Los Pactos de La Moncloa
Hace unos d¨ªas, en un programa de debate que reuni¨® a los principales representantes de las fuerzas sociales y a pol¨ªticos, el representante del Partido Popular, Crist¨®bal Montoro afirm¨®, refiri¨¦ndose a los Pactos de La Moncloa, que no hab¨ªan sido eficaces puesto que la econom¨ªa tard¨® diez a?os en recuperarse. Admiti¨®, eso s¨ª, que los pactos permitieron la redacci¨®n de una Constituci¨®n de concordia.
La afirmaci¨®n de que los Pactos de La Moncloa no fueron eficaces no se corresponde con la realidad y refleja un grave desconocimiento de nuestra historia reciente. Es una l¨¢stima que as¨ª sea, y conviene, por ello, recordar algunos hechos y acontecimientos de aquel per¨ªodo inicial en el asentamiento de la democracia en Espa?a.
Aquellos acuerdos permitieron a Espa?a encontrar el camino de la modernizaci¨®n
En el oto?o de 1977, nuestra situaci¨®n econ¨®mica era muy comprometida, en buena medida por los desajustes que se hab¨ªan producido en los ¨²ltimos a?os del franquismo, agravados por el alza de los precios del petr¨®leo y por las incertidumbres pol¨ªticas que abren los cambios de r¨¦gimen. La inflaci¨®n iba camino del 30% anual, el d¨¦ficit exterior se agrandaba (aunque sin acercarse al 10% actual) y las cuentas p¨²blicas se adentraban por el camino del d¨¦ficit.
La econom¨ªa de entonces era muy distinta de la de ahora. Se trataba de una econom¨ªa muy intervenida en la que el peso del Estado era desproporcionado. El sector p¨²blico empresarial, representado esencialmente por el INI, hab¨ªa crecido a lo largo de los a?os, al principio con una orientaci¨®n estrat¨¦gica clara, basada en el sue?o ut¨®pico de la autarqu¨ªa, y luego al albur de decisiones pol¨ªticas incoherentes como la que produjo la nacionalizaci¨®n de una empresa de porcelanas. Indirectamente, el Estado interven¨ªa en casi todos los ¨¢mbitos de la vida econ¨®mica: la Junta Superior de Precios, por ejemplo, fijaba los precios de decenas de art¨ªculos b¨¢sicos mediante el examen de los c¨¦lebres escandallos de costes.
Los Pactos de La Moncloa iniciaron el camino de las reformas que permitieron mejorar decisivamente el funcionamiento de nuestra econom¨ªa. Pero adem¨¢s, las reformas fueron mucho m¨¢s all¨¢: entre otras cosas, se introdujo un impuesto progresivo sobre la renta, se sentaron las bases de la modernizaci¨®n del sistema financiero, se reform¨® una Seguridad Social entonces ca¨®tica y embrionaria (dispersa en innumerables montep¨ªos, muchos de los cuales estaban al borde de la quiebra), se construyeron centenares de escuelas para que, por primera vez en nuestra historia, todos los ni?os espa?oles tuvieran acceso a la educaci¨®n.
En el aspecto puramente coyuntural, se puso en marcha un programa, presupuestario y monetario, que permiti¨®, en un a?o, rebajar a la mitad la tasa de inflaci¨®n sin que por ello se produjeran p¨¦rdidas de poder adquisitivo para los asalariados, el d¨¦ficit del sector exterior se transform¨® en excedente, pero, desgraciadamente, no pudo evitarse el aumento del paro. Ello fue as¨ª, en parte, porque cuando el programa comenzaba a dar sus frutos tuvo lugar un nuevo episodio de alza de los precios del petr¨®leo que los llev¨® en muy poco tiempo a superar los 100 d¨®lares (de ahora) por barril, lo cual, para una econom¨ªa como la nuestra, muy dependiente del petr¨®leo, fue una aut¨¦ntica cat¨¢strofe. En parte tambi¨¦n porque muchos de los emigrantes que hab¨ªan salido de Espa?a volvieron en aquellos a?os iniciales de la democracia.
Hubo, como es l¨®gico, discusiones sobre las medidas adoptadas. Hubo quienes quer¨ªan un ajuste m¨¢s gradual de la econom¨ªa, con el riesgo de que no se hubiera ajustado nunca, y hubo tambi¨¦n quienes defend¨ªan un ajuste mucho m¨¢s duro que el entramado social no habr¨ªa soportado. Se eligi¨® una l¨ªnea intermedia que permiti¨®, con la participaci¨®n de todos, partidos y agentes sociales, encontrar el camino de la modernizaci¨®n de Espa?a.
Las circunstancias actuales son muy diferentes. Los agentes sociales est¨¢n plenamente consolidados, la econom¨ªa est¨¢ mucho m¨¢s integrada en los mercados mundiales, la naturaleza misma de la crisis apenas tiene que ver con la de finales de los a?os setenta. Pero muchas de las lecciones de entonces siguen siendo v¨¢lidas. Por ejemplo la que concierne al conocimiento. Un aspecto esencial de los Pactos de La Moncloa fue, como hemos visto, escolarizar a todos los ni?os. Y se hizo en un momento de crisis, sabiendo que los frutos se recoger¨ªan mucho m¨¢s tarde. A lo mejor este ejemplo podr¨ªa inspirar a nuestros pol¨ªticos actuales para iniciar de verdad un proceso de reformas y evitar la conocida sentencia de que los pueblos que ignoran su historia est¨¢n condenados a repetirla, a menudo como farsa.
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