Mosaico romano de vanguardia
El yacimiento de La Olmeda renace en un ins¨®lito edificio de ¨²ltima tecnolog¨ªa
La ¨²ltima arquitectura nos hab¨ªa acostumbrado a la aparici¨®n, por pueblos y capitales de provincia, de espectaculares museos vac¨ªos de contenido. En Pedrosa de la Vega (Palencia), el nuevo edificio de ?ngela Garc¨ªa de Paredes e Ignacio Garc¨ªa-Pedrosa no s¨®lo funde su escultural fachada con el paisaje; tambi¨¦n su contenido es tan antiguo como sus cimientos: la planta de una espl¨¦ndida villa romana del siglo IV y su fascinante colecci¨®n de mosaicos.
En el oecus de la villa, el sal¨®n principal donde se celebraban banquetes y donde la decoraci¨®n demostraba la categor¨ªa social del propietario, la famosa escena de la Odisea -en la que Ulises reconoce a Aquiles en el gineceo del rey Licomedes, en la isla de Skyros- compone uno de los mosaicos policromados mayores del mundo. Todo eso, antig¨¹edad y vanguardia, en medio de un llano desde el que no se aprecia otra cosa que un horizonte de chopos y tranquilidad.
Los arque¨®logos que han analizado la villa romana de La Olmeda, Pedro de Palol durante veinte a?os y Jos¨¦ Antonio Ab¨¢solo hoy, coinciden en que debi¨® de ser un incendio, y el cese en la actividad de los propietarios -se presume que eran acaudalados tratantes de caballos- lo que enterr¨® esta villa del bajo imperio romano durante siglos.
Fue el due?o de estas tierras, Javier Cortes, quien en 1968, azada en mano y rebajando un terreno para ponerlo en regad¨ªo, se top¨® con un bloque de piedra. A medio metro de profundidad algo brill¨®. Y la vida de Cortes cambi¨® para siempre. Comenz¨® a excavar. Una fotograf¨ªa inmortaliza el momento en que las fuerzas vivas palentinas atienden a las explicaciones de un Cortes joven, encorbatado y espigado, ante un pedazo de mosaico excavado. Le seguir¨ªan 3.000 metros de villa, incluidas unas termas, una piscina, un patio porticado y las sucesivas necr¨®polis (tres descubiertas hasta la fecha, la primera con m¨¢s de 500 tumbas).
Cortes almacenaba en su vivienda de Salda?a, el pueblo del que fue alcalde, los centenares de monedas, las cer¨¢micas, las herramientas o las vasijas de vidrio que se encontraron entre los ajuares f¨²nebres y que hoy se conservan en la iglesia de San Pedro de Salda?a, rehabilitada como museo.
A finales de los sesenta, Cortes declin¨® la oferta de compra que le hizo el Museo Arqueol¨®gico Nacional con el fin de exhibir las piezas en sus salas madrile?as. Dedic¨® su dinero y su tiempo a descubrir y conservar los mosaicos en su lugar de origen. En 1980 don¨® el yacimiento a la Diputaci¨®n de Palencia. En 1996 la villa fue declarada Bien de Inter¨¦s Cultural. Para entonces, Cortes, volcado en sus estudios de arqueolog¨ªa, ya era un experto en mosaicos. "Era capaz de reconocer la procedencia de todas las piedras. Recib¨ªa consultas de especialistas de todo el mundo", cuentan hoy los arquitectos. Javier Cortes muri¨® el pasado d¨ªa 3. No pudo inaugurar la nueva vida de su villa del siglo IV arropada por unas instalaciones del siglo XXI.
El nuevo edificio de Paredes y Pedrosa es, en realidad, una inmensa cubierta capaz de ofrecer una vista general del yacimiento y, sin embargo, capaz tambi¨¦n, gracias al uso de telas met¨¢licas semitransparentes, de separar la antigua villa por estancias para ayudar la imaginaci¨®n de los visitantes.
Por fuera, el nuevo edificio est¨¢ arropado por una piel de acero cort¨¦n perforada que forma una fachada irregular, texturada y sorprendente. Cuando, circulando por la carretera que conduce de Palencia a Salda?a, el edificio se adivina en el horizonte, ¨¦ste se confunde con alguna de las muchas choperas que salpican el paisaje.
Como las ramas de los ¨¢rboles, las planchas de acero cort¨¦n se aligeran con la altura. Las hendiduras aumentan su tama?o y se ensanchan desde el z¨®calo hasta la cubierta. Para frenar el fuerte viento de la llanura, las planchas forman un zigzag y esos quiebros aumentan el juego de los reflejos externos.
En el interior, una haza?a estructural hace que la inmensa cubierta parezca levitar sobre la antigua villa. Un suelo de madera de ipe pavimenta las pasarelas por donde el visitante puede ahora adentrarse en la villa con la rara oportunidad de no perder nunca de vista la inmensa planta de la misma: 3.000 metros cuadrados rebosantes de mosaicos.
Algunos de los motivos decorativos geom¨¦tricos se repiten en otras villas romanas, como la de San Juli¨¢n de la Valmuza, en Salamanca, o la de Alc¨¢zar de San Juan, en Ciudad Real. Se a?ade as¨ª m¨¢s misterio al enigm¨¢tico mundo de los mosaicos que fascin¨® a Javier Cortes y que ahora cuenta tambi¨¦n con un fascinante contenedor.
Babelia
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