Utop¨ªas fotovoltaicas
Abu Dabi, uno de los pa¨ªses m¨¢s peque?os y ricos del mundo gracias al petr¨®leo, est¨¢ dispuesto a construir, previa inversi¨®n de 22.000 millones de d¨®lares, una ciudad ecol¨®gica, pulida y libre de la culpa contaminante. Todos los residuos de esa ciudad verde intenso en medio del desierto ar¨¢bigo llamada Masdar City ser¨¢n reciclados, no habr¨¢ emisiones de CO2, tampoco autom¨®viles, el transporte ser¨¢ el¨¦ctrico, la energ¨ªa m¨¢s agresiva utilizada ser¨¢ la fotovoltaica, los edificios no rebasar¨¢n los cinco pisos. Los ciegos ver¨¢n y los cojos andar¨¢n... Superada la perplejidad inicial -un emirato petrolero proyecta una ciudad sin combustibles f¨®siles- por el hecho cierto de que las energ¨ªas renovables se libran de la recesi¨®n, la imaginaci¨®n vuela hacia las utop¨ªas empe?adas encarnizadamente en la ciudad perfecta. Con m¨¢s l¨ªrica se llega a Xanad¨², la ciudad de Kublai Khan imaginada por el poeta Coleridge en los a?os postreros del siglo XVIII : "Diez millas de terreno f¨¦rtil fueron cercadas de muros y torres, y surgieron jardines en los que brillaban sinuosos arroyos".
La enso?aci¨®n de los promotores de Masdar City -una empresa de Abu Dabi y el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT)- no es muy diferente de la de Coleridge. Las ciudades son la invenci¨®n de Ca¨ªn, record¨® F¨¦lix de Az¨²a; nacen como eflorescencias exuberantes del orden junto al desorden, y por ello son incontrolables, salvo para las matem¨¢ticas infinitas del movimiento browniano y del caos. No hay ciudad sin hampa, sin vicio y sin miseria enquistados en las fuentes de la riqueza y el esplendor "de los prados iluminados por el sol" evocados por el Khan.Est¨¢n dispuestos los proyectistas de Masdar a planificar la cuota de crimen pobreza y desesperaci¨®n que reclama toda ciudad? Les resultar¨¢ muy dif¨ªcil. El bien se concibe de forma sencilla; basta con empaquetar buenas intenciones, un recurso abundante en la naturaleza. Pero el mal es un desorden que debe organizarse espont¨¢neamente. Pura contradicci¨®n. A lo m¨¢s que pueden aspirar los utopistas de la ciudad verde es a construir una maqueta fotovoltaica a escala natural. Que, como ilusi¨®n falaz de que somos capaces de reparar las destrucciones que causamos, tampoco est¨¢ tan mal.
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