La clase perdedora
Los alumnos de padres sin estudios tienen 20 veces m¨¢s riesgo de fracaso - La educaci¨®n no consigue eliminar las diferencias sociales
Imaginemos el sistema educativo como una larga de carrera de obst¨¢culos. Lo primero que salta a la vista es el alto grado de abandonos prematuros y de participantes descalificados por no haber cubierto la distancia m¨ªnima en el plazo establecido. Lo segundo que llama la atenci¨®n es la extracci¨®n social de los que se quedan por el camino, ya en los primeros tramos, y cargan con los sambenitos estigmatizadores del "fracasado escolar" y de "repetidor". Qu¨ªtese de la cabeza la convicci¨®n de que la escuela es, por excelencia, el espacio natural de la igualdad de oportunidades que consagra la Constituci¨®n. H¨¢gase a la idea de que, pese a los buenos prop¨®sitos, el ¨¦xito acad¨¦mico no depende exclusivamente del esfuerzo y de la capacidad personal de su hijo.
La calidad de los centros privados se apoya en la selecci¨®n de los estudiantes
El 68% de j¨®venes estudia bachillerato o FP; la media en la OCDE es del 81%
?C¨®mo se explica, si no, que los perdedores pertenezcan de forma tan abrumadoramente mayoritaria a las familias de rentas m¨¢s bajas? Por muchos casos de hermanos con rendimientos acad¨¦micos dispares que se den, el an¨¢lisis del problema establece que no estamos ante cuestiones personales. No es cierto que los alumnos partan de la l¨ªnea de salida en condiciones id¨¦nticas y con competencias similares. Las diferencias est¨¢n ya presentes en el kil¨®metro cero porque a la hora de matricularles por primera vez ya hay ni?os a los que se les ha inculcado el amor por la lectura y el conocimiento y otros a los que no. Por lo mismo, hay padres que acompa?ar¨¢n los estudios de sus hijos y velar¨¢n para que adquieran la mejor formaci¨®n y otros que se inhibir¨¢n de esa tarea.
Espa?a part¨ªa hace s¨®lo tres d¨¦cadas de una situaci¨®n muy alejada de los pa¨ªses desarrollados, tambi¨¦n educativamente hablando, pero ha conseguido en ese tiempo ampliar la escolarizaci¨®n obligatoria hasta los 16 a?os, con uno de los sistemas educativos m¨¢s equitativos de la OCDE, seg¨²n el Informe Pisa -que eval¨²a el nivel de conocimientos de los j¨®venes de 15 a?os de 55 pa¨ªses del mundo. El informe dice que si se eliminan los condicionantes socioecon¨®micos y culturales de los alumnos, las escuelas espa?olas p¨²blicas, privadas y concertadas dan unos resultados muy similares entre s¨ª. Sin embargo, ese contexto sigue pesando enormemente. Los hijos de los trabajadores no cualificados tienen 4,5 veces menos de probabilidades de acceder al ¨¢mbito universitario que los v¨¢stagos de los profesionales de alto nivel. S¨®lo un tercio de los de familias obreras o de asalariados del campo cursar¨¢ el Bachillerato y de ellos ¨²nicamente la mitad llegar¨¢ a la universidad. Si usted no tiene estudios, le conviene saber que su chico cuenta con 20 veces m¨¢s de posibilidades de incurrir en el fracaso escolar que el hijo de padres universitarios; exactamente, el 40% contra el 2%, seg¨²n el estudio recientemente publicado por el profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de La Laguna, Jos¨¦ Saturnino Mart¨ªnez.
El sistema educativo es una maquinaria de reproducci¨®n de las desigualdades socioecon¨®micas, aunque en el caso de los alumnos particularmente brillantes y trabajadores deje m¨¢rgenes de maniobra para "la movilidad de clase" y haya acompa?ado la irrupci¨®n de las mujeres, cuyo rendimiento es muy superior.
Gracias a las becas, siguen d¨¢ndose ejemplos de alumnos de familias de rentas muy bajas que acaban una y hasta dos carreras universitarias. Pero no dejan de ser una notable excepci¨®n en un modelo en el que el capital cultural y econ¨®mico condiciona fuertemente el rendimiento escolar y el estatus social. Es lo que las estad¨ªsticas llevan voceando tercamente sin que ese debate llegue a prender en la opini¨®n p¨²blica. Y eso, que, como han puesto de relieve los economistas Jorge Calero y Josep-Oriol Escard¨ªbul, la educaci¨®n determina cada vez m¨¢s la posici¨®n laboral y las trayectorias vitales de las personas.
"La extensi¨®n de la escolarizaci¨®n y la evidencia de que, por lo general, los hijos superan el nivel de conocimiento de sus padres contribuye a ocultar que las desigualdades relativas se mantienen m¨¢s bien constantes para los chicos, aunque hayan disminuido entre las mujeres", opina Jos¨¦ Saturnino Mart¨ªnez.
