Demasiado arte demasiado banal
Los directores de museos creen que proliferan las exposiciones poco rigurosas y superfluas
El todopoderoso Phillipe de Montebello, director del Metropolitan de Nueva York durante m¨¢s de 30 a?os, acaba de abrir la caja de los truenos en el mundo del arte al decir que los museos est¨¢n enfermos de exposiciones y que se han olvidado de lo fundamental: las colecciones permanentes. C¨®mic en el Louvre, graffiti en el Grand Palais, Picasso en la National Gallery o Bacon en el Prado ilustran este momento de confusi¨®n o de evoluci¨®n hacia un modelo diferente. ?Se hacen demasiadas exposiciones? ?Se busca m¨¢s p¨²blico? ?M¨¢s ingresos? ?Hay un n¨²mero ideal de exposiciones temporales? ?Est¨¢ bien romper fronteras tem¨¢ticas y cronol¨®gicas?
Los responsables de los museos niegan haber infectado a sus centros con el virus de la exposicioncitis de que habla Montebello. S¨ª creen que se hacen demasiadas y que su rigor no es siempre el exigible. Afirman que sus programas se realizan buscando difundir conocimiento, no lograr dinero. La mayor parte considera que se debe reflexionar sobre las fronteras que acotan los contenidos.
VICENTE TODOL?. TATE MODERN "No somos mausoleos"
Vicente Todol¨ª dirige uno de los museos con m¨¢s actividad: juega con un m¨ªnimo de seis exposiciones al a?o. Simultanea una mayoritaria con otra m¨¢s de culto. En estos momentos expone Definiendo el constructivismo de Rodchenko & Popova (ser¨¢ el plato fuerte del verano en el Reina Sof¨ªa) y la artista norteamericana Roni Horn. "No creo, en absoluto, que los museos realicen demasiadas exposiciones. Nosotros dedicamos dos terceras partes del museo a la colecci¨®n permanente y el resto a temporales. Creo que el museo tiene la obligaci¨®n de realizarlas porque son el resultado de los trabajos de investigaci¨®n de los curators. En el mundo de la ciencia, los investigadores tienen sus boletines; en el campo del arte, los investigadores tienen las exposiciones. De otra forma, s¨®lo los especialistas podr¨ªan acceder a los descubrimientos y an¨¢lisis de artistas concretos o fen¨®menos creativos que se muestran en las exposiciones. Si los museos no hacen esto, se convierten en mausoleos o cementerios. No programamos en funci¨®n de la recaudaci¨®n".
Todol¨ª es de los que aplaude la ruptura de las fronteras muse¨ªsticas. "Me parece muy bien. Eso s¨ª, tiene que tener un sentido y estar en relaci¨®n con la esencia del museo. Tambi¨¦n tenemos que tener en cuenta que es muy diferente lo que se hace en los museos de EE UU de lo que se hace en los europeos. All¨ª, al funcionar con fondos privados, pueden programar lo que quieran. S¨®lo tienen que preocuparse de que las programaciones no choquen. S¨ª creo que las colecciones tienen que estar muy bien definidas y no sufrir saltos o cambios de criterio locos".
MIGUEL ZUGAZA. EL PRADO "Aut¨¦nticas subastas"
Miguel Zugaza es el director m¨¢s rompedor del panorama nacional. Ha mostrado una performance con Miquel Barcel¨® en el Cas¨®n del Buen Retiro, ha expuesto a Twombly y ahora a Bacon dentro de las salas nobles del museo. De entrada, est¨¢ de acuerdo en que el n¨²mero de exposiciones es excesivo. "En el mundo, y particularmente en nuestro pa¨ªs, se hacen muchas exposiciones. Tradicionalmente era una pr¨¢ctica reservada a los museos y hoy se ha convertido en una aut¨¦ntica subasta. Pero, en cualquier caso, lo importante no es si se hacen demasiadas o no, sino si las que se hacen responden a una verdadera necesidad. Lo que puedo garantizar es que son muchos los proyectos a los que negamos nuestra colaboraci¨®n por su falta de rigor y la poca seriedad de las instituciones organizadoras".
Como regla general, Zugaza realiza anualmente tres exposiciones grandes y tres peque?as. La programaci¨®n no es caprichosa. "Una exposici¨®n en un museo como el Prado es la ¨²ltima fase de un proceso de estudio, de investigaci¨®n. No todas las investigaciones llegan a esa fase. Otras se quedan en un libro. Ese paso se puede dar cuando el museo o la instituci¨®n organizadora tiene algo relevante que comunicar a la comunidad cient¨ªfica y a sus visitantes. Adem¨¢s, personalmente creo que las exposiciones tienen que interesar al mayor n¨²mero de personas posibles. Esto es lo que justifica que viajen y se re¨²nan las obras que se encuentran dispersas en distintos museos y colecciones".
