Hambre de bohemia
Hoy en d¨ªa se publican muchos libros y discos absolutamente superfluos. Es raro encontrar uno que sea imprescindible. No les digo ya uno necesario. De ese tipo es el que ha publicado Visor sobre la vida y obra (m¨¢s obra que vida) de Chicho S¨¢nchez Ferlosio. La recopilaci¨®n, aparte de tener el m¨¦rito de salvar del posible olvido a un mont¨®n de ingenios musicales y letr¨ªsticos, define perfectamente una ¨¦poca. La de aquella generaci¨®n que creci¨® y madur¨® justo antes de la transici¨®n y que, cuando ¨¦sta les pill¨® hechos y derechos, prefirieron levantarle el acta desde un trabajo inc¨®modo de sat¨ªricos, cantautores y juglares (no trovadores). Sus modos parec¨ªan casi los de una nueva reedici¨®n de la vieja bohemia.
A finales del reinado de Fernando VII hab¨ªa aparecido en Madrid, hac¨ªa ya siglos, ese nuevo tipo social que se instal¨® en un mundo construido por ¨¦l mismo: la bohemia. En una sociedad que cambiaba, la atracci¨®n que la capital provocaba en los adolescentes les hac¨ªa so?ar con un concepto de artista como hombre que iba a hacer profesi¨®n de sus dotes po¨¦ticas y a luchar con la vida adversa para hacer o¨ªr y reconocer sus valores. El resultado fue una bohemia ¨¢spera, desabrida, malhumorada. No sucedi¨® as¨ª con esa peque?a generaci¨®n de la transici¨®n. Surg¨ªa de clases cultivadas y llegaron m¨¢s preparados para navegar en un inc¨®modo papel sin hacer el rid¨ªculo ni traicionarse. ?C¨®mo pod¨ªas ser rebelde si hace poco tus ancestros tomaban caf¨¦ en el c¨ªrculo del dictador? Bueno, lo fueron. Y lo consiguieron con una dignidad y una discreci¨®n notables.
En ese peque?o compendio de sus artefactos de ingenio, Chicho S¨¢nchez Ferlosio aparece combativo, insurrecto, intelectualmente agresivo a veces (que no violento), dulc¨ªsimo otras. Hay bohemia en la medida que pretende vivir en un mundo construido por ¨¦l para s¨ª mismo. Pero, aunque tiene una notable afici¨®n a jugar con el filo de lo grueso, cualquier aspereza o malhumor queda tamizada por una risa que surge de las tripas, muy propia de la m¨²sica popular. Con esa f¨®rmula, aplicada a heterodoxias y paradojas, se consiguen resultados notables.
Dicen que Chicho dedicaba much¨ªsimo tiempo a las matem¨¢ticas, la l¨®gica y los juegos de palabras, aparte de a la poes¨ªa y la m¨²sica. Lo cierto es que, en las asociaciones de superdotados, tienen comprobado que los coeficientes intelectuales muy elevados se interesan con frecuencia por los variados lenguajes universales (m¨²sica, matem¨¢ticas, etc¨¦tera) que no necesitan traducci¨®n.
Mi primera pista sobre ¨¦l fue una rara pel¨ªcula de Fernando Trueba que, en los ochenta, emitieron de madrugada por la dos. Luego, mucho despu¨¦s, visitando la casa de Javier Krahe (de quien fue muy amigo), ¨¦ste me dio m¨¢s noticias de su peculiar figura. Creo que por entonces ya estaba gravemente enfermo. A los pocos que, entre mi generaci¨®n rockera, ten¨ªamos noticia cabal de estas gentes nos resultaban muy interesantes por la sencilla raz¨®n de que eran m¨¢s cultos. Demostraban que el cantautor no tiene por qu¨¦ ser abducido ¨²nicamente por la funci¨®n sociopol¨ªtica sino que, combinando casi matem¨¢ticamente su ingenio, puede tambi¨¦n dar juego para lo extra?o, lo parad¨®jico, lo heterodoxo y lo transgresor. Resultaban entonces m¨¢s estimulantes intelectualmente. ?Ser¨¢ eso siempre minoritario? Nos lo dir¨¢ la vida de este libro multicolor.
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