eso s¨ª, todos los d¨ªas intenta echarse una de sus famosas siestas de cinco minutos; se duerme en cualquier sitio, apoyando la cabeza sobre las manos: "Y entonces empieza un d¨ªa nuevo". Los que trabajan con ella se echan a temblar: la alcaldesa ha repuesto energ¨ªas, ?tiene pilas para nueve horas m¨¢s de trabajo!