Brasil quiere dejar su huella en Am¨¦rica
Brasilia aspira a compartir con Washington el liderazgo continental
"El trabajo duro comienza tras la cumbre. Todos sabemos que el futuro de Am¨¦rica Latina depende en buena parte del papel predominante que jueguen los dos pa¨ªses decisivos del hemisferio: Estados Unidos y Brasil. El futuro depende de las relaciones de comprensi¨®n y equilibrio que se construyan entre Washington y Brasilia". El an¨¢lisis de David Rothkopf, experto estadounidense que ocup¨® un alto cargo en el Departamento de Comercio, resume uno de los grandes asuntos que recorre la cumbre de Trinidad y Tobago. ?C¨®mo responder¨¢ la Administraci¨®n de Barack Obama a los intentos de Brasil de imprimir su huella en el continente y de ejercer un liderazgo poco disimulado?
Tradicionalmente, Washington ha intentado aislar a Brasil del resto de Am¨¦rica Latina, buscando relaciones bilaterales, pa¨ªs a pa¨ªs, y haciendo competir a los pa¨ªses latinoamericanos por una posici¨®n de favor o por un trato preferente. Durante d¨¦cadas, EE UU intent¨® apoyarse directamente en M¨¦xico, Brasil, Chile y Per¨² como socios aislados, pero la situaci¨®n en Am¨¦rica Latina, sin ser homog¨¦nea, ha cambiado sustancialmente en los ¨²ltimos a?os. Los 32 jefes de Estado que han acudido a Trinidad y Tobago han sido elegidos democr¨¢ticamente y, sobre todo, Brasil ha ido adquiriendo experiencia y fuerza y reclamando, con discreci¨®n, pero sin dudas, que se le reconozca una posici¨®n predominante.
Lula reuni¨® el a?o pasado a los pa¨ªses latinoamericanos sin contar con EE UU
La mejor opci¨®n de Argentina es 'pegarse' a Brasil como hizo Francia con Alemania
Brasil, asegura Rothkopf, no quiere estar en el mismo plano que Argentina o M¨¦xico, "es una naci¨®n que no quiere ser vista simplemente como el pa¨ªs m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina, sino como un protagonista internacional respetable y respetado". Brasil es ahora mucho m¨¢s sensible a cualquier estrategia estadounidense que pretenda aislarle del continente o que se empe?e en contener su influencia.
La prueba fue la megacumbre convocada por el presidente, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, en diciembre en la costa de Sau¨ªpe, en la que por primera vez asistieron representantes de toda Am¨¦rica Latina y el Caribe, incluida Cuba, sin la presencia de EE UU ni Espa?a. Sau¨ªpe fue una gran demostraci¨®n de la fuerza diplom¨¢tica brasile?a y marc¨® un hito importante, no s¨®lo por el regreso de Cuba a los foros latinoamericanos, sino tambi¨¦n por escenificar la potente reaparici¨®n de M¨¦xico como interlocutor de Brasil.
Obama es consciente de que EE UU necesita recomponer su prestigio en Am¨¦rica Latina, muy deteriorado en la etapa Bush, y de que su oferta de acabar con el unilateralismo no puede ser v¨¢lida s¨®lo para Europa. La forma en la que responda a la nueva posici¨®n de Brasil puede ser muy reveladora. Es seguro que ni Obama, ni ning¨²n presidente de EE UU, va a estar dispuesto a renunciar a su protagonismo en el ¨¢rea americana, entendida de manera global.
"La presencia de otros poderes en Am¨¦rica Latina", dijo Obama en uno de los debates presidenciales, "es m¨¢s notoria debido a nuestra ausencia". La presencia de China, Jap¨®n o, incluso de Rusia e Ir¨¢n, en Am¨¦rica Latina se acentu¨® en la ¨²ltima d¨¦cada en busca de los productos alimenticios y de miner¨ªa que muchos pa¨ªses latinoamericanos, y especialmente Brasil, pueden exportar, en cantidades masivas. Pero esa presencia se hizo todav¨ªa m¨¢s llamativa, como advirti¨® Obama, por la progresiva ausencia de Estados Unidos, absorto en Oriente Pr¨®ximo, Irak y Afganist¨¢n.
Eso, probablemente, es algo que la Administraci¨®n Obama va a querer corregir urgentemente, aprovechando, adem¨¢s, la formidable popularidad del presidente estadounidense en Am¨¦rica Latina y el Caribe, a la que no es ajena su condici¨®n racial. (Hasta el r¨¦gimen de Castro encuentra dificultades para atajar el enorme orgullo que despierta Obama entre los negros cubanos).
Lo que importa saber ahora es si la administraci¨®n estadounidense sigue creyendo que el protagonismo de Brasil puede ser una amenaza para sus propios intereses o si cree posible hacer compatibles las agendas de los dos pa¨ªses, asegura Kellie Meiman, autor de un trabajo sobre las posibilidades de cooperaci¨®n entre Estados Unidos y Brasil. ?sa es una de las preguntas que muchos expertos en Am¨¦rica Latina se est¨¢n formulando estos d¨ªas en los pasillos de Trinidad y Tobago.
El reequilibro de las relaciones entre los dos pa¨ªses m¨¢s grandes de Am¨¦rica, decisivo para la estabilidad democr¨¢tica y econ¨®mica del hemisferio, no est¨¢ exento, sin embargo, de grandes dificultades. Primero, porque para ejercer ese liderazgo Brasil tiene que resolver antes algunos problemas diplom¨¢ticos serios con Paraguay, Bolivia o Ecuador, y porque tiene que lograr, adem¨¢s, que Argentina acepte un dibujo m¨¢s realista de su papel en Am¨¦rica Latina. Argentina, que siempre pens¨® en Brasil como un pa¨ªs "perif¨¦rico", menos educado y m¨¢s desigual, se encuentra ahora con que es Buenos Aires la que ocupa esa posici¨®n secundaria. Absorta en sus problemas pol¨ªticos internos, Argentina tiene enormes dificultades para volver a analizar su papel internacional y para reconocer que, probablemente, su mejor opci¨®n ser¨ªa pegarse a Brasilia, como un d¨ªa Francia se peg¨® a Alemania.
Para Estados Unidos tampoco ser¨¢ f¨¢cil aceptar el liderazgo de Brasil, que rechaza tajantemente cualquier injerencia de Washington en los asuntos internos de los pa¨ªses latinoamericanos, y que se ofrece como interlocutor no s¨®lo en Am¨¦rica Latina, sino en todos los organismos internacionales. Entre medias, los dos pa¨ªses tendr¨¢n que encontrar una soluci¨®n para el futuro de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (a la que no pertenece Cuba, pero s¨ª EE UU, y en la que, dicho sea de paso, Espa?a est¨¢ presionando nuevamente para conseguir un estatus mejor que el de simple observadora) y para el asentamiento de otros organismos sin la presencia de Washington, como el Unasur, que ayuden a Brasil a mantener la estabilidad en la zona.
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