Cheney vuelve a escena
Rompiendo una tradici¨®n pol¨ªtica norteamericana, el vicepresidente de la era Bush, Dick Cheney, no ha tenido inconveniente en realizar unas declaraciones cr¨ªticas con Obama. En concreto, con la decisi¨®n de hacer p¨²blicos cuatro memorandos del Departamento de Justicia en los que se ofrec¨ªan argumentos para justificar legalmente la tortura. Cheney ha se?alado que la publicaci¨®n de los memorandos es una decisi¨®n que se queda a medio camino entre la opacidad y la transparencia. A su juicio, la nueva Administraci¨®n tendr¨ªa que haber publicado tambi¨¦n la lista de los m¨²ltiples atentados terroristas que, supuestamente, se habr¨ªan logrado impedir gracias a la informaci¨®n obtenida con torturas.
S¨®lo as¨ª, y siempre seg¨²n Cheney, los norteamericanos podr¨ªan juzgar sobre el acierto o el error de las pr¨¢cticas amparadas en la guerra contra el terror. Lo contrario es tanto como predisponerlos contra un Ejecutivo que actu¨® en estado de necesidad y que, sin embargo, habr¨ªa logrado ahorrarles el sufrimiento de nuevas matanzas.
Por m¨¢s que Cheney trate de interpretar como una muestra de opacidad, cuando no de ingratitud, la publicaci¨®n de los cuatro memorandos, lo cierto es que sus argumentos s¨®lo son variaciones m¨¢s o menos dolientes del escalofriante principio de que el fin justifica los medios. Como buen adepto de ¨¦l, Cheney intenta poner el acento en los casos de tortura que permitieron conocer datos decisivos para impedir atentados, si es que esos casos existieron. Pero evita referirse a otros casos en que ciudadanos inocentes fueron torturados por error. Si Cheney se ha convertido en un ap¨®stol de la transparencia, quiz¨¢ deber¨ªa exigir que se publicara no s¨®lo la lista de lo que para ¨¦l fueron aciertos, sino tambi¨¦n la de lo que s¨®lo fueron in¨²tiles cr¨ªmenes de Estado.
Sorprende, con todo, la escasa confianza que Cheney muestra hoy en los argumentos legales que contemplan los cuatro memorandos para justificar la tortura. Si tuviera en ellos tanta fe como cuando era vicepresidente, no habr¨ªa necesitado llamar en su socorro la coartada de la eficacia. Bastar¨ªa con que hubiera regresado al escenario para decir que considera la tortura tan legal ahora como pod¨ªa serlo entonces.
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