La Universidad tiene profesores de sobra, pero mal repartidos
En Espa?a hay 12 alumnos por docente, por debajo de los 17 de media de la UE - El problema ante la reforma de Bolonia es la mala distribuci¨®n por carreras
En letras hay de sobra; en ciencias experimentales y de la salud, a¨²n m¨¢s, pero en ciencias sociales y jur¨ªdicas y las carreras t¨¦cnicas faltan profesores. Las quejas de algunos colectivos de que falta profesorado en las universidades espa?olas para implantar la reforma de Bolonia (para crear el espacio europeo de educaci¨®n superior) se cae con el peso de los datos. Espa?a tiene m¨¢s profesores que la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la UE (tocan a 12 estudiantes por cada uno, frente a 16,7 de media en Europa). Cierto es que la red no est¨¢ bien tejida. Tiene agujeros donde no deb¨ªa haberlos y est¨¢ demasiado prieta en otras partes. Porque hay un desequilibrio claro en su distribuci¨®n.
S¨®lo dos pa¨ªses de la UE (hablando tanto del sistema p¨²blico como privado) tienen menos alumnos por profesor (contando universidades p¨²blicas y privadas) que Espa?a, que son adem¨¢s dos naciones punteras en educaci¨®n, Suecia y Noruega. Otros espejos en los que se mira la ense?anza espa?ola (y la europea, en general) son los de los pa¨ªses anglosajones, y reflejan lo mismo: Estados Unidos tiene un profesor para cada 15 de media (incluidas las punteras universidades Harvard o Yale) y el Reino Unido est¨¢ en la media de la UE, con 16,4. La de la OCDE es similar, con 16.
En ciencias sociales hay 22,5 alumnos por docente; en las experimentales, 5,6
Las soluciones pasan por promover una docencia colegiada
La percepci¨®n de los colectivos de estudiantes y de los propios profesores de que faltan m¨¢s docentes en Espa?a tiene entonces m¨¢s que ver con otros factores, seg¨²n reflejan las estad¨ªsticas y apuntan los expertos en pol¨ªtica universitaria.
El gran desequilibrio en la distribuci¨®n del profesorado por ¨¢reas de conocimiento queda reflejado en las medias. En las carreras de humanidades hay de media 10,5 alumnos por profesor; en ciencias sociales y jur¨ªdicas, 22,5; en las ense?anzas t¨¦cnicas, 19,2; en ciencias experimentales, 5,6, y en ciencias de la salud, 6,6. No hay datos comparables de carreras porque es com¨²n que un mismo profesor imparta materias en diversas titulaciones.
La masificaci¨®n de las aulas, tan generalizada hace un par de d¨¦cadas, ha pasado a la historia y tiene poca pinta de volver a producirse. Ya s¨®lo se da en casos puntuales. Y m¨¢s con las nuevas reglas. Hasta la reforma ligada a Bolonia, los profesores universitarios pod¨ªan dar un m¨¢ximo de ocho horas de clase a la semana y seis de tutor¨ªa. El resto del tiempo era para prepararse las clases o investigar. A partir de ese cambio (en 2010), las reglas cambian y el modelo espec¨ªfico lo establece cada facultad. Los expertos hablan de un profesorado capacitado para el cambio, pero que tiene que asumir el nuevo modelo. ?ste, en el que se convalidan por cr¨¦ditos tanto las clases, como el tiempo de estudio y otras actividades acad¨¦micas, abre m¨¢s el abanico de posibilidades. En ¨¦l ser¨ªa razonable que hubiera, por ejemplo, 100 alumnos en una clase magistral, 20 en un seminario (que se convalida por cr¨¦ditos acad¨¦micos) o incluso cinco en una sesi¨®n pr¨¢ctica con el profesor.
La descompensaci¨®n entre oferta y demanda, que ha aumentado progresivamente en los ¨²ltimos a?os, ha acentuado el desequilibrio de profesores entre ¨¢reas de conocimiento, explica el secretario general de Universidades, Tecnolog¨ªa e Investigaci¨®n de la Junta de Andaluc¨ªa, Paco Triguero. "Hab¨ªa hasta ahora una estructura muy r¨ªgida con el profesorado muy estable y muy vinculado a una parcela especializada del conocimiento. Al moverse parte de la demanda y reducirse, especialmente en las carreras de humanidades y ciencias experimentales, se ha creado un problema".
Triguero cree necesario "quitar las rigideces, haciendo las ¨¢reas de conocimiento m¨¢s flexibles y promoviendo una visi¨®n m¨¢s colegiada de la formaci¨®n". Es decir, fomentar el trabajo en equipo de los profesores "tanto por curso como por ¨¢reas tem¨¢ticas", de forma que se ofrezcan varias asignaturas con un programa conjunto o que varios profesores puedan repartirse una materia. La clave, apunta Triguero, es la "planificaci¨®n", que est¨¦ todo mejor ordenado. "En los primeros cursos de muchas carreras es donde es m¨¢s factible aplicar estos cambios, dado que se dan materias m¨¢s generalistas que puede impartir cualquier especialista avanzado", a?ade.
El presidente de la agencia de calidad universitaria catalana, Joaquim Prats, tambi¨¦n cree que los problemas han sido el cambio en la demanda y la mala distribuci¨®n del problema, y aporta un tercero: "No ha sido un acierto crear los m¨¢steres antes que los grados. Esto ha hecho aumentar el n¨²mero de profesores, a pesar de que los m¨¢steres tienen en general una demanda peque?a".
La demanda desequilibra el sistema
No es casualidad que las quejas que han sonado m¨¢s alto en el conflicto contra la reforma de Bolonia provengan mayoritariamente de las carreras de humanidades: son cada vez menos demandadas, lo que inquieta en muchas facultades y departamentos. Pero no s¨®lo les pasa a ¨¦stas, tambi¨¦n a otros estudios con una honda tradici¨®n y peso en el conocimiento occidental (como los de exactas, f¨ªsica, qu¨ªmica...), pero con pocas salidas pr¨¢cticas.
Traducido a datos, el curso pasado se ofrecieron m¨¢s de 24.000 plazas de carreras de humanidades, de las que se llegaron a matricular s¨®lo 18.400 alumnos, y se ofertaron 19.600 de ciencias experimentales, de las que se cubrieron 13.600. Y eso que algunas universidades reconocen que han bajado la oferta de plazas (se ve tambi¨¦n en las estad¨ªsticas) para que no cante tanto el desfase entre oferta y demanda.
Aparte de la ausencia de una pol¨ªtica bien programada para reorganizar las plantillas -algo que la Ley Org¨¢nica de Universidades, de 2007, flexibiliza- no es menor el conflicto que se est¨¢ entretejiendo por el miedo de algunas facultades y departamentos que sufren la ca¨ªda de la demanda a perder peso y poder en los centros. El presidente de la Agencia de Calidad del Sistema Universitario de Catalu?a, Joaquim Prats, habla de ello: "Al hacer los nuevos planes, se ve a menudo que muchos centros ponen los cr¨¦ditos optativos seg¨²n criterios corporativos de los departamentos por el profesorado que tengan". Prats cree que hay un miedo psicol¨®gico a perder horas y, con ello, profesores y peso. "Nos pasa mucho, cuando en realidad el prestigio lo da la investigaci¨®n, la transferencia de conocimiento a la sociedad y la calidad de la docencia que perciban los alumnos", concluye.
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