"Es caro, pero trabaja bien"

"Es caro, pero trabaja bien y te lo arreglar¨¢". Esa fue la referencia que le dieron a J. A. G., due?o de un peque?o hostal de Barcelona, sobre Joaqu¨ªn Qu¨ªlez, un ingeniero inculpado en dos causas diferentes sobre tr¨¢fico de influencias y soborno con funcionarios del Ayuntamiento de Barcelona. En una de ellas, Qu¨ªlez ser¨¢ juzgado a finales de este mes junto con el funcionario municipal Eduard Cabestany, otro ex funcionario y cinco personas m¨¢s por delitos cometidos supuestamente en la tramitaci¨®n de 18 licencias de distintos negocios. Ese caso fue denunciado por el propio consistorio, que se ha presentado como acusaci¨®n en el proceso.

La segunda causa es m¨¢s reciente. En ella, Qu¨ªlez est¨¢ inculpado con otro funcionario municipal, Manuel Mart¨ªnez, por la desaparici¨®n de los expedientes de dos burdeles. Los propietarios de dos establecimientos del distrito de Ciutat Vella -donde Qu¨ªlez se mov¨ªa como en su casa, seg¨²n los Mossos d'Esquadra- han afirmado que le pagaron diferentes cantidades de dinero por tramitar licencias y permisos municipales, algo que Qu¨ªlez nunca llev¨® a cabo. Cuatro peque?os empresarios acudieron el viernes al juzgado explicando casos parecidos.

El ingeniero es muy conocido en el sector de la hosteler¨ªa y la restauraci¨®n

El consistorio le notific¨® la orden de cese por carecer de licencia de actividad

La historia que se expone a continuaci¨®n es la del hostelero J. A. G., relatada a EL PA?S. En diciembre de 2003 recibi¨® una notificaci¨®n municipal que le comunicaba la "orden de cese" del hostal de su propiedad por falta de licencia de actividad. "Mi familia lo abri¨® en 1965 y aqu¨ª tengo la licencia municipal de 1967", explica mostrando una colecci¨®n de documentos. Uno de ellos es una carta de pago expedida por el Ayuntamiento de Barcelona el 9 de octubre de 1967 sobre el negocio, definido como "pensi¨®n s¨®lo dormir". J. A. G. acudi¨® a las oficinas municipales para aclarar lo que interpret¨® como un error: "me dijeron que no ten¨ªa licencia y que si no la obten¨ªa me cerraban el hostal".

Preocupado, busc¨® ayuda. Habl¨® con propietarios de hostales del entorno. Y entonces le aconsejaron que acudiera al despacho del ingeniero Qu¨ªlez. "Hay que hacer un proyecto porque si no lo cerrar¨¢n. Le va a costar 30.000 euros", recuerda J. A. G. que le dijo el ingeniero, mostrando el proyecto que le hizo y en el que describ¨ªa el hostal, un sencillo establecimiento de 12 habitaciones que ha ido poniendo al d¨ªa.

Adem¨¢s del proyecto, el ingeniero tambi¨¦n present¨® alegaciones en su nombre contra la orden de cierre. Una de ellas, de 21 de abril de 2004, dec¨ªa: "Dicho establecimiento, como avala la documentaci¨®n, tiene una antig¨¹edad de m¨¢s de 40 a?os (...) dispone de los permisos exigidos en su d¨ªa (...) y no hemos sido requeridos por ning¨²n estamento". El local no fue cerrado. Despu¨¦s de que Qu¨ªlez presentara el proyecto, J. A. G. recibi¨® la licencia de actividades. Es decir, la segunda, porque la primera data de 1967.

El consistorio defiende que la actuaci¨®n del distrito fue correcta, aunque la regidora del mismo, Imma Moraleda, ha declinado hacer precisiones sobre el expediente, porque, alega, "es algo privado" y hay la posibilidad de que el asunto acabe tambi¨¦n en los tribunales. La edil apunt¨® que el expediente se inici¨® por una queja del Consorcio Sanitario de Barcelona y que muy posiblemente el hostal no se ajustaba a la normativa actual. El caso es que la notificaci¨®n que J. A .G. recibi¨®, firmada por una inspectora y la jefa del departamento de licencias e inspecci¨®n, no dice nada sobre normativas. Se refiere ¨²nicamente a que "en el piso del emplazamiento hay una actividad de hostal y no consta ninguna solicitud de licencia de actividad".

El calvario de J. A. G. no ha terminado. El a?o pasado fue multado porque el letrero de la puerta de su establecimiento no se ajustaba a las normas de paisaje urbano. Qu¨ªlez le exig¨ª entonces 2.400 euros para pasar la inspecci¨®n, "pero hace poco me pidi¨® 4.000", apostilla. Al hacerse p¨²blico el rosario de casos de la presunta trama extorsionadora, J. A. G. se ha sentido estafado. Y como ¨¦l, otros due?os de hostales y bares que hab¨ªan tenido tratos con el ingeniero Qu¨ªlez. "Yo ya pagu¨¦, no quiero removerlo, pero ese personaje se sigue moviendo por toda la ciudad", le dec¨ªa a J. A. G. el due?o de otro hostal en una conversaci¨®n presenciada por este peri¨®dico.

El ingeniero Qu¨ªlez rehus¨® ayer ofrecer explicaci¨®n alguna a este diario.