Lo que duele
Marco Polo deslumbr¨® al Gran Khan cuando pas¨® a describirle un curioso imperio. El suyo. Aquel hombre gobernaba a su antojo sobre una tierra inc¨®gnita y una gente de la que ignoraba casi todo. Se supone que una de las virtudes hist¨®ricas del periodismo es activar el efecto Marco Polo, el propiciar una revoluci¨®n ¨®ptica que ponga en evidencia los momentos de ceguera de quienes nos gobiernan o pretendan hacerlo. Los primeros s¨ªntomas del declive de un gobernante tienen mucho que ver con la oftalmolog¨ªa. El pol¨ªtico se extrav¨ªa en su propio pa¨ªs. Se desenamora de la realidad. Y a un gobernante le tiene que gustar la realidad, por m¨¢s que le lleve la contraria. Es en ese momento cr¨ªtico cuando se espera que el periodismo acuda al rescate de la realidad desahuciada. Pero, ?qu¨¦ ocurre cuando el periodismo prescinde de su primera materia prima o nos vende una realidad transg¨¦nica? Es f¨¢cil detectar problemas ¨®pticos en los pol¨ªticos, como salta a la vista el desencanto de los electores, pero en el periodismo nos resistimos a profundizar cr¨ªticamente en las causas del desencanto de los lectores. El problema ¨®ptico del periodismo en Espa?a tiene una denominaci¨®n cient¨ªfica: la Inversi¨®n de la Relevancia. Durante estos a?os, en gran parte de los medios, como se demuestra con rigor en el libro Las razones del voto en la Espa?a democr¨¢tica (1977-2008), de Juan Jes¨²s Gonz¨¢lez y Ferm¨ªn Bouza, ha habido un desajuste ostensible entre la "agenda medi¨¢tica" (jerarqu¨ªa tem¨¢tica period¨ªstica) y la "agenda ciudadana" (bar¨®metros del CIS). En los pasados tres a?os, y en lo que se refiere a las inquietudes econ¨®micas, el desajuste es abismal. Mientras una buena parte de la pol¨ªtica y el periodismo debat¨ªa la fecha de la Espa?a del ?ltimo D¨ªa y otras obsesiones de la Contrarreforma, la mayor¨ªa social lleva desde diciembre de 2005, un mes tras otro, avisando donde m¨¢s iba a dolerle a Espa?a: el paro, la nueva pobreza y la desigualdad.
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