Todos miran al nuevo presidente
Muchas cosas han cambiado en Am¨¦rica desde la ¨²ltima vez que los jefes de Gobierno de la regi¨®n se reunieron en Mar del Plata en 2005. En aquella ocasi¨®n, Hugo Ch¨¢vez acapar¨® los titulares. Ante una manifestaci¨®n de 25.000 personas, denost¨® a Estados Unidos y su ya moribundo plan para el ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA). George Bush y el brasile?o Luiz In¨¢cio Lula da Silva abandonaron la reuni¨®n antes de que terminara.
El cambio m¨¢s evidente es que, en Barack Obama, EE UU tiene un presidente que provoca tanta admiraci¨®n en Latinoam¨¦rica como recelos despertaba Bush. En segundo lugar, Brasil se ha consolidado como potencia regional en Suram¨¦rica. Mira a la Cumbre de las Am¨¦ricas como una creaci¨®n estadounidense, de importancia muy relativa. Lo que le interesa a Brasil es Unasur, la nueva y todav¨ªa incierta Uni¨®n Suramericana. Desde luego, Brasil y Unasur han sido m¨¢s activos que Estados Unidos y la OEA a la hora de mediar en recientes conflictos regionales, en Bolivia o entre Colombia y sus vecinos.
Pero la cumbre de este fin de semana en Puerto Espa?a mostrar¨¢ tambi¨¦n que se ha exagerado la desaparici¨®n de la influencia de EE UU. Muchos dirigentes latinoamericanos estar¨¢n deseosos de encontrarse con el presidente Obama por primera vez (s¨®lo lo han hecho hasta ahora Lula, el mexicano Felipe Calder¨®n y la argentina Cristina Fern¨¢ndez). Mal que bien, en los asuntos m¨¢s importantes que afronta la regi¨®n -econom¨ªa, narcotr¨¢fico y seguridad p¨²blica, energ¨ªa y cambio clim¨¢tico-, Estados Unidos sigue siendo el actor (o el obst¨¢culo) esencial.
En 2005, Am¨¦rica Latina disfrutaba de un lustro dorado, con un crecimiento medio del 5,5% anual de la mano de los altos precios de las materias primas, que espolearon las pretensiones de Ch¨¢vez y sus aliados. Todo esto se acab¨®. Lula puede culpar a los "banqueros blancos, rubios y de ojos azules" de la recesi¨®n mundial, pero la clave de la recuperaci¨®n tambi¨¦n depende de ellos. China est¨¢ ofreciendo l¨ªneas de cr¨¦dito, pero el grueso de los fondos vendr¨¢ de Washington, del FMI, del Banco Mundial y del BID.
Los dirigentes latinoamericanos quieren que Obama ponga fin al embargo contra Cuba, y no se limite a levantar las restricciones decretadas por Bush, como anunci¨® esta semana. Pero los mejor informados saben que ¨¦ste es un asunto de pol¨ªtica dom¨¦stica en Estados Unidos y de diplomacia bilateral entre Washington y La Habana. No deja de ser interesante que los Castro parecen querer evitar que la cumbre (en la que son los ¨²nicos ausentes) acabe dominada por una bronca sobre Cuba. Fidel socav¨® los llamamientos de Brasil y otros pa¨ªses para la readmisi¨®n de Cuba en la OEA diciendo que Cuba no ten¨ªa deseos de pertenecer a esa organizaci¨®n. Y entonces Ra¨²l dijo que estaba preparado para hablar con la Administraci¨®n Obama sobre democracia y derechos humanos.
No hay duda de que Estados Unidos es menos dominante en Am¨¦rica, y en el mundo, de lo que una vez fue. Pero en Puerto Espa?a, lo que los latinoamericanos estar¨¢n escrutando es lo que Obama, y no Ch¨¢vez, dice y hace.
Michael Reid es editor de la secci¨®n de las Am¨¦ricas de The Economist. Su libro El continente olvidado ser¨¢ publicado en mayo por Ediciones Belacqua.
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