Talavante o la indolencia

Deber¨ªa cambiar muchas cosas en el modo de afrontar su carrera taurina Alejandro Talavante. A¨²n est¨¢ a tiempo con sus ventipocos a?os. Hace dos en este mismo domingo y en esta misma plaza dio muestras de tener clase suficiente para poder funcionar en esto. Ojal¨¢ se hubiera podido ver ayer algo de lo mostrado entonces. Seis toros tuvo para hacerlo. La corrida elegida de N¨²?ez del Cuvillo no fue ni mucho menos nada extraordinaria, blandita y manejable. Cualquier otro torero en su situaci¨®n les habr¨ªa sacado chispas antes que irse con las manos vac¨ªas. El problema es que no pareci¨® ni intentarlo. Tan s¨®lo en su primero ejecut¨® algunos pases de m¨¦rito por ambos pitones. Salud¨® desde el tercio prometi¨¦ndonoslas razonablemente felices. Y ah¨ª se acab¨® todo por causa de la mala lidia, del tercio de varas, que roz¨® lo demencial y, sobre todo, por la indolencia del protagonista a quien parec¨ªa darle todo igual. As¨ª fue pasando toro tras toro, entre la moderada irritaci¨®n del respetable y un Talavante que no encontraba acoplamiento ni debajo de las almohadillas de los tendidos. Una cosa es la ilusi¨®n y el deseo y otra muy distinta la realidad. Talavante deber¨ªa trabajar mucho m¨¢s su sentido de la misma y tal vez su apartado retiro no sea el lugar m¨¢s adecuado para ejercitarlo. Una apuesta, en definitiva, perdida por el extreme?o.