"Barack Obama o yo ¨¦ramos impensables hace una dec¨¢da"
Ahmed Aboutaleb, alcalde socialdem¨®crata de Rotterdam desde hace 100 d¨ªas, deja escapar una sonrisa cuando se le recuerda que su apodo m¨¢s reciente es Aboutama, en honor del presidente de EE UU, Barack Obama. "Los dos tenemos ra¨ªces africanas y somos el producto de una emancipaci¨®n impensable hace una d¨¦cada. Por lo dem¨¢s, es un exceso que me comparen con el l¨ªder de una superpotencia cuyo papel es vital para el resto del mundo. Lo m¨ªo es a peque?a escala". Despu¨¦s habla de la esperanza que le provoca Obama: "A¨²n no me ha decepcionado en nada".
Aunque le cueste admitirlo, una esperanza similar es la fuerza que impulsa su trabajo, tambi¨¦n de pionero. Porque Aboutaleb, de 47 a?os, es el primer regidor musulm¨¢n de una ciudad holandesa —y tambi¨¦n europea— nacido y emigrado de Marruecos. Su elecci¨®n ha marcado un hito en la historia de Holanda, y ¨¦l, que domina su lengua de adopci¨®n, reconoce el riesgo de que su figura oscurezca su misi¨®n. "Parezco un proyecto en m¨ª mismo: el proyecto Aboutaleb. Pero mi plan es mantener a flote Rotterdam y reducir las distancias entre sus casi 600.000 habitantes. Unir es lo m¨¢s importante porque es la mejor forma de crecer".
Su anterior cargo de secretario de Estado de Asuntos Sociales se nota en sus declaraciones.
"He recorrido la ciudad hasta en helic¨®ptero. He comprobado que las diferencias evidentes entre los grupos sociales m¨¢s y menos favorecidos convergen en un mismo ¨¢nimo: ambos tienen miedo. Los holandeses aut¨®ctonos, a perder su identidad al verse en minor¨ªa frente a los llegados de los nuevos pa¨ªses de la UE, y de m¨¢s lejos. Los holandeses nuevos, inmigrantes de hace 20 o 25 a?os, a perder sus ra¨ªces de tanto esforzarse en la integraci¨®n. Como alcalde, mi misi¨®n es acercarlos para reducir esa ansiedad".
En la sala de juntas del Consistorio y rodeado de retratos de las reinas holandesas colgados a gran altura, sus palabras resumen la dura realidad ciudadana. Rotterdam es la urbe patria que m¨¢s est¨¢ sufriendo los efectos de la crisis, con una tasa de paro (8,5%) que dobla la media nacional, que afecta a unas 35.000 personas entre 15 y 64 a?os, lastradas por la falta de estudios.
El puerto de Rotterdam es el mayor de Europa y el segundo del mundo, despu¨¦s de Singapur, y ha atra¨ªdo a gran n¨²mero de trabajadores con escasa formaci¨®n. "Muchos adolescentes abandonan la escuela sin un t¨ªtulo de grado medio. Acaban por ah¨ª, sin hacer nada. O bien delinquiendo y en las drogas", asegura el alcalde.
La educaci¨®n es una de sus prioridades en una ciudad con 120.000 habitantes de entre 16 y 21 a?os. Y con 175 nacionalidades y 60 credos distintos. De nuevo, Aboutaleb aplica la serenidad que exhibe en momentos cr¨ªticos para echar mano de otra receta regeneradora. "No he observado islamofobia, pero s¨ª hay tensi¨®n social. Hay que evitarlo. La ecuaci¨®n ganadora ser¨ªa lograr una sociedad estable y con confianza, que genere bienestar".
S¨®lo cuando se menciona la pol¨¦mica sobre su lealtad a Holanda, el aplomo da paso a cierta resignaci¨®n. Todo es por su doble pasaporte, marroqu¨ª y holand¨¦s, que le ha valido la invitaci¨®n de la derecha radical a abandonar el pa¨ªs. Su respuesta suena muy medida, a la vez que sincera. "No tiene que ver con el pasaporte. Mi elecci¨®n como alcalde es un signo de confianza por parte de esta sociedad. Es reconocer que lo importante es lo que puedas hacer por el lugar del que te sientes parte". Un pensamiento muy kennediano, otro de los presidentes de Estados Unidos al que Aboutaleb parafrasea tal vez sin notarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.