Temor a la deflaci¨®n
Si nos remitimos a lo que dice el Diccionario de la Lengua Espa?ola ("descenso del nivel de precios debido, generalmente, a una fase de depresi¨®n econ¨®mica o a otras causas"), las econom¨ªas de EE UU y Espa?a entraron en marzo en deflaci¨®n. Estados Unidos tuvo una tasa interanual de los precios del -0,4% -lo que no se produc¨ªa desde mediados de los cincuenta-, y Espa?a, del -0,1%, lo que no hab¨ªa sucedido nunca.
Si acudimos a la definici¨®n acad¨¦mica (ca¨ªda continuada y notable del nivel general de precios, junto con la expectativa de que esa trayectoria se mantendr¨¢ durante bastante tiempo), ambos pa¨ªses -que tienen la tasa de inflaci¨®n subyacente (sin incluir el precio de los componentes m¨¢s vol¨¢tiles, como los alimentos no elaborados o los productos energ¨¦ticos) positiva- estar¨ªan a¨²n en la fase intermedia de desinflaci¨®n: desaceleraci¨®n en el ritmo de crecimiento de los precios.
?Habr¨¢ que rezar para que vuelva a aumentar el precio del petr¨®leo y estimule otras subidas de precios?
En cualquier caso, la evoluci¨®n de los precios es acorde con la recesi¨®n que padece la econom¨ªa global. En el ¨²ltimo siglo s¨®lo hay dos antecedentes de fen¨®menos deflacionistas: el Estados Unidos de la Gran Depresi¨®n y el Jap¨®n de los a?os noventa. Una espiral de ca¨ªdas continuadas de precios puede ser tan peligrosa como una inflacionista ("lo peor", dec¨ªa Keynes). La bajada de los precios reduce los beneficios de las empresas, estimulando recortes de plantillas y de sueldos. Como consecuencia, los parados reducen su nivel de consumo y los que conservan sus puestos de trabajo ahorran lo que pueden por lo que les pueda pasar. Al comprar menos, esa reducci¨®n de la actividad realimenta el ciclo.
En el ¨²ltimo Informe mensual del servicio de estudios de La Caixa, el editorial, titulado precisamente Miedo a la deflaci¨®n, recuerda que la tasa de inflaci¨®n de la mayor parte de los pa¨ªses avanzados se ha reducido hasta m¨ªnimos que no se registraban desde hac¨ªa muchos a?os. Y se pregunta por qu¨¦ si tan mala era la inflaci¨®n, tambi¨¦n lo es la deflaci¨®n: primero, porque tiende a retrasar las decisiones de consumo e inversi¨®n; si tal producto tendr¨¢ un precio inferior ma?ana, ?por qu¨¦ comprarlo hoy? Segundo, porque aumenta el valor real de las deudas, lo cual ocasiona una presi¨®n sobre los agentes endeudados que lleva a un aumento de las p¨¦rdidas y de las bancarrotas. Tercero, como los salarios son r¨ªgidos a la baja, los m¨¢rgenes de las empresas se estrechan, lo que ocasiona menos inversi¨®n y menos empleo. Un ¨²ltimo riesgo es la llamada trampa de la liquidez, en la que se entra cuando el banco central recorta los tipos al m¨¢ximo -hasta el 0%- de manera que el mejor activo para invertir es el efectivo, sin riesgo y con rentabilidad real positiva. "En definitiva", dice el estudio, "una deflaci¨®n persistente est¨¢ ¨ªntimamente ligada a una depresi¨®n econ¨®mica prolongada. Algo que en Jap¨®n conocen muy bien".
?Habr¨¢ que rezar entonces para que vuelva a subir el precio del petr¨®leo y genere incrementos de los precios? -
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