Las exposiciones son, en su opini¨®n, un elemento dinamizador para el p¨²blico pero con costes. "En el caso particular del Museo del Prado", explica, "una exposici¨®n es una fuente de gasto extraordinario. Tratamos, desde un punto de vista econ¨®mico, de cubrir estos gastos a trav¨¦s del patrocinio y de los ingresos por entradas. Hay exposiciones en las que lo conseguimos y en otras, no. Por ejemplo, sin la garant¨ªa del Estado, ser¨ªa imposible organizar exposiciones como Rembrandt o Bacon. Los costes ser¨ªan inasumibles".
La incorporaci¨®n del arte contempor¨¢neo en la programaci¨®n de exposiciones de los museos hist¨®ricos responde a dos factores, seg¨²n el director del Prado. "Uno es de car¨¢cter hist¨®rico y cr¨ªtico: el arte del siglo XX es hist¨®rico igual que lleg¨® a serlo el arte de los siglos precedentes. La constataci¨®n de la existencia de esta consciencia hist¨®rica de la vanguardia del siglo pasado origina una reflexi¨®n ineludible. Exposiciones como la de Picasso o Bacon contribuyen a ello. Por otra parte, debemos saber que el propio arte actual, el del siglo XXI, ha roto claramente su aislamiento respecto a la historia y son los artistas quienes reclaman una nueva relaci¨®n con el pasado y con el museo hist¨®rico. Ha ocurrido lo mismo en otras ¨¦pocas pero quiz¨¢ a nosotros nos resulta m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa romper con el poderoso paradigma de que el arte de vanguardia se ha hecho en contra de la historia. En cualquier caso, creo que los museos hist¨®ricos deben participar en esta reflexi¨®n pero de una forma controlada. No vale todo".
JOS? GUIRAO. CASA ENCENDIDA "Se alimenta la industria"
El ex director del Reina Sof¨ªa y actual responsable de La Casa Encendida responde tajante que el n¨²mero de exposiciones es excesivo y que no todas se ajustan al t¨ªtulo con el que se presentan. "Deber¨ªa buscarse aportar nuevas visiones o descubrimientos en el terreno de la historia del arte, de la est¨¦tica o del pensamiento, al p¨²blico y a la comunidad art¨ªstica, pero en muchos casos se trata de puro activismo vac¨ªo de contenidos, que alimenta m¨¢s a la peque?a industria del arte que a las instituciones que las organizan en t¨¦rminos de ingresos econ¨®micos".
Guirao es de los que recelan del trasvase tem¨¢tico entre museos. Para ¨¦l, las barreras siguen teniendo sentido: "Si estas exposiciones responden a nuevas y justificadas lecturas de la colecci¨®n del museo y a pol¨ªticas a medio plazo y sustentadas en la actividad ordinaria del mismo, como su labor de investigaci¨®n, me parece bien. En caso contrario ser¨ªa un mal ejemplo".
GUILLERMO SOLANA. THYSSEN "Se hacen muchas malas"
El conservador jefe de la Fundaci¨®n Thyssen cree que es ir¨®nico que sea precisamente Montebello, el gran inventor de las exposiciones temporales en los museos, el que ahora denuncie que el modelo se les ha ido de las manos. "Es una autoiron¨ªa con la que Montebello quiere decir que ¨¦l, que ha presidido durante varias d¨¦cadas el mejor museo del mundo y ha promovido una edad de oro de los museos a trav¨¦s de las grandes exposiciones, es al mismo tiempo lo bastante listo para ver los l¨ªmites del modelo que impuls¨®".
Solana opina que se hacen demasiadas muestras malas. "Se hacen demasiadas exposiciones que no son lo que prometen; exposiciones que se titulan por ejemplo Obras maestras del museo de... y consisten en cosas desenterradas de los almacenes del museo en cuesti¨®n. Se hacen demasiadas exposiciones de ocasi¨®n, de esas que vienen empaquetadas y se alquilan por una cantidad de dinero. Por el contrario, se hacen muy pocas realmente buenas: originales, rigurosas, atractivas. De estas ¨²ltimas hacen falta muchas m¨¢s".
Convencido de que cada centro debe realizar el n¨²mero de exposiciones que pueda asumir, asegura que lo que se busca siempre es el incremento de visitantes. Con cubrir gastos, el objetivo est¨¢ cumplido. "Contra lo que algunos parecen creer, hacer exposiciones no es un buen negocio". Para Solana, hablar de barreras, es absurdo. "Son artificiales. La historia del arte es una, y la misma antes y despu¨¦s de 1900. Y el museo imaginario universal incluye tanto a la Gioconda como al c¨®mic".
