El arte de lo posible
La pol¨ªtica se define como el arte de lo posible, lo cual tiene dos lecturas: la capacidad de conseguir llegar m¨¢s all¨¢ de lo posible a trav¨¦s del arte, o el tremendo l¨ªmite que lo posible impone sobre lo ¨®ptimo. El resultado del G-20 de la semana pasada puede ser le¨ªdo de las dos maneras. El mundo est¨¢ tan acostumbrado a las decepciones en estos tipos de reuniones que el simple hecho de que hubiera un cierto acuerdo, tras varias semanas de aparentes desacuerdos, fue recibido como un ¨¦xito. La otra lectura quiz¨¢s se pueda resumir en las palabras de Angela Merkel: ha triunfado el sentido com¨²n. Querr¨¢ decir, quiz¨¢s, que lo normal es que el sentido com¨²n no prevalezca debido a los l¨ªmites pol¨ªticos, y ¨¦sta ha sido una excepci¨®n.
El problema fundamental es la recapitalizaci¨®n del sistema bancario y la gesti¨®n de activos 't¨®xicos'
Lo que hay que hacer es aplicar bien las reglas y en ello entran en juego muchos intereses
Esta ¨²ltima es la lectura m¨¢s adecuada de los acuerdos del G-20. Porque tiene una parte positiva y otra negativa, a pesar de los grandes titulares de la prensa y del ensalzamiento casi un¨¢nime en las tertulias. La parte positiva ha sido el aumento de los recursos del FMI y las instituciones financieras multilaterales, un gran avance en la provisi¨®n de una red de seguridad para los mercados emergentes que deber¨ªa eliminar varios escenarios catastr¨®ficos del panorama econ¨®mico -y favorece de manera particular a Europa, ya que proporciona un bal¨®n de ox¨ªgeno a Europa del Este, el gran factor de riesgo de una parte importante de la banca europea-.
El arte de la reuni¨®n ha sido convertir una aportaci¨®n nueva de tan s¨®lo 100.000 millones de d¨®lares -el aumento de los fondos para las instituciones multilaterales- en un titular de m¨¢s de un bill¨®n de d¨®lares (10 veces m¨¢s), ya que 200.000 millones ya hab¨ªan sido anunciados (las contribuciones japonesa y europea) y el resto requiere, en muchos casos, la aprobaci¨®n del Congreso americano, siempre reticente a estas medidas.
La parte negativa es la falta de acci¨®n concertada en la resoluci¨®n de los problemas del sistema bancario. El FMI anunciar¨¢ dentro de poco que las estimaciones de las p¨¦rdidas del sistema financiero mundial han aumentado de nuevo, alcanzando los cuatro billones de d¨®lares y, sin embargo, los Gobiernos parecen haber dado por terminado el proceso de resoluci¨®n de los problemas bancarios. ?sta sigue siendo la clave para la resoluci¨®n de la crisis, pero es pol¨ªticamente dif¨ªcil y por tanto se sigue evitando. Y aqu¨ª es importante incidir en un aspecto que la mayor¨ªa de los pol¨ªticos y comentaristas ignoran en sus declaraciones: la fuente de la crisis crediticia actual no se sit¨²a en los para¨ªsos fiscales ni en los fondos de inversi¨®n de alto riesgo, sino en los bancos y compa?¨ªas de seguros con domicilio fiscal en los pa¨ªses altamente regulados del G-20. Hagan un recuento de las instituciones que han creado problemas en los ¨²ltimos dos a?os, y se dar¨¢n cuenta de que la pr¨¢ctica totalidad eran bancos y compa?¨ªas de seguros domiciliadas y reguladas en Europa y en EE UU. Incluso Madoff, el fondo de fondos fraudulento, estaba supervisado por la SEC americana. Es decir, esta crisis ha sido el resultado de un fracaso masivo de la gesti¨®n del riesgo y de la supervisi¨®n de las actividades reguladas del sistema financiero tradicional. Recordemos que Espa?a, gracias a sus provisiones estad¨ªsticas y a una supervisi¨®n conservadora y eficaz del Banco de Espa?a -que no permiti¨® la creaci¨®n de SIVs fuera de balance o la pr¨¢ctica bancaria de comprar derivados para reducir las necesidades de capital- ha sido puesta como modelo a seguir. Era todo cuesti¨®n de aplicar correctamente las reglas existentes.
En este contexto, el tema de los para¨ªsos fiscales, y de la creaci¨®n del Comit¨¦ de Estabilidad Financiera, es una cortina de humo para ocultar la falta de decisi¨®n pol¨ªtica para resolver el problema fundamental pendiente, que es la recapitalizaci¨®n del sistema bancario y la gesti¨®n de los activos t¨®xicos. Es de sentido com¨²n pol¨ªtico, claro, pero no por ello ¨®ptimo. El capitalismo no ha sido capturado por los neocons, como afirman algunos, y no hay que refundarlo. Lo que hay que hacer es aplicar bien las reglas, y en eso entran en juego muchos intereses. Y por tanto cabe preguntarse: si el G-20 ha fracasado en la ultima d¨¦cada en la vigilancia del sector regulado, ?qu¨¦ garant¨ªas nos puede dar de que ser¨¢ capaz de ejercer una vigilancia adecuada de un sector cuya cobertura pretende ampliar, y por tanto m¨¢s extenso y complejo?
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