El desd¨¦n de los europeos
Despolitizados, conservadores, sin proyectos ni l¨ªderes, encerrados en nuestras identidades, incapaces de integrar a los reci¨¦n llegados, sean pa¨ªses socios, sean inmigrantes. As¨ª aparecemos los europeos a siete semanas de los primeros comicios con 27 socios (Rumania y Bulgaria no participaron en los de 2004, los primeros de la Europa de 25 miembros) para elegir entre el 4 y el 7 de junio a 736 eurodiputados, en un clima de desmovilizaci¨®n y desgana prodigiosas. Nunca han sido estas elecciones un momento de especial identificaci¨®n con el proyecto de construcci¨®n europea, m¨¢s bien al contrario: siempre han funcionado como una suma de elecciones organizadas en clave interna de cada uno de los pa¨ªses socios. Pero las que ahora se preparan pueden ser especialmente desalentadoras, en un momento de urgencias ante la crisis y de repliegue nacional o de renacionalizaci¨®n especialmente intenso.
Nunca han sido estos comicios un momento de especial identificaci¨®n con la construcci¨®n de la UE
Salvo contadas excepciones, los partidos suelen mandar a sus listas europeas a los pol¨ªticos de los que quieren desembarazarse en el escenario nacional o aquellos a los que quieren premiar con una vida pol¨ªtica f¨¢cil y bien gratificada en sueldo y amenidades viajeras. Lo demuestran las listas de los dos m¨¢s grandes, el PSOE y el PP, encabezadas respectivamente por dos ex ministros -Juan Fernando L¨®pez Aguilar y Jaime Mayor Oreja- con suficientes ideas pol¨ªticas propias como para inquietar a las c¨²pulas de sus organizaciones. Una contradicci¨®n dolorosa martirizar¨¢ a los socialistas espa?oles en una cita electoral que los votantes utilizar¨¢n para castigarles a buen precio: es decir, con un aviso serio, pero sin consecuencias en el color del Gobierno. Aunque les conven¨ªa plantearlas ¨²nicamente como una contienda en clave europea, en la que se dilucidar¨¢ el color del futuro Parlamento e incluso el del futuro presidente de la Comisi¨®n, nada de lo que han hecho hasta ahora, incluidas las listas, conduce y sirve a este prop¨®sito. Y menos todav¨ªa que Zapatero est¨¦ ya plenamente dispuesto a apoyar como presidente de la Comisi¨®n a Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, el candidato de la derecha en la anterior elecci¨®n, impuesto por Blair y Aznar.
Este ¨²ltimo Eurobar¨®metro est¨¢ lleno de indicios reveladores, alguno de ellos inquietante. El desd¨¦n de los ciudadanos hacia estas elecciones y hacia las instituciones europeas est¨¢ compuesto de muchos elementos. Tiene que ver, ante todo, con la recesi¨®n. Luego con la crisis de la pol¨ªtica y las disfunciones de los sistemas pol¨ªticos europeos. Y finalmente con la falta de voluntad europe¨ªsta y el vaciamiento del proyecto. Europa est¨¢ en crisis, pero la crisis no es s¨®lo de la construcci¨®n europea, sino de su econom¨ªa y de su forma de hacer pol¨ªtica. Y se expresa ante todo en la erosi¨®n de la confianza de los ciudadanos en las instituciones, aunque el Parlamento no es el que queda peor situado y la palma se la llevan, bien merecidamente, el Banco Central y la Comisi¨®n.
La encuesta revela una menor atenci¨®n de los ciudadanos hacia los temas pol¨ªticos europeos y un incremento de los que tienen que ver con la actual crisis (el desempleo y el crecimiento). Puede haber ah¨ª un elemento coyuntural, pero tambi¨¦n un resultado del declive institucional europeo, su presencia decreciente en los medios de comunicaci¨®n (captada tambi¨¦n por la encuesta), as¨ª como la superaci¨®n de algunos temas (el euro, el modelo social, los valores y la identidad) que en alg¨²n momento fueron objeto de debate y ahora se dan por asimilados. S¨®lo un 44% de los europeos manifiestan alg¨²n inter¨¦s en estas elecciones, frente a un 53% que afirman lo contrario, cifras de donde sale esta proyecci¨®n de una abstenci¨®n del 66%. Seis de los pa¨ªses que se hallan por debajo de este umbral son socios de la nueva hornada, a los que hay que a?adir el euroesc¨¦ptico Reino Unido, la Italia berlusconiana y Portugal. La intenci¨®n de ir a votar manifestada por los encuestados produce un reparto similar: seis de los nuevos socios est¨¢n por debajo del baj¨ªsimo porcentaje del 34% del conjunto de la UE. El desinter¨¦s hacia las elecciones no est¨¢ necesariamente ligado a un desapego europe¨ªsta. Los j¨®venes en edad Erasmus son los menos propensos a ir a votar (el 27% no lo har¨¢ en ning¨²n caso), pero son tambi¨¦n los que aducen en menos ocasiones (el 10%) que no lo har¨¢n por desacuerdo con la construcci¨®n europea.
?Ser¨¢ verdad que Europa se atasca cuando Am¨¦rica despega? Quiz¨¢s sea cierta esta metamorfosis en la que las dos orillas del Atl¨¢ntico parecen estar permutando posiciones: Estados Unidos se europe¨ªza y Europa se americaniza. Las elecciones de aqu¨ª aburren y las de all¨ª entusiasman. Con este nuevo presidente mestizo, fiel imagen de un pa¨ªs tambi¨¦n mestizo y preparado para liderar un mundo mestizo, sus conciudadanos son la contrafigura de esos europeos encerrados en sus identidades nacionales: politizados, progresistas, con proyectos y l¨ªderes, m¨¢s dispuestos que nunca a abrirse al mundo e integrar a todos en una gran naci¨®n c¨ªvica, derecha e izquierda, negros y blancos, religiosos y ateos, hispanos y anglos.
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