Ternura al l¨ªmite
"Hab¨ªa una vez un barquito chiquitito...". Con esta canci¨®n infantil y un tanto melindrosa da inicio 4 bailes, la pieza que Albert Espinosa (1974) escribi¨® y estren¨® en la desaparecida sala Malic en 2001 y que ahora vuelve a estar en cartelera, en concreto dentro de la programaci¨®n de la sala Villarroel -cada d¨ªa m¨¢s enfocada hacia un p¨²blico mayoritariamente joven-, con la que su director art¨ªstico, Javier Daulte, est¨¢ claramente afianzando su sitio entre los escenarios barceloneses. Con el subt¨ªtulo Tango, bolero, rock & roll y vals, 4 bailes, es, como el resto de las obras de Espinosa que conocemos y que ha montado con su compa?¨ªa Los Pelones (Tu vida en 65 minutos, No me pidas que te bese porque te besar¨¦ y Idaho y Utah) para todos los p¨²blicos.
4 BAILES
Autor y director: Albert Espinosa. Int¨¦rpretes: Albert Espinosa, Rebeca Comerma, Andreu Rif¨¦, Alex Casteleiro, ?ngel Rold¨¢n / Juanma Falc¨®n. Escenograf¨ªa: Rebeca Comerma, Sergi Dur¨¢n. Vestuario: Berta Riera. Iluminaci¨®n: Carles Rigual. Espacio sonoro: Andreu Rif¨¦. La Villarroel. Barcelona, hasta el 24 de mayo.
Las historias bonitas y tiernas no tienen edad. Y ¨¦sta lo es, bonita y muy tierna; puede que, de todas las mencionadas, de tan tierna roce la ?o?er¨ªa; pero, como suele ocurrir tambi¨¦n siempre en sus piezas, en cuanto la cosa empieza a decantarse peligrosamente hacia el melodrama cursi, Espinosa le da la vuelta para rescatarla y conducirla por meandros de humor azul oscuro casi negro muy de agradecer.
A un joven escritor de cuentos (Carlos, el personaje que interpreta Albert Espinosa) que hace las veces de canguro le toca cuidar de Patricia (Rebeca Comerma), una joven "especial", durante cuatro noches mientras su hermano Javier (Andreu Rif¨¦), el ¨²nico miembro de la familia que le queda -sus padres murieron calcinados en un incendio-, asiste a un curso de bailes de sal¨®n. Ya ven los elementos con los que juega nuestro simp¨¢tico dramaturgo, guionista, actor, director e ingeniero (no s¨¦ de nadie a quien Espinosa no le caiga bien y no creo que en ello tenga mucho que ver la condescendencia con la que solemos tratar a quienes como ¨¦l han padecido un c¨¢ncer y sus secuelas): orfandad, sentimiento de culpa, infancia robada, marginalidad, p¨¦rdidas varias, en definitiva.
Pues bien, con ellos Espinosa y los suyos tejen una especie de cuento, como tal, algo inveros¨ªmil, que apela al mundo de los sue?os y de los deseos por cumplir y ante el que s¨®lo cabe dejarse llevar. No cuesta nada. Los Pelones arrastran al espectador hacia su personal universo de sentimientos a flor de piel y, gracias a los muchos toques de humor a cargo del personaje de Espinosa, la risa est¨¢ asegurada. La emoci¨®n tambi¨¦n, rozando la sensibler¨ªa, ya digo. Pero ?qu¨¦ bien se sale tras la funci¨®n! Al final, adem¨¢s, les espera una sorpresa de ocho minutos. Que la disfruten.
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