No pasa nada
Qu¨¦ cansina debe de ser la obligaci¨®n de ejercer todo el rato de bombera en tu propia casa, desdramatizar en p¨²blico las peleas que montan los gallos en tu cenagoso corral sin deslegitimar a ninguno de los contendientes, poner caritas convenientes afirmando que no ocurre nada a pesar del alboroto, que las broncas entre correligionarios s¨®lo son malentendidos superfluos que se arreglan en familia. La se?ora vicepresidenta, a diferencia de tanto florido cantama?anas de la pol¨ªtica, da la impresi¨®n de que se gana el sueldo, parece sensata, parece cre¨ªble, parece capaz, parece...
Pero cuando acaba el estrat¨¦gico teatro minimizando el navajeo interno, tambi¨¦n me la imagino poniendo orden en su desabrido reba?o con botas altas y una fusta. Record¨¢ndole al estatal y cient¨ªfico banquero que ha acojonado a los honrados pensionistas y al tosco ministro de Trabajo que le ha retado a duelo de sangre por contradecirle en su certidumbre del futuro feliz, que el que vuelva a cometer la ordinariez de enfrentarse ante focos y micr¨®fonos deja de salir para siempre en la entra?able foto familiar. D¨¢ndole capones a su disparatado fiscal general por haber enfurecido l¨®gicamente a la madera. Repiti¨¦ndose inconsolablemente a s¨ª misma: "Es que son como ni?os".
Qu¨¦ carga moral tan insoportable la de los impolutos l¨ªderes al tener que justificar continuamente las travesuras de sus chicos. Obama, esa deslumbrante esperanza destinada a quemarse y a provocar hiel en los convencidos de que encarnaba al Mes¨ªas, acaba de eximir de cualquier tipo de castigo a los abnegados torturadores de los despreciables moracos en las patri¨®ticas c¨¢rceles de la CIA. Asegura que hicieron de buena fe el sacrificado trabajo de reventar sin prisas y sin pausas el cuerpo y el alma de los indefensos detenidos, que se limitaban a seguir las ¨®rdenes de la Administraci¨®n, que su fervorosa actividad era legal.
De acuerdo. El que dio luz verde al concienciado sadismo fue aquel ranchero intelectual llamado Bush. Pero nadie va a aplicar justicia en los genitales del anterior jefe del universo, del honesto rastreador de armas de destrucci¨®n masiva.
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