Pero las estad¨ªsticas hablan de un problema colectivo que, adem¨¢s de socavar la equidad y la justicia, compromete el futuro del pa¨ªs arrojando al mercado de trabajo a masas de j¨®venes poco cualificados para afrontar la "sociedad del conocimiento". Ahora vemos en las colas del paro a esos chicos que, sobre todo en el Sur y el Levante espa?ol, abandonaron prematuramente sus estudios tras el reclamo de un buen salario en la construcci¨®n o la hosteler¨ªa.
S¨®lo el 68% de los j¨®venes espa?oles cursa los estudios secundarios postobligatorios del bachillerato y los Ciclos Formativos de Grado Medio, frente al 81% medio del conjunto de la OCDE. Ese dato nos sit¨²a a la cola de Europa, ¨²nicamente por encima de Portugal y Malta, en un momento en el que la UE aspira a que el 85% de los j¨®venes menores de 22 a?os hayan "completado" los estudios de Ense?anza Secundaria Superior en 2010. A ese "cuello de botella" en el sistema hay que sumar una tasa de fracaso escolar del 30,8%, el doble de la media de la UE-27. "El sistema reproduce la estructura social de Espa?a. Las familias de rentas altas env¨ªan a sus hijos a las escuelas privadas, en su mayor¨ªa, regidas por la Iglesia cat¨®lica, mientras que las familias de rentas medias y bajas los env¨ªan a escuelas p¨²blicas, donde se concentran los hijos de los inmigrantes. Esta polarizaci¨®n por clase social caracteriza el sistema escolar en Espa?a", afirma Vi?enc Navarro, economista y polit¨®logo.
De hecho, las diferencias de rendimiento escolar registradas en el Informe PISA se explican b¨¢sicamente por el nivel social, tanto de los padres como de los centros. Los investigadores han llegado a la conclusi¨®n de que la variabilidad observada entre centros educativos en las pruebas de lectura est¨¢ asociada en un 50% a las caracter¨ªsticas del estudiante, muy particularmente, al estatus socioecon¨®mico de su familia y tambi¨¦n al sexo, la edad y la condici¨®n o no de inmigrante. Las caracter¨ªsticas del centro influir¨ªan en los resultados en un 16%, mientras que la naturaleza competitiva o cooperativa de los m¨¦todos did¨¢cticos, los medios materiales y el tipo de gesti¨®n no superar¨ªan el 6%. Descubrir que los elementos determinantes del rendimiento escolar son, en gran medida, ajenos al sistema ha sido una gran sorpresa para muchos te¨®ricos que f¨ªan todas las soluciones a las reformas pol¨ªticas o al incremento de la financiaci¨®n.
No es un secreto que los alumnos de los colegios privados (independientes y concertados) obtienen, por lo general, mejores promedios que los de las escuelas p¨²blicas, aunque tampoco es evidente que esos resultados reflejen mejoras educativas. "Los centros privados pueden conseguir un mejor clima escolar por la v¨ªa de concentrar alumnos de caracter¨ªsticas parecidas, pero el rendimiento acad¨¦mico de los adolescentes de los centros p¨²blicos ser¨ªa, incluso, superior si se descontaran los factores socioecon¨®micos", sostienen Calero y Escard¨ªbul. As¨ª, la supuesta "calidad" educativa de esos centros no ser¨ªa otra cosa que la "calidad" cultural y econ¨®mica de los padres que llevan a sus hijos a esos colegios.
La mayor¨ªa de los expertos opina que el nivel cultural de los padres pesa m¨¢s que sus recursos econ¨®micos. Queda fuera de toda duda que el sistema muestra una enorme resistencia a ser modificado. "La segregaci¨®n urbana produce segregaci¨®n escolar porque los centros privados est¨¢n ubicados generalmente en ¨¢reas de poblaci¨®n de nivel socioecon¨®mico elevado y, por lo tanto, tienen mayores probabilidades de matricular a usuarios de ese nivel", indica Escard¨ªbul. Las familias con m¨¢s recursos seleccionan con mayor cuidado el centro escolar de sus hijos. Jorge Calero y otros estudiosos ponen el acento en lo que denominan el "efecto suelo", seg¨²n el cual, el temor a perder posici¨®n social y la preocupaci¨®n por la formaci¨®n aumentan a medida en que se asciende de clase. Por lo mismo, y a la inversa, las familias de rentas m¨¢s pobres tendr¨ªan menos inquietudes de esa naturaleza por la imposibilidad misma de descender en la escala social. Seg¨²n esta teor¨ªa, la actitud de los padres ante la educaci¨®n estar¨ªa, pues, condicionada por el an¨¢lisis coste-beneficio. Las familias de menores rentas tienen mucho m¨¢s en cuenta los ingresos que se dejan de percibir por aplazar la entrada en el mercado de trabajo.
