Teatro Paradiso
Cuando se consigue un ¨¦xito tan multitudinario como el de Los chicos del coro, se llega a una encrucijada de caminos ante la que el director debe tomar partido a la hora de proseguir su carrera como cineasta. A un lado hay un sendero empedrado, amenazado de lluvia y mal se?alizado; supone un cambio de registro, una huida de lo ya experimentado, trillado y conseguido. El otro extremo, en cambio, est¨¢ asfaltado, parece luminoso y aparentemente f¨¢cil de transitar; s¨®lo hay que proseguir con la metodolog¨ªa de anta?o y fabricar una y otra vez Los chicos del coro. El franc¨¦s Christophe Barratier ha optado en Par¨ªs, Par¨ªs por el camino m¨¢s f¨¢cil, el del autoplagio, pero el viaje se le ha acabado atragantando.
PAR?S, PAR?S
Direcci¨®n: Christophe Barratier. Int¨¦rpretes: G¨¦rard Jugnot, Clovis Cornillac, Nora Arnezeder, Kad Merad, Pierre Richard.
G¨¦nero: melodrama. Francia, 2008.
Duraci¨®n: 120 minutos.
Puede que ambas opciones sean igual de v¨¢lidas; de hecho, hay directores que (casi) siempre hicieron la misma pel¨ªcula y fueron unos maestros (en lo suyo). Pero gente como Giuseppe Tornatore sabe lo dif¨ªcil que es repetir sensaciones como la complicidad, la ternura, la amabilidad, el humor, la tragedia y la nostalgia con las dosis adecuadas. Cinema Paradiso s¨®lo hay uno. Es como dar por una vez con el sabor de la Coca-Cola sin saber exactamente su f¨®rmula. Imposible de repetir.
En medio de un fascismo latente, previo a la invasi¨®n nazi de Francia, Barratier ha creado un edulcorado melodrama alrededor de los or¨ªgenes del teatro de revista, una especie de homenaje al musical franc¨¦s, que no llega a producir hast¨ªo, aunque nunca se aparta del camino de baldosas amarillas dirigido, previsiblemente, hasta el para¨ªso de Oz.
Con un gui¨®n tan acad¨¦mico que el cin¨¦filo medio siempre ir¨¢ un paso por delante de sus acontecimientos, una galer¨ªa de secundarios de escuadra y cartab¨®n, y un aspecto semejante al anuncio navide?o de la ONCE, enso?ador y poco palpable, Par¨ªs, Par¨ªs puede ser un ¨¦xito entre el gran p¨²blico que no le busque tres pies al gato de las emociones enlatadas. Sin embargo, costar¨¢ que los que ya pensaban que Los chicos del coro andaba en el alambre del ternurismo aguanten otro empacho de buenos sentimientos.
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