Un G-20 f¨¦rtil
El eje franco-alem¨¢n impone el control a los para¨ªsos fiscales y a los fondos de alto riesgo
La cumbre del G-20 (los 24 pa¨ªses m¨¢s ricos, que representan m¨¢s del 80% de la riqueza global) logr¨® ayer un consenso que abre f¨¦rtiles posibilidades para encarar la recesi¨®n mundial y la reforma de la arquitectura financiera internacional creada tras la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de la cita de noviembre, los compromisos de ahora son m¨¢s claros, incluyen cifras vinculantes y calendarios muy precisos. La secuencia y densidad de estas convocatorias revelan que la revisi¨®n de Bretton Woods, o sea, el esbozo de una suerte de Gobierno econ¨®mico global, se perfila como un prolongado proceso acumulativo de decisiones. Ello permite abrigar la esperanza de que el dise?o sea m¨¢s inclusivo (de los pa¨ªses emergentes) y m¨¢s irreversible (a fuerza de concitar mayor esfuerzo al fraguar los consensos) que el de los a?os cuarenta.
El eje franco-alem¨¢n impuso ayer como un rodillo su af¨¢n de priorizar la regulaci¨®n financiera: habr¨¢ lista de para¨ªsos fiscales rebeldes; se regular¨¢n los fondos de alto riesgo o hedge funds (s¨®lo los de mayor tama?o) y las agencias de calificaci¨®n; se crear¨¢n colegios de supervisores... Como l¨ªder del eje anglosaj¨®n, el presidente Obama cedi¨®, decayendo en su pretensi¨®n de que los pa¨ªses desarrollados dotasen de mayor ambici¨®n a sus paquetes de est¨ªmulo fiscal. Pero esa concesi¨®n le permiti¨® encabezar el ¨¦xito de su primera cumbre internacional.
Es obligado que esos mayores est¨ªmulos y esa regulaci¨®n m¨¢s severa vayan de la mano en el terreno de los hechos. Esta crisis necesitar¨¢ una inyecci¨®n de ingentes recursos p¨²blicos adicionales, pero ser¨ªa in¨²til y escandaloso dispensarlos sin que unas nuevas reglas eviten que se dilapiden o favorezcan la inmunidad de quienes siempre saben eludir los controles.
Destaca tambi¨¦n el reforzamiento del FMI, al que se le triplican los recursos (aspiraba s¨®lo a duplicarlos) y al que se le adelanta la fecha de reforma, de 2013 a 2011, bajo el principio de que su director gerente ser¨¢ elegido en funci¨®n de sus m¨¦ritos y no por ser europeo (o norteamericano, como es el caso del Banco Mundial). Lo primero resalta la toma de conciencia de que la crisis, contra alg¨²n augurio inicial, ha contagiado severamente a los pa¨ªses en desarrollo, a los que se destinar¨¢ lo esencial de esa suma. Lo segundo es un compromiso hacia los nuevos actores globales (China, India, Brasil...) de que su protagonismo se traducir¨¢ en cuotas de poder. El acento sobre el papel supervisor del FMI y el nuevo bautismo del Fondo de Estabilidad Financiera (ahora, "Consejo", en el que Espa?a participa) balizan la incipiente nueva arquitectura.
Los l¨ªderes tambi¨¦n endosaron la carrera de tipos de inter¨¦s bajos emprendida por los bancos centrales. Ayer mismo, el BCE la subray¨® con una nueva reducci¨®n, que las autoridades espa?olas deber¨ªan aprovechar para urgir su inmediato traslado a los cr¨¦ditos e hipotecas de los clientes bancarios. Porque puede reanimar la demanda en el marco de una recesi¨®n que sigue agrav¨¢ndose, como indica la ¨²ltima cifra del desempleo (3,6 millones), aunque a ritmo m¨¢s suave. Este dato aumentar¨¢ la morosidad, perjudicando la solvencia del sistema financiero.
Dos nubes ensombrecen el resultado de Londres: el corto ¨ªmpetu antiproteccionista -con una menci¨®n de tr¨¢mite a la ronda de Doha y una incitaci¨®n a deshacer las medidas antiliberales ya adoptadas- y la levedad del control sobre las remuneraciones de los altos ejecutivos de las empresas que han sido inyectadas con fondos p¨²blicos.
Los l¨ªderes del G-20 han estado a la altura: especialmente Merkel y Sarkozy, pero tambi¨¦n el organizador, Gordon Brown; Obama, como principal estrella, y los dem¨¢s. As¨ª lo han le¨ªdo tambi¨¦n los mercados en sus primeras reacciones.
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