Cara y cruz de un crimen
Las vidas del dominicano Luisito y del vigilante que le dispar¨® se encontraron en Cuatro Caminos
La historia, al igual que una moneda, tiene una cara y una cruz. La de Luis Carlos Polanco, un joven dominicano que emigr¨® con su familia a Espa?a. Y la de Jos¨¦ Luis Trejo, un vigilante que anhelaba trabajar en el Pa¨ªs Vasco como escolta. No se conoc¨ªan, pero el 20 de marzo se encontraron en la calle del Topete. Uno acab¨® con dos tiros en la nuca; el otro, detenido.
La primera estocada en la vida de Jos¨¦ Luis, el hombre que dispar¨® el arma, fue su divorcio. Hasta 2004 viv¨ªa con su esposa y su hijo, trabajaba en el negocio de sus padres de fitoterapia (uso terap¨¦utico de productos de origen vegetal). Cinco a?os despu¨¦s acab¨® vigilando un bar de alterne. Su abogado lo define como un esquizofr¨¦nico paranoide. Una vecina de su barrio asegura que es un "buen chaval, un tipo afable". Un ex compa?ero de trabajo dice que era un buen trabajador, "algo obsesivo, que viv¨ªa angustiado por los problemas econ¨®micos". Uno de sus amigos recuerda que pas¨® de ser un "tipo elegante" a ir "con los camellos del barrio".
"Sab¨ªa que algo iba a pasar, lo ve¨ªamos ido", recuerda un amigo de Jos¨¦ Luis
En cinco a?os su vida cay¨® en picado. Primero el divorcio, luego su negocio quebr¨®, su padre muri¨® y en febrero de 2008 uno de sus tres hermanos falleci¨® en un accidente de motocicleta. Justo dos meses despu¨¦s Jos¨¦ Luis pas¨® el examen de vigilante y escolta. Consigui¨® un permiso para utilizar una pistola Glock de tiro ol¨ªmpico. En junio empez¨® a trabajar como vigilante de una de las estaciones del metro.
"Ten¨ªa jornadas de hasta 16 horas. Trabajaba tanto porque no le llegaba el dinero", recuerda su ex compa?ero, Jos¨¦ Mart¨ªnez Oviedo. En diciembre dej¨® la empresa de seguridad porque no le trasladaron al Pa¨ªs Vasco, como le hab¨ªan prometido, seg¨²n Mart¨ªnez. Fue empeorando. A cualquier hora beb¨ªa, dice su amigo. "Me lo encontraba a las diez de la ma?ana y me invitaba a irme de ca?as. Se iba de copas con los yonquis. Sab¨ªa que algo iba a pasar, lo ve¨ªamos totalmente ido", se lamenta.
El 20 de marzo, Jos¨¦ Luis sali¨® de su casa con la Glock en la cintura. Lleg¨® a las cinco y media de la tarde a la calle del Topete, se pas¨® cuatro horas caminando por la zona, convers¨® con otro hombre y al final dispar¨® contra Luis Polanco.
Con 22 a?os, Luisito, como le llamaban en el barrio, era un tipo popular. "Amable, alegre, buena persona...". Sus amigos en Cuatro Caminos se deshacen en elogios. Hab¨ªa nacido en Santo Domingo. "A los dos a?os empe?aba el biber¨®n y lo cambiaba por pan", cuenta su madre, Ana Mercedes Peralta. A los 11 a?os se reuni¨® con su madre en Espa?a, que hab¨ªa emigrado para darles una vida mejor a ¨¦l y a sus dos hermanos, Faustino, de 24 a?os, y Mar¨ªa de los ?ngeles, de 19. El joven estudi¨® hasta segundo de ESO y luego lo dej¨®. En el colegio no era muy bueno. Su primer trabajo fue como electricista. Luego estuvo en la construcci¨®n, como pe¨®n, hasta que hace poco se qued¨® en el paro.
"Los abogados tienen todas las n¨®minas", repite la madre. Quiere dejar claro que su hijo no se dedicaba al menudeo, como se ha rumoreado a ra¨ªz de su muerte en El peque?o Caribe, tres calles detr¨¢s de Cuatro Caminos. En la zona abundan las conversaciones en los portales y la m¨²sica, que sale de los balcones y de los locutorios abiertos. A Luis le gustaba pasar all¨ª las horas, jugando con el bal¨®n, en el billar, en la peluquer¨ªa... Sal¨ªa por la noche a bailar salsa a la discoteca Center, donde conoci¨® a Arianne, se enamor¨® de ella y la persigui¨® hasta que se hicieron novios. Al mes ya viv¨ªan juntos. Al a?o y medio ella se qued¨® embarazada. Luisany, su hija, nacer¨¢ en abril.
Antes de llegar a Cuatro Caminos, Luisito sal¨ªa por Palos de la Frontera. All¨ª conoci¨® a una joven, anterior a Arianne, con la que se cas¨®. Se enamor¨® perdidamente, seg¨²n su madre. "No duraron mucho", explica Jonatan, un amigo de Luis.
El 20 de marzo Luis se pas¨® la tarde con su padre pintando la habitaci¨®n de su hija. Luego decidi¨® ir a recoger su moto. Mientras esperaba a que la acabaran de arreglar, se reuni¨® con su grupo de amigos. "Estuvo jugando al bal¨®n con mi chamaquito", recuerda uno de ellos. Pero esa tarde hab¨ªa un tipo extra?o en la calle. Pensaron que era un polic¨ªa encubierto.
Cuando Luis iba camino del Cal y Arena, un bar donde jugaba al billar, el tipo raro se le acerc¨®. "?Vendes coca?", dicen los amigos que le pregunt¨® el hombre. "Yo no vendo nada. Anda, d¨¦jame, chivato", respondi¨® ¨¦l y se gir¨®, con las manos en los bolsillos. Jos¨¦ Luis puso punto final con la pistola a su breve encuentro. El cuerpo de Luisito sigue en el Instituto Anat¨®mico Forense, a la espera de que le puedan enterrar. Jos¨¦ Luis est¨¢ detenido sin fianza en la c¨¢rcel de Soto del Real.
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