"La justicia llega tarde"
Dos supervivientes de los nazis no reconocen a sus carceleros en la causa que instruye la Audiencia Nacional
"La experiencia fue muy dura y la justicia llega un poco tarde. Ten¨ªa 16 a?os cuando sal¨ª de Santander y me llevaron a Mauthausen [campo de concentraci¨®n de los nazis a 20 kil¨®metros de Linz, en Austria]. Estuve cinco a?os preso y los que nos salvamos fue porque tuvimos buena salud y mucha suerte". As¨ª concluy¨® ayer Ramiro Santisteban, de 87 a?os, uno de los supervivientes del campo de exterminio, su testimonio sobre el horror vivido entre 1940 y 1945.
Santisteban declar¨® en calidad de testigo ante el juez Ismael Moreno, que instruye un proceso por genocidio contra cuatro presuntos criminales de guerra nazis: Johann Leprich, Anton Tittjung, Josias Kimpf e Iwan (John) Demjanjuk, que presuntamente trabajaron como carceleros en el citado campo y que huyeron a Estados Unidos al acabar la II Guerra Mundial. Los cuatro obtuvieron la nacionalidad estadounidense, pero posteriormente les fue retirada por ese pa¨ªs.
No obstante, ni Santisteban -que dijo que era un gran d¨ªa para recordar y honrar a los compa?eros fallecidos que no tuvieron tanta suerte como ¨¦l- ni Jes¨²s Tello, de 85 a?os, que tambi¨¦n compareci¨® como testigo ante Moreno, reconocieron a ninguno de los cuatros imputados como los carceleros que les custodiaron durante su cautiverio en Mauthausen.
Tello tiene un recuerdo m¨¢s n¨ªtido, pero se centra m¨¢s en los objetos que en los rostros. "Uno de los guardias del campo llevaba una calavera, y en el cintur¨®n pon¨ªa: 'Dios est¨¢ con nosotros", precis¨®.
A la salida del juzgado, Tello narr¨® su paso por el campo de concentraci¨®n: "Fue horrible. No s¨¦ c¨®mo salimos vivos, porque est¨¢bamos condenados a morir. Entr¨¦ el 24 de agosto de 1940 en Mauthausen. Llev¨¢bamos cuatro d¨ªas en tren con 997 compa?eros. Era un lugar para matar a la gente cuando perd¨ªa las fuerzas para trabajar".
El testigo relat¨® que la Barraca 32 era la que se utilizaba para la eliminaci¨®n a la bencina. "Arrimaban un cami¨®n por detr¨¢s de la barraca, mientras pon¨ªan a la gente una inyecci¨®n con bencina y, cuando estaban medio muertos, los apilaban en el cami¨®n", explic¨® Tello. "Yo me libr¨¦ porque dije a un oficial que estaba sano y fuerte para trabajar y me hizo salir de la cola".
De los 7.000 espa?oles que estuvieron presos en Mauthausen, murieron m¨¢s de 4.300. Lo mismo ocurri¨® en los campos de Sachsenhausen y Flossenb¨¹rg.
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