Condones para el cepillo
Uno va tranquilamente conduciendo por la M-30, por la M-40 o adyacentes y de pronto se topa con los carteles de la discordia. Con ese beb¨¦ y el pobre lince protegido que han enternecido y enfurecido a los habitantes de Madrid a partes iguales. Aunque el ni?o tiene pinta de luterano, dicho sea de paso, lo que no hay duda es de que los obispos han conseguido una vez m¨¢s lo que se propon¨ªan: provocar al paciente ciudadano y a un buen precio.
Dice monse?or Camino, ese peazo de portavoz, que la cosa les ha salido barata. Unos 250.000 euros de nada que, por supuesto, en parte saldr¨¢n de los 5.000 millones que la Iglesia recibe anualmente del Estado y en parte del cepillo que llenan los feligreses. No han emitido los anuncios en televisi¨®n ni en radio. Se han conformado con 1.300 vallas publicitarias repartidas por toda Espa?a, 215 de ellas s¨®lo en Madrid. No les ha hecho falta m¨¢s porque hemos ido todos a una a bailarles el agua. Los medios propensos a la merienda inquisitorial, encantados de la vida, y los laicos, a su vez, poniendo el grito en el cielo. Curiosa empanada.
Ese beb¨¦ y el pobre lince protegido que han enternecido y enfurecido a Madrid a partes iguales
Al tiempo y con la cosa caliente, el Papa se hace una escapadita a ?frica y suelta esas perlas sobre el cond¨®n. A su juicio, no sirve para que el continente inerme se proteja contra el sida. A estas alturas, nadie se explica c¨®mo no vinieron unos loqueros inmediatamente y se lo llevaron con camisa de fuerza al manicomio. A una buena tajada de dementes, por mucho menos que eso, les han ingresado de por vida.
El caso es que se siguen confundiendo los t¨¦rminos y los ¨¢mbitos. La Iglesia se empe?a en influir a toda costa en la esfera civil y el Estado no acaba de romper unos v¨ªnculos absurdos con una instituci¨®n que se ha empe?ado por los siglos de los siglos en no salir de las tinieblas. Si no se les pone en su sitio ahora, que nadie crea que cuando la derecha regrese al poder lo va a proponer. Lo que no est¨¢ claro es en el cuerpo de qui¨¦n lo va hacer. No sabemos a d¨ªa de hoy cu¨¢l de las tres caras de la Sant¨ªsima Trinidad -la del pobre Mariano, la de Espe o la de Gallard¨®n- subir¨¢ al trono. Pero lo que salta a la vista es que ninguna de ellas contempla, a fecha de hoy y con siglos de retraso, reforzar el estado laico.
Para colmo, los obispos han anunciado movilizaciones. Ya nos echamos a temblar una buena parte de los madrile?os ante la perspectiva de unas calles tomadas por esos cantos bobalicones de los kikos y dem¨¢s sectas selectas tan molonas para la actual jerarqu¨ªa cat¨®lica. Menudo preludio para una Semana Santa de capuchones entregados a la lucha contra el aborto.
Es el precio que debemos pagar los habitantes de la capital por habernos convertido en reserva espiritual. Una reserva tomada por esp¨ªas que han sido oficialmente absueltos, donde tambi¨¦n se persigue desde el poder instituido a los m¨¦dicos que practican legalmente el aborto y se fulmina a otros h¨¦roes civiles como el doctor Montes, empe?ados en aliviar, con todo derecho, el doloroso camino a la muerte.
Nuestras m¨¢s horribles pesadillas se han hecho realidad. No por la crisis, que en parte s¨ª. M¨¢s bien porque no acabamos de despertar de un mal sue?o en el que Rouco y sus secuaces se empe?an en seguir dictando las normas. Todas las normas. El cardenal en muchos casos dejar¨ªa a los lefebvrianos -recientemente perdonados por Ratzinger- en curas progres. A la vista est¨¢n los resultados. Ha conseguido, con el coro de una derecha preocupantemente acr¨ªtica con la Iglesia y anclada junto a ella en otro siglo, reabrir debates cerrados ya hace m¨¢s de veinte a?os.
Quiz¨¢ por eso ha llegado el momento de reaccionar. Ya que ellos toman la calle cada dos por tres para atarnos en corto, entremos los laicos en las iglesias para predicar y explicarles de qu¨¦ va el mundo en que vivimos. Harta un poco que s¨®lo se escandalicen los de siempre. Cuando una instituci¨®n que proclama el derecho a la vida compara un ser humano con un animal, por muy lindo y muy en peligro de extinci¨®n que se encuentre, quienes creemos que el hombre resulta un ser soberano sobre la Tierra y bajo el cielo, tambi¨¦n tenemos derecho a hacer nuestras campa?as.
?Qu¨¦ tal si hoy, d¨ªa del Se?or, me meto en misa de doce y cuando pasen el cepillo les meto un cond¨®n en lugar de un euro? ?No te jode!
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