La soga blanca
Qu¨¦ ser¨¢ lo que inspira las nuevas manipulaciones de los ya conocidos como obispos trabucaires ?la ignorancia, la mala fe, o quiz¨¢ ambas? Solo as¨ª se explica la apropiaci¨®n indebida y blasfema del lazo blanco, mudado en sus manos en una soga que pretende estrangular el derecho a decidir (Diana Raznovich me regala el dibujo de una de sus mujeres estupendas que se hace la siguiente reflexi¨®n: "A los jerarcas de la Iglesia cat¨®lica les preocupa m¨¢s la vida de un embri¨®n de lince que la m¨ªa").
El lazo blanco, muy monse?ores nuestros, resulta para nosotras sagrado, porque desde 1991 es el s¨ªmbolo contra la violencia machista. Y que sepamos nunca hasta ahora han decretado sus excelencias que se haya de prender en las casullas o en los templos, afectando como afecta, esta b¨¢rbara expresi¨®n del sentido de la propiedad, a tan gran n¨²mero de mujeres en el mundo entero. El lazo blanco naci¨® por cierto a iniciativa de un grupo de hombres canadienses a ra¨ªz de la matanza de 14 chicas estudiantes por parte de un mis¨®gino que las acusaba de quitar el puesto a sus compa?eros. Llevar el lazo blanco significa desde entonces el compromiso personal de no cometer, ni permitir, ni silenciar la violencia contra las mujeres. Y ahora, por el contrario, pretenden sus eminencias reverend¨ªsimas utilizarlo como ariete contra la ley del aborto, imponi¨¦ndolo a las cofrad¨ªas que se dejen, que a lo que se ve tampoco van a ser tantas. Porque una cosa es el folclore de la Semana Santa y otra muy distinta que costaleros y manolas con teja y cirio no echen mano del cond¨®n y la cl¨ªnica cuando les haga falta (nuestras tradiciones festivas se han tenido que urdir o reconducir en torno a cristos, v¨ªrgenes y santos porque durante siglos no nos dieron sus santidades m¨¢s opci¨®n, igual que buena parte de la Historia del Arte occidental atufa a incienso porque no hab¨ªa otra).
Ignorancia o mala fe, o las dos al alim¨®n, tambi¨¦n contra los m¨¦todos anticonceptivos que a su vez act¨²an de barrera ante graves infecciones. Ignorancia o mentira, o ambas, cuando aseveran que el preservativo (o profil¨¢ctico, en la segunda y m¨¢s blandengue versi¨®n vaticanista) no vale para evitar el sida. Y huelga advertir de que una mentira en asunto tan serio no solo podr¨ªa ser delito, sino que seguro que es tambi¨¦n pecado. Y de los mortales.
Suenan los tambores. Circula por Internet una propuesta de lazos negros contra los curas y obispos pederastas, y quiz¨¢ haya que inventar tambi¨¦n el lazo dorado y p¨²rpura, algo que recuerde y combata por una parte al oropel del trono de San Pedro y por otra al fuego de la Inquisici¨®n.
No s¨¦ con qu¨¦ color podr¨ªamos conjurar las homil¨ªas papales ante las oblatas donde se conmina a las mujeres a "obedecer y darse al pr¨®jimo". Pero quiz¨¢ tampoco ser¨ªa mala idea proponer a las autoridades sanitarias que hagan obligatoria la colocaci¨®n bien visible de la siguiente advertencia a la puerta de parroquias, ermitas y catedrales: "La doctrina sexual de la Iglesia perjudica seriamente la salud".
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