La tenacidad tiene premio
Diez amigos logran que la ONCE les pague un cup¨®n agraciado que uno de ellos extravi¨® en 2002
Manuel M¨¢rquez Garc¨ªa busc¨® el cup¨®n de la ONCE... y no lo encontr¨®. Sab¨ªa que lo hab¨ªa dejado en alguna parte de su casa, pero no aparec¨ªa por ning¨²n lado. Al fin aclar¨® el misterio: su esposa Teresa lo hab¨ªa tirado involuntariamente, mezclado con unas hojas publicitarias y alg¨²n peri¨®dico atrasado. El asunto no tendr¨ªa mayor importancia de no ser que ese pedacito de papel val¨ªa 30.000 euros. ?Estaba premiado! ?se fue el inicio de un largo litigio de seis a?os que ahora ha culminado con ¨¦xito al lograr que el Tribunal Supremo haya fallado que el cup¨®n de marras estuvo en poder de M¨¢rquez y, por tanto, que la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos Espa?oles debe abonarle el dinero. Premio a la tenacidad.
Cada uno de los nueve compa?eros de M¨¢rquez le dio 3.000 euros para mitigar su mal trago por la p¨¦rdida de un cup¨®n
M¨¢rquez y nueve compa?eros del servicio de inform¨¢tica de Renfe ten¨ªan formada una pe?a que cada semana jugaba una tira del sorteo de la ONCE. Constantino Fern¨¢ndez Rodr¨ªguez era el encargado de compr¨¢rsela a Pedro Dols, su vendedor habitual, en un bar de los alrededores del mercado de San Pascual, en el barrio madrile?o de la Concepci¨®n. El 22 de octubre de 2002 adquiri¨® 10 cupones del n¨²mero 21089, en concreto las series 131 a 140, ambas inclusive. Y luego fue, como hac¨ªa siempre, y les dio su participaci¨®n a cada uno de sus amigos (Manuel M¨¢rquez, Eusebio L¨®pez, Antonio Burgos, Fernando Garc¨ªa, Miguel Rodr¨ªguez, Juan Carlos Delgado, Rosa Garc¨ªa, Juan Cervantes y Enrique Rodr¨ªguez).
Tres d¨ªas despu¨¦s, la suerte sonri¨® a la pandilla: le hab¨ªa correspondido a cada uno la bonita suma de 30.000 euros. Hubo cruce de llamadas exultantes y felicitaciones mutuas por el pellizco de la fortuna. Hasta que salt¨® la mala noticia. M¨¢rquez deber¨ªa estar de celebraci¨®n por partida doble, ya que era su 45? cumplea?os y adem¨¢s le hab¨ªa ca¨ªdo del cielo un pu?ado de euros. Sin embargo, estaba triste y al borde de un ataque de nervios porque ¨¦l y su mujer hab¨ªan puesto su casa patas arriba y no lograban dar con el dichoso cuponcito.
Tan desesperado le vieron los nueve amigos que tomaron de consuno una decisi¨®n. "Manolo, no pasa nada. Cada uno de nosotros te daremos 3.000 euros... y asunto arreglado. No hay m¨¢s que hablar. Para eso somos amigos". Eso le dijeron. Y dicho y hecho. Cobraron el premio y a continuaci¨®n unos le llevaron la pasta en billetes de 500 euros, otros le dieron un tal¨®n y el resto le hizo una transferencia bancaria. "Poner de acuerdo a nueve personas es dif¨ªcil, pero aqu¨ª no hubo el menor problema. Ni por nuestra parte ni por la de nuestras esposas. Incre¨ªble, ?no? Pues as¨ª fue", proclama Constantino, actualmente ya prejubilado.
Los diez invitaron a una copa de vino a todos sus compa?eros de la sede de Renfe del paseo de las Delicias de Madrid. Adem¨¢s celebraron con sus c¨®nyuges una cena a la que cada uno de ellos llev¨® "a un pobre" (a un amigo). "Fue algo as¨ª como lo de la vieja pel¨ªcula Pl¨¢cido, de Garc¨ªa Berlanga. Esa en la que unas familias ricas se inventan una campa?a navide?a consistente en compartir una noche de mesa y mantel con unos pobres", explica Juan Carlos Delgado entre las bromas de los dem¨¢s colegas. Por celebrar, hasta celebraron una cena con Pedro Dols, el vendedor de cupones, al que regalaron un jam¨®n, una botella de co?¨¢ y "un detalle" para su esposa. Y eso que el propio Dols tambi¨¦n se hab¨ªa quedado con un cup¨®n premiado y, por ende, se hab¨ªa embolsado 30.000 euros.