KLAUS SCHR?DER. ALBERTINA "Buscamos deleitar"
El Albertina de Viena es capaz de simultanear tres exposiciones importantes por temporada. Su director, Klaus Albrecht Schr?der, es contrario a los l¨ªmites y, si el p¨²blico responde, no hay motivo para reducir. "La experiencia nos demuestra que podemos abrir una nueva exposici¨®n potente cada tres meses".
"Aqu¨ª nos encontramos con el mismo fen¨®meno que en la econom¨ªa. El beneficio nuestro est¨¢ en despertar el inter¨¦s. Si hay visitas, es que ofrecemos un buen producto. Nuestro primer objetivo es deleitar. Si con ello ganamos dinero, mejor, porque lo ideal ser¨ªa que los museos fueran autosuficientes". Con unos fondos de un mill¨®n de grabados y 40.000 dibujos, e
l Albertina es un museo "pionero" en mezclar arte antiguo y contempor¨¢neo en su programaci¨®n. "Pienso que poner barreras es una manera muy anticuada de hacer los programas en los museos y que en el siglo XXI deber¨ªamos aplicar otros criterios".
JIM?NEZ BURILLO. MAPFRE "Como en los libros"
La Fundaci¨®n Mapfre es una de las m¨²ltiples instituciones privadas que contribuye al crecimiento de la oferta art¨ªstica. Su director, Pablo Jim¨¦nez Burillo, opina que el n¨²mero puede ser excesivo, pero cree que, como en el mundo del libro, las novedades son necesarias. "La verdad es que no podr¨ªamos imaginar una editorial sin novedades y hoy en d¨ªa tampoco un museo sin exposiciones. Habr¨ªa, sin embargo, que hacer una diferencia entre exposiciones que realmente plantean maneras de ver, puntos de vista, novedades u obras que habitualmente no se pueden ver y otras que parecen instaladas en una cierta rutina".
Contrario a fijar un n¨²mero de exposiciones, considera que es enriquecedor que los museos abran sus fronteras. "En los ¨²ltimos a?os la gente se ha acostumbrado a ver con la misma naturalidad el arte antiguo y el moderno y contempor¨¢neo, con lo que las antiguas divisiones cronol¨®gicas ya no nos sirven. Adem¨¢s, ver a un artista contempor¨¢neo en un museo hist¨®rico da un nuevo punto de vista sobre ¨¦l. Aunque no habr¨ªa que olvidar el principio de las exposiciones que tienen que ver con las propias colecciones".
BORJA-VILLEL. REINA SOF?A "Consumo m¨¢s que arte"
Manuel Borja-Villel se suma a los que reconocen que hay un exceso de exposiciones. "La cultura y el arte se han convertido en mercanc¨ªas, elementos de consumo y, como tales, parecen destinados al intercambio de bienes m¨¢s que al conocimiento o a la experiencia est¨¦tica. De ah¨ª que a menudo los museos se comporten como centros de producci¨®n de eventos destinados a la obtenci¨®n de nuevos mercados y p¨²blicos. El resultado es la sobreproducci¨®n que no siempre aporta demasiado. El problema, con todo, no es que se hagan demasiadas exposiciones; el problema es que muchas son simplemente banales porque su objetivo final no es la experiencia est¨¦tica, sino el consumo".
El director del Reina Sof¨ªa no es partidario de marcar un n¨²mero fijo de muestras expositivas. "Ser¨ªa como limitar la producci¨®n de un artista o de un escritor. Lo importante es tener ideas que explicar y analizar. Dicho esto, es cierto que existe una relaci¨®n entre la escala del centro y el n¨²mero y naturaleza de las exposiciones que ¨¦ste puede organizar o albergar".
Mientras remata la revolucionaria iniciativa de incluir grabados de Goya en la colecci¨®n permanente del museo, Borja-Villel se muestra a favor de que todos puedan ampliar fronteras. "No creo que los museos de arte moderno y contempor¨¢neo salgan perjudicados porque el Prado o la National Gallery hagan exposiciones de arte contempor¨¢neo. Lo que habr¨ªa que preguntarse es si estos museos hist¨®ricos o los propios artistas pueden salir perjudicados por el hecho de que aqu¨¦llos se adentren en campos que en principio le son ajenos. Si se organizan exposiciones de arte del siglo XX s¨®lo por captar nuevas audiencias, estamos cometiendo un error, traicionando la misi¨®n para la que los museos fueron concebidos y al mismo tiempo fetichizando y normativizando un tipo de arte que por definici¨®n es abierto".

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