La masacre del Cavall Verd
La Marina Alta evoca la revuelta de los moriscos contra su expulsi¨®n hace 4 siglos
A mediados de noviembre de 1609 unos 17.000 moriscos acampados en la Vall de Laguar, armados con hondas, piedras y alguna ballesta, se enfrentaron a cinco mil soldados de los tercios de N¨¢poles y Sicilia que integraban la m¨¢quina militar m¨¢s perfecta del mundo, perfectamente pertrechada y armada. El resultado de aquel combate desigual fue evidente: el ej¨¦rcito de Felipe III masacr¨® a miles de moriscos y el resto se refugi¨® en los escarpados riscos del Cavall Verd, cima cuyo nombre evoca precisamente la figura legendaria de un caballo verde que esperaron en vano para que los salvara. All¨ª resistieron unos pocos d¨ªas sin agua ni alimento hasta su capitulaci¨®n final.
Con aquella revuelta desesperada, los moriscos de la Marina Alta intentaron oponerse a la decisi¨®n de la monarqu¨ªa espa?ola de expulsarlos de la patria de sus antepasados, donde como herederos de la cultura isl¨¢mica hab¨ªan vivido durante siglos. Ahora se cumplen cuatro siglos de unos hechos trascendentales para una comarca que, debido a esa di¨¢spora, perdi¨® dos tercios de su poblaci¨®n: desde los puertos de D¨¦nia y X¨¤bia partieron unos 42.000 moriscos rumbo a Or¨¢n en un exilio forzoso del que no regresar¨ªan jam¨¢s.
El nombre evoca la figura legendaria de un caballo verde que esperaron en vano
Por este motivo, numerosas instituciones p¨²blicas y privadas han colaborado en la exposici¨®n Los Moriscos en la Marina Alta. 400 a?os de la expulsi¨®n, que recorrer¨¢ durante a?o y medio varias comarcas con el fin de rescatar del olvido el que para muchos historiadores fue el primer genocidio de la era moderna en Europa. La muestra, que estos d¨ªas se exhibe en Pedreguer, complementada con jornadas cient¨ªficas, una campa?a para escolares y diversas publicaciones, intenta abordar las causas que provocaron el fin de la tolerancia entre ambas culturas a lo largo del siglo XVI, cuando fueron saqueadas morer¨ªas y alquer¨ªas, la Iglesia cat¨®lica inici¨® sin ¨¦xito campa?as forzosas de evangelizaci¨®n y la monarqu¨ªa dict¨® decretos para desarmar a los moriscos ante el temor de que se unieran con los piratas berberiscos que asolaban las costas valencianas y que en 1529 llegaron a saquear Parcent y Murla.
El 22 de septiembre de 1609 se public¨® el decreto de expulsi¨®n de Felipe III por el que los descendientes de los antiguos mud¨¦jares dispon¨ªan de tres d¨ªas para acudir a los puertos de expulsi¨®n s¨®lo con los bienes que pudieran transportar, dejando atr¨¢s tierras y patrimonios. D¨ªas despu¨¦s y tras los primeros relatos que aseveraban que los moriscos tampoco eran bien recibidos en el norte de ?frica, estall¨® la revuelta de la Vall de Laguar, a cuyas abruptas monta?as acudieron familias enteras desde La Marina, El Comtat, La Safor o La Vall d'Albaida.
El l¨ªder de la revuelta fue el caudillo Millini, "morisco de Guadalest, hombre de 50 a?os, molinero de oficio y que tres meses al a?o esquilaba ovejas". Tras varios d¨ªas de saqueos y combates, 11.000 moriscos se rindieron el 29 de noviembre de 1609 en el Cavall Verd. "Las madres prefer¨ªan despe?arse con sus hijos por los barrancos antes que caer en manos de los cristianos" y de camino a los puertos de D¨¦nia y X¨¤bia muchos de los prisioneros fueron asesinados, violados o robados.
Cuatro siglos despu¨¦s, la exposici¨®n pretende difundir que los moriscos ten¨ªan tanto derecho como los cristianos viejos a vivir en estos territorios y que muchos de ellos aguardaban desde ?frica el momento del regreso conservando las llaves de las que hab¨ªan sido sus casas. Y remarcar que la sociedad actual ha heredado de aquella civilizaci¨®n perdida numerosos rasgos culturales, sociales y gastron¨®micos que deben contribuir a fomentar ahora la tolerancia entre culturas.
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