Lejos de dar por zanjada la pifia, la pe?a acord¨® interponer denuncia "por robo o extrav¨ªo" del cup¨®n de M¨¢rquez, ante la posibilidad de que alguien lo encontrara y lo cobrase. En paralelo, entabl¨® una batalla para que la ONCE le abonara los suculentos 30.000 euros, pese a que M¨¢rquez no pudiera aportar ni exhibir el cup¨®n premiado. Hab¨ªa que intentarlo.
Sin embargo, la Direcci¨®n General de la ONCE sentenci¨® el 16 de enero de 2003 que nanay, que no soltar¨ªa ni un c¨¦ntimo si no se le presentaba el trocito de papel. Y para m¨¢s inri, sosten¨ªa que bastaba con leer el reverso, donde pone de forma cristalina y con letras bien claras que "el cup¨®n premiado es pagadero al portador contra su presentaci¨®n y entrega, no pudiendo sustituirse por ning¨²n otro documento o testimonio". Punto final.
Lejos de rendirse, la pe?a emprendi¨® un litigio aprovechando que uno de ellos, Antonio Burgos, tiene un hermano que es abogado. "Mi hermano Rafael, que m¨¢s tarde fue el defensor del doctor Luis Montes, el del famoso caso de las sedaciones del hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s, nos asesor¨® de c¨®mo deb¨ªamos hacerlo", recuerda en medio del regocijo generalizado.
El 12 de mayo de 2003, la comisi¨®n permanente del Consejo del Protectorado de la ONCE desestim¨® el recurso de alzada presentado contra la decisi¨®n de la c¨²pula del organismo. Este nuevo rev¨¦s tampoco desanim¨® a los pe?istas, que iniciaron la v¨ªa judicial interponiendo un mes m¨¢s tarde un recurso contencioso-administrativo.
La justicia, ya se sabe, es lenta. Tan lenta que el Tribunal Superior de Madrid no se pronunci¨® hasta el 19 de julio de 2006. M¨¢s de tres a?os de espera para al final concluir: "Debemos declarar y declaramos que las resoluciones impugnadas son conforme a derecho y, en consecuencia, confirmamos su plena validez y eficacia". Vaya fiasco.
La cuesti¨®n parec¨ªa zanjada porque la cuant¨ªa de la demanda hac¨ªa imposible apelar al Tribunal Supremo. Pero el letrado Burgos encontr¨® la f¨®rmula: un recurso de casaci¨®n para unificaci¨®n de doctrina, bas¨¢ndose en que en toda Espa?a hay sentencias con resoluciones dispares en relaci¨®n con cupones de la ONCE o d¨¦cimos de Loter¨ªa Nacional extraviados por sus propietarios.
El abogado Burgos bas¨® su estrategia en diversos antedecentes, entre ellos uno en el que el Tribunal Supremo dio la raz¨®n en julio de 2006 a un ciudadano de Le¨®n que en junio de 2001 hab¨ªa roto varios cupones premiados de la ONCE creyendo que no ten¨ªan validez. El alto tribunal admiti¨® entonces la posibilidad de cobrar el premio "cuando se acredite por prueba indubitada que el afectado adquiri¨® el cup¨®n, que se extravi¨® y que el premio no ha sido abonado". Por otra parte, ya exist¨ªan varios pronunciamientos del Supremo en los que ¨¦ste admite la posibilidad de cobrar un d¨¦cimo de Loter¨ªa Nacional perdido o extraviado.
Los perseverantes trabajadores de Renfe, tan duros como una vieja locomotora de carb¨®n, consiguieron que Pedro Dols declarara por escrito que ¨¦l hab¨ªa vendido 10 cupones a Constantino Fern¨¢ndez, entre ellos el n¨²mero 136 del n¨²mero 21.089. Otros¨ª lograron que la propia ONCE admitiera que esa participaci¨®n -la correspondiente a M¨¢rquez- no hab¨ªa sido cobrada.
Y as¨ª fue como la Secci¨®n Cuarta de lo Contencioso-Administrativo del Supremo, presidida por el magistrado Ricardo Enr¨ªquez Sancho, ha fallado ahora que las anteriores resoluciones de la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos "no resultan ajustadas a derecho". "Existe prueba indubitada de que el recurrente adquiri¨® el cup¨®n premiado, que lo extravi¨® y que el premio correspondiente a tal cup¨®n no ha sido abonado", admiten los magistrados. En conclusi¨®n, que la ONCE debe abonar a M¨¢rquez los 30.000 euros del cup¨®n premiado. "Es un premio en dos partes", bromea uno de los pe?istas. El agraciado devolver¨¢ a cada uno de sus compa?eros 3.000 euros. -
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