El dedo en la llaga

Desde el estreno de Perdido por perdido, en 1993, el cine del argentino Alberto Lecchi se ha hecho familiar en los cines espa?oles a trav¨¦s de una serie de pel¨ªculas presididas por la intenci¨®n emocional, todas con coproducci¨®n espa?ola, que sin embargo derivaban hacia el lado m¨¢s melifluo del cine argentino. Estamos en las ant¨ªpodas de la experimentaci¨®n formal de gente como Pablo Trapero, Lisandro Alonso, Lucrecia Martel o Luc¨ªa Puenzo. Las pel¨ªculas de Lecchi buscan a otro tipo de espectador, el que apela a la l¨¢grima, la complicidad y la solidaridad, aunque lo raro es que ni uno de sus sucesivos trabajos (El dedo en la llaga, Operaci¨®n Fangio y Nueces para el amor) haya tenido repercusi¨®n en Espa?a, a pesar de haber contado con el apoyo de variadas productoras.

Con El frasco, su nuevo trabajo, Lecchi vuelve a sus se?as de identidad, aunque esta vez se ha deshecho de lo que mejor funcionaba en sus pel¨ªculas: la presencia de un cierto contexto hist¨®rico-social que ayudaba al entramado rom¨¢ntico general. Aqu¨ª s¨®lo hay amor, una pizca de desolaci¨®n por un pecado del pasado, y unas (risibles) gotas de humor pretendidamente exc¨¦ntrico. Dar¨ªo Grandinetti parece perdido ante un papel que le obliga a poner caras m¨¢s que a interpretar, y la factura t¨¦cnica, comandada por una fotograf¨ªa deplorable, es de una ramploner¨ªa atroz.

Claro que, para desmentir todo lo anterior, pel¨ªcula y director siempre podr¨¢n plantar en la cara del cr¨ªtico su Espiga de Plata y su Premio del P¨²blico de la pasada Seminci de Valladolid.

Tr¨¢iler de 'El Frasco'