La prueba de los nuevos
Aparte de la salida de Solbes, que es el dato pol¨ªticamente m¨¢s relevante de la crisis, es llamativo que el presidente del partido y el vicesecretario general se hayan unido al secretario general en el Gobierno. En tiempos de Felipe Gonz¨¢lez, cuando Narc¨ªs Serra sustituy¨® a Alfonso Guerra como vicepresidente del Ejecutivo, el sustituido tuvo inter¨¦s en aclarar que no hab¨ªa paralelismo con la situaci¨®n anterior porque el nuevo n¨²mero dos del Gobierno no lo era a la vez del partido, como lo hab¨ªa sido ¨¦l. Luego no pod¨ªa realizar la misma tarea de coordinaci¨®n entre ambas instancias. Ahora la situaci¨®n es inversa: Jos¨¦ Blanco sigue siendo el segundo del PSOE, pero no pasa a ocupar el mismo rango en el Gobierno.
Menos adjetivos y m¨¢s argumentos es lo que se espera de ministros y portavoces
Una inc¨®gnita es si Blanco seguir¨¢ compareciendo cada lunes en nombre de la direcci¨®n socialista, en teor¨ªa para fijar la agenda de la semana. En realidad, para arremeter de la manera menos matizada contra la oposici¨®n, venga o no a cuento. Si no sigue en esa funci¨®n le sustituir¨¢ veros¨ªmilmente la Secretaria de Organizaci¨®n, Leire Paj¨ªn, n¨²mero tres, que tiene la misma tendencia.
La remodelaci¨®n ha vuelto a dejar sin resolver un viejo problema del zapaterismo. Lo que se denomin¨® falta de pol¨ªtica informativa del Gobierno, aunque en realidad era otra cosa. Se dec¨ªa que el Gobierno hac¨ªa muchas cosas pero no sab¨ªa venderlas: un lugar com¨²n de casi todos los partidos, y que en el fondo es una manifestaci¨®n de vanidad o inyecci¨®n de autoestima: somos muy buenos pero t¨ªmidos para alardear de ello. Sin embargo, m¨¢s que timidez, lo que se detect¨® (en medios poco o nada hostiles al PSOE) fue una cierta incapacidad de sus principales portavoces para argumentar pol¨ªticamente con claridad. Esa incapacidad se manifiesta casi cada mi¨¦rcoles en que hay sesi¨®n de control al Ejecutivo, y tambi¨¦n en las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de Ministros de los viernes.
La vicepresidenta De la Vega es el miembro del Gobierno con mejor imagen y se reconoce su eficacia como coordinadora entre departamentos y apagafuegos del Ejecutivo en relaci¨®n a los m¨¢s diversos conflictos. Pero no es una buena portavoz: no tiene facilidad para explicarse; para dar razones de por qu¨¦ se hace o se deja de hacer algo, o para refutar las acusaciones de la oposici¨®n.
Seg¨²n trascendi¨® hace un a?o, Zapatero intent¨® resolver ese problema convirtiendo en portavoz a Jos¨¦ Antonio Alonso, que como ministro del Interior y luego de Defensa se hab¨ªa revelado como un pico de oro muy convincente. Pero por razones que (tampoco) supo explicar nadie, el proyecto no fue adelante, lo que acab¨® llevando a Alonso al Congreso, como portavoz del grupo. Se aprovecharon sus cualidades argumentativas en otra instituci¨®n, pero para ello tuvo que dejar el Gobierno; seguramente, contra las intenciones iniciales de Zapatero.
La pol¨ªtica se hace con el lenguaje, y la pol¨ªtica democr¨¢tica mediante razones. Desde hace algunos a?os, sin embargo, parece haberse perdido el gusto por argumentar. Se afirma o niega algo, y como mucho se a?ade un adjetivo que califica o descalifica a alguien, pero apenas se ofrecen razones de ello. En su lugar hay una sobrecarga ret¨®rica hecha de principios gen¨¦ricos y obviedades. En ocasiones, la argumentaci¨®n se desplaza a la entonaci¨®n. Se puede observar en las sesiones de control. Las frases m¨¢s vac¨ªas son pronunciadas como si fueran parlamentos de Cicer¨®n, acompa?adas de gestos que pretenden subrayar la evidencia.
El asunto ha vuelto a suscitarse a prop¨®sito de la falta de aliados que padece el partido del Gobierno desde las elecciones del 1 de marzo. Se dice que hay que limitar las iniciativas a aquellas que puedan ser apoyadas por potenciales socios de ocasi¨®n, para evitar derrotas; pero lo que corresponder¨ªa con la situaci¨®n actual ser¨ªa seleccionar iniciativas que por su conveniencia para el inter¨¦s general s¨®lo podr¨ªan no ser apoyadas al precio del descr¨¦dito de quien lo pretendiera.
Pero para ello se necesitan pol¨ªticos con conocimientos de la materia planteada y capaces de defenderla con razones claras: entendibles por la opini¨®n p¨²blica. ?sa ser¨¢ una de las pruebas que habr¨¢n de pasar los nuevos ministros.
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