?Es exagerado afirmar que en la medida de sus recursos, las familias "compran" el nivel social, econ¨®mico y de formaci¨®n de los compa?eros de colegio y potenciales amigos de sus hijos? Los centros privados tienden a seleccionar a sus alumnos-usuarios y a blindarse contra los estudiantes problem¨¢ticos. De alguna manera, la particularidad de su oferta descansa, precisamente, en su capacidad de seleccionar a sus estudiantes. Y eso que en el plano acad¨¦mico y de la disciplina no se puede homogeneizar bajo la misma mirada prejuiciosa a todos los hijos de la inmigraci¨®n. "Me gustar¨ªa tener m¨¢s inmigrantes en mi clase, pero siempre que sean chinos", apunta, con un punto de humor, una profesora de un centro p¨²blico de Madrid.
Aunque, seg¨²n algunos te¨®ricos, la financiaci¨®n p¨²blica adicional a los centros privados apenas mejora los resultados educativos, no se puede negar que, desde el punto de vista de los intereses particulares, optar por la ense?anza privada en Espa?a es una buena inversi¨®n. Puede, incluso, decirse que es tan buen negocio privado como mal negocio para el conjunto de la sociedad. La huida de la escuela p¨²blica que las clases medias iniciaron a mediados de los noventa no se ha detenido. El n¨²mero de estudiantes de las universidades privadas pas¨® de 58.875 a 132.794 durante los a?os 1995- 2003, periodo en el que la ense?anza p¨²blica superior descendi¨® de 1.449.967 a 1.349.248 alumnos. Contra lo que se supone, la incorporaci¨®n de los hijos de inmigrantes sin formaci¨®n no repercute negativamente en el rendimiento escolar medio si son menos del 10% de la clase.
"Ning¨²n otro pa¨ªs europeo presenta porcentajes tan altos de poblaci¨®n en la ense?anza privada, que genera un gasto superior por alumno. En Espa?a, la escuela es clasista en lugar de ser una instituci¨®n multiclasista donde cristalice el concepto de ciudadan¨ªa", critica Vincen? Navarro. Los estudios de la OCDE ponen de manifiesto el elevado peso proporcional del gasto privado espa?ol en educaci¨®n, -0,5% del PIB en 2002, el m¨¢s elevado de la UE a 15 -, en un pa¨ªs que invierte en ense?anza -4,3% del PIB en 2002- un punto menos de su PIB que los socios europeos.
En el extremo opuesto, los hijos de familias que responden a los indicativos de una madre inmigrante de cuello azul (trabajadora no cualificada) con menos de 100 libros en casa, aparecen potencialmente abocados al fracaso.
Remover las desigualdades sociales requiere que la educaci¨®n sea lo m¨¢s independiente posible de las condiciones socioecon¨®micas de los alumnos. "Habr¨ªa que invertir justamente la situaci¨®n actual para que la igualdad formal de oportunidades se convierta en igualdad real de oportunidades. Hay que impedir que las desigualdades de origen colonicen el sistema", subraya Jorge Calero. Seg¨²n Escard¨ªbul, la proclamada igualdad de oportunidades se resiente tambi¨¦n porque la reserva de plazas limita la posibilidad de que los alumnos de incorporaci¨®n tard¨ªa, inmigrantes, por lo general, entren en un centro concertado. La capacidad de recabar recursos econ¨®micos de las familias y de seleccionar a los alumnos de Bachillerato en funci¨®n de sus notas constituye, a su juicio, otro obst¨¢culo adicional.
"Aunque las becas y los programas de educaci¨®n compensatoria cumplen una funci¨®n notable, el sistema sigue siendo bastante selectivo en el acceso a los centros concertados y act¨²a insuficientemente en las aulas para corregir las desigualdades sociales. Las Administraciones deber¨ªan tener en cuenta que ubicar las escuelas en tal o cual zona contribuye a reducir o a incrementar la segregaci¨®n", indica. El incremento de las becas y la inversi¨®n, la evaluaci¨®n p¨²blica de los resultados de cada centro y la promoci¨®n del consumo familiar de bienes culturales son otras de sus propuestas.
Pero el obst¨¢culo mayor que lastra el objetivo de la igualdad de oportunidades es el bajo nivel educativo de los padres. Aunque Espa?a es el cuarto pa¨ªs del mundo con mayor diferencia de nivel educativo entre la generaci¨®n de los padres y la de los hijos, este despegue no le ha liberado todav¨ªa del peso inerte del pasado. El grado de formaci¨®n de los padres que en 2004 ten¨ªan hijos de 17 o 18 a?os era el m¨¢s bajo de la UE, excepci¨®n hecha de Portugal.
Los d¨¦ficits acad¨¦micos de los alumnos son, en buena medida, fruto de las carencias culturales de la propia sociedad. Tenemos la paradoja de que el fracaso y la repetici¨®n de curso son moneda corriente, incluso en comunidades como La Rioja o Castilla y Le¨®n que, por s¨ª mismas, podr¨ªan disputar a Finlandia y a Corea del Sur los primeros puestos de la excelencia en el Informe PISA. La tard¨ªa expansi¨®n de nuestro sistema acad¨¦mico hace que los escolares paguen hoy el retraso acumulado a lo largo de d¨¦cadas.
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