Destellos de ilusi¨®n
Relatos. Los ¨²ltimos libros de Molina Foix han sido la mejor novela de su larga trayectoria, El abrecartas, vibrante y dolorosa, hecha con el escr¨²pulo de tratar vidas que eran reales y otras que pod¨ªan ser reales, mientras que el conjunto de ensayos que reuni¨® en Tintoretto y los escritores fue una hermosa suma de variaciones en manos de otros en torno al pintor, tambi¨¦n con resultados brillantes de forma y fondo. Los relatos de Con tal de no morir se han ido de ambas ¨®rbitas para acercarse a medios sociales de la actualidad inmediata y de modest¨ªsima humildad, ¨¢mbitos morales y sentimentales casi siempre rebajados, o amputados, insuficientes. Las carencias emotivas o ¨¦ticas no son nunca efectistas ni hay malabares baratos detr¨¢s de los trucos del cuentista. Se anima al lector sin apremios para que vaya dej¨¢ndose prender por la melancol¨ªa o el apocamiento de biograf¨ªas comunes, de administrativos, polic¨ªas, mensajeros, traductores y alg¨²n profesor sometido al s¨ªndrome f¨¢ustico y hasta alg¨²n poeta que no lo es pero no es culpa suya. Domina en casi todos la captura sutil en detalles o banalidades cotidianas de la tristeza, de la amenaza del abandono o del miedo ante el enredo que se convertir¨¢ en drama.
Con tal de no morir
Vicente Molina Foix
Anagrama. Barcelona, 2009
228 p¨¢ginas. 17 euros
Las relaciones imprevistas, los sentimientos amortiguados o puramente deshauciados por la rutina, las tentaciones convertidas en caprichos urgentes construyen un mapa humano contempor¨¢neo con voluntad de radiograf¨ªa de extrarradio y clase media baja, de vidas sin ¨¦pica pero con destellos de ilusi¨®n (casi siempre frustrada o impotente). La prosa ha acudido en muchas p¨¢ginas a un despojamiento quiz¨¢ excesivo y a ratos parece no perezosa pero s¨ª destensada, no hay desali?o ni descuido pero hay demasiados tramos sin la personalidad narrativa del mejor Molina Foix.
Mi impresi¨®n es que los cuentos responden a una suerte de desaf¨ªo literario en el que la vulgaridad de las vidas narradas, la tristeza mate de muchas de ellas, se hace expresa o cristaliza en la misma palidez de estilo, pero s¨®lo en algunos de los relatos el mecanismo funciona con efecto literario intenso. Sin duda sucede en el ¨²ltimo, con algo de misterio (como algo de misterio quiere llevar tambi¨¦n la peripecia del poeta agasajado en clave de parodia sin sangre) pero tambi¨¦n en el que narra amores difusos entre repartidores, pizzas y mujeres solitarias, o en el relato breve e incisivo 'Como en Bagdad', con br¨ªo estil¨ªstico propio, o en el que recala en medios gays, se explaya en el humor, se titula 'El peluquero de verdad' y tiene todo el aire de ser una recreaci¨®n de fondo autobiogr¨¢fico que lo hace m¨¢s divertido todav¨ªa (y algo insinua la contraportada al llamarlo "relato confesional").
A ratos da la impresi¨®n de que muchos personajes del libro podr¨ªan suscribir lo que dice uno de ellos en el relato m¨¢s corto -"mi vida er¨®tica es tan desangelada como el resto de mi vida"- aunque esa carencia general sea de hecho la gasolina que ayuda a mover las vidas narradas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.