Llega a Europa el rey taumaturgo
Es vieja como la humanidad la entronizaci¨®n de reyes taumaturgos. Cuando se observa la atenci¨®n y el fervor que suscita Barack Husein Obama, sobre todo entre los europeos, se dir¨ªa que estamos emprendiendo de nuevo la senda arcaica del pensamiento pol¨ªtico m¨¢gico o religioso. El fen¨®meno es conocido: se juntan las pol¨ªticas de imagen que caracterizan a nuestra cultura medi¨¢tica con el acontecimiento hist¨®rico innegable que ha significado la llegada por primera vez de un ciudadano afroamericano a la Casa Blanca, la mansi¨®n construida por esclavos negros en los tiempos fundacionales. Sucede esto en pleno desplome econ¨®mico, a la salida de uno de los peores per¨ªodos de la historia estadounidense, con dos guerras abiertas y toda la geometr¨ªa internacional por recomponer. S¨®lo un milagro podr¨ªa poner orden de un plumazo en este campo de Agramante: Obama es el hombre a quien se pide este milagro.
Se culpa a Estados Unidos de la crisis, pero tambi¨¦n se le pide la f¨®rmula milagrosa de la recuperaci¨®n
Lo primero que se puede percibir es cu¨¢n poco europeo es este viaje europeo. De entrada sabemos de la escasa orientaci¨®n europea del nuevo presidente. Las lenguas extranjeras que conoce son de ?frica e Indonesia y ha viajado muy poco por nuestro continente. Su atenci¨®n pol¨ªtica est¨¢ centrada en todo caso en la Europa eslava, por el problema que representa Rusia, y en Turqu¨ªa, que muchos no quieren reconocer como Europa. La escasa cohesi¨®n de la que hacen gala ahora mismo los socios de la UE no va a facilitar las cosas y dar¨¢ mayor visibilidad a cada uno de los grandes pa¨ªses que al conjunto. Pero aun as¨ª, hay que tener en cuenta que, siendo como es el presidente estadounidense que m¨¢s se parece al mundo, es el que menos se parece a Europa. Al menos de la forma como se parec¨ªan a ella los anteriores presidentes, todos ellos con ra¨ªces pr¨®ximas o remotas en el Viejo Continente. Obama no; aunque las tenga por parte de madre, si acaso se parece a los europeos reci¨¦n llegados, a los inmigrantes y a sus hijos.
De las piezas que componen el viaje, se deduce f¨¢cilmente que todo cuanto le ocupa supera y desborda a la UE. Para la respuesta global a la crisis sabe que su reuni¨®n con Hu Jintao puede ser m¨¢s decisiva que los caracoleos de Alemania y Francia en torno a una declaraci¨®n. Para la proliferaci¨®n nuclear y el desarme, el socio se llama Rusia, y el objetivo es conseguir que Ir¨¢n entre en vereda. Incluso dotar a la OTAN de una estrategia que la sit¨²e con claridad en el mundo es algo que depende m¨¢s de un planteamiento bien armado para Afganist¨¢n y Pakist¨¢n que de la OTAN misma. Algo hay donde Europa tendr¨ªa mucho que decir: es la gran elipsis pol¨ªtica de esta semana tan intensa, este silencio glacial alrededor del Gobierno que se ha formado en Israel, donde se sientan en el Consejo de Ministros unos personajes decididos a reventar los objetivos de Obama e incluso los del propio Bush, el presidente que no quiso autorizar el ataque a las instalaciones nucleares de Ir¨¢n y que consagr¨® la f¨®rmula de los dos Estados, Israel y Palestina, viviendo en paz y seguridad uno al lado del otro.
?sta es una semana en la que los l¨ªderes del mundo van a abrirse el paso a codazos. Obtener buenas fotos, manchar las primeras p¨¢ginas de la declinante prensa diaria y ocupar el prime time de las televisiones de todo el mundo es el objetivo. El carrusel de encuentros bilaterales y solemnes cumbres multilaterales dar¨¢ mucho de s¨ª en el mercado donde suben y bajan los valores pol¨ªticos. La gran mayor¨ªa busca el tendido nacional, donde hay que recuperar la confianza de las respectivas opiniones p¨²blicas; pero dos de ellos juegan en otro campo m¨¢s amplio: Obama, naturalmente, el protagonista estelar de esta superproducci¨®n global; y Nicolas Sarkozy, lejano reto?o del gaullismo que, renegando de alguno de sus postulados, como el abandono de la estructura militar de la OTAN, quiere en realidad hacer reverdecer la herencia del viejo general que fund¨® la V Rep¨²blica. Sus brazadas en el aire y sus amagos de desplantes ante el G-20 no son m¨¢s que desesperadas se?ales de socorro para seguir dando vida a Francia y su grandeur.
Pero por duro que parezca, la fiesta se ha organizado s¨®lo para Obama, este nuevo rey al que pedir milagros. El mayor es resolver las paradojas en que llega envuelto. Los mejores amigos quieren aprovecharse del estado de debilidad en que ha quedado su pa¨ªs para hacerse un hueco en el nuevo mundo multipolar. Pero su obligaci¨®n es recuperar aliento, protagonismo e incluso liderazgo, y hacerlo seg¨²n las reglas de multilateralismo y de respeto a los socios e incluso a los adversarios que ¨¦l mismo se ha dictado. Lo sintetiza la frase de su portavoz: "Llega a Londres a escuchar y tambi¨¦n a liderar". Siendo muy popular en todas partes, en el fondo no gusta a la Nueva Europa, m¨¢s c¨®moda con el estilo tejano de Bush y temerosa de una paz aparte con Rusia. Y suscita, en cambio, rivalidades y desconfianza en la Vieja, sabedora de que antes que Estados Unidos es ella la que ha perdido peso y protagonismo.
M¨¢s paradojas. Si la confianza en el modelo americano est¨¢ por los suelos, las expectativas que suscita el nuevo presidente rozan la estratosfera. Si la culpa de la crisis es toda de EE UU, la soluci¨®n m¨¢gica tambi¨¦n se recaba de las concesiones y de la comprensi¨®n del amigo norteamericano. La devoci¨®n que despierta es, finalmente, tan intensa como la secreta envidia y la bien visible competencia. Del rey taumaturgo al crucificado s¨®lo hay un paso. Cuidado con pedirle la luna.
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