Un G-20 decisivo
La reuni¨®n que celebrar¨¢ el G-20 el 2 de abril en Londres representa una etapa decisiva en la crisis que estamos viviendo. Para ser m¨¢s exactos, hay que desear que esta reuni¨®n sea decisiva. Ha sido posible gracias a los enormes esfuerzos de la presidencia francesa de la UE. Se produce en un momento cr¨ªtico, en el que el paro se ha disparado en todas partes mientras que, de forma simult¨¢nea, varias voces autorizadas empiezan a hablar de ciertos elementos de recuperaci¨®n. Al mismo tiempo, se trata de la primera gran salida oficial de Barack Obama: un periplo de m¨¢s de una semana que le llevar¨¢ al G-20 de Londres, la cumbre de la OTAN en Estrasburgo y Kehl (en la que se hablar¨¢ de la guerra de Afganist¨¢n), la cumbre de la UE en Praga y una visita a Turqu¨ªa, la primera a un pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana. Es decir, una prueba para la nueva estrategia de EE UU.
Por ahora, se corre verdaderamente el riesgo de que se limiten a dejar constancia del desacuerdo
Tres grandes temas van a centrar los debates del G-20 cuando se re¨²na en Londres: la coordinaci¨®n de los planes de recuperaci¨®n, la regulaci¨®n del sistema financiero y el comercio internacional.
En el primer aspecto, las cosas no han avanzado pr¨¢cticamente nada: todav¨ªa est¨¢, por un lado, el eje Obama-Brown-Strauss-Kahn, Estados Unidos, Reino Unido y FMI, y, por otro, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, Francia y Alemania, que hablan en nombre de la Europa continental.
El an¨¢lisis de los primeros es que la crisis est¨¢ alimentada por la debilidad de la demanda; cosa que es cierta a escala mundial. Por eso exigen a los europeos que hagan un esfuerzo equivalente al de EE UU (dedicar aproximadamente el 4,5% del PIB a la recuperaci¨®n) y que incluyan en su dispositivo m¨¢s elementos destinados a favorecer el relanzamiento del consumo. Frente a ellos, los alemanes y los franceses siguen pensando que su esfuerzo es suficiente (3,5% del PIB en el caso de Alemania, 1,5% en el de Francia) y que lo que tienen que hacer es esperar a ver los efectos de las medidas ya decididas. Insisten asimismo en que, en Europa, el choque es menos duro que en Estados Unidos y en que sus sistemas sociales son mejores y sirven de amortiguadores.
Por otra parte, no era previsible que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel estuvieran en una misma posici¨®n porque en oto?o Sarkozy intent¨®, en vano, convencer a la canciller de que Europa deb¨ªa poner en pr¨¢ctica un plan de recuperaci¨®n m¨¢s sustancial y, sobre todo, com¨²n. Mientras, se puede reprochar a franceses y alemanes que no reconozcan precisamente la gravedad de una crisis que tiene repercusiones en la opini¨®n p¨²blica, sobre todo por el r¨¢pido regreso del desempleo masivo.
A Barack Obama le conviene no caer en una oposici¨®n de ese tipo: querr¨¢ conseguir que, en vez de una estrategia de elegir entre el relanzamiento y la regulaci¨®n, se llegue a relanzamiento y regulaci¨®n. Y que cada uno ponga su granito de arena. Pero, por ahora, se corre verdaderamente el riesgo de que se limiten a dejar constancia del desacuerdo: ?Angela Merkel ha vuelto a decir que ella ser¨¢ responsable de sus intereses "nacionales"! Por el contrario, seguramente habr¨¢ notables avances en materia de regulaci¨®n. La limpieza del sistema financiero iniciada en EE UU deber¨ªa ir seguida de un esfuerzo coordinado de regulaci¨®n que permita, en especial, atacar los para¨ªsos fiscales, pero que adem¨¢s permita restablecer unas normas que impidan el desenfreno de los ¨²ltimos a?os, que ha llevado a la cat¨¢strofe. Desde este punto de vista, vemos que en Estados Unidos los ¨¢nimos est¨¢n evolucionando y el Gobierno cada vez se inmiscuye m¨¢s y es m¨¢s voluntarista, lo cual deber¨ªa aproximarlo de forma considerable a las posiciones defendidas por Francia y Alemania; este ¨²ltimo pa¨ªs fue el primero que llam¨® la atenci¨®n sobre "las derivas del capitalismo anglosaj¨®n".
Y la ¨²ltima gran cuesti¨®n, que no es menos angustiosa, es la del comercio internacional, que literalmente se ha hundido, que es un indicador de la aceleraci¨®n de la recesi¨®n y que se ve amenazado por la posible vuelta del proteccionismo, si el G-20 no llega a un acuerdo firme para impedirlo. Hay que recordar que, desde hace 60 a?os, la regulaci¨®n y la liberalizaci¨®n concomitantes de las transacciones internacionales han sido unos elementos que han contribuido enormemente al desarrollo y el progreso. Seg¨²n la reglamentaci¨®n actual de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, los pa¨ªses miembros est¨¢n autorizados a poner en pr¨¢ctica unas pol¨ªticas arancelarias de protecci¨®n que, si se aplicasen todas al mismo tiempo, contribuir¨ªan a duplicar el volumen de los derechos de aduana en todo el mundo. No ser¨ªa una vuelta al proteccionismo de los a?os treinta, que fue uno de los factores de la II Guerra Mundial. Pero s¨ª ser¨ªa suficiente para retrasar las perspectivas de lanzamiento. Obama, en v¨ªsperas de su llegada a Londres, ha insistido mucho, con raz¨®n, en que de all¨ª salga un mensaje firme contra el proteccionismo. ?Esperemos que le hagan caso!
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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