El ocaso de la doctrina Monroe
La V Cumbre de las Am¨¦ricas reci¨¦n celebrada en Trinidad y Tobago tuvo un desarrollo convencional y una conclusi¨®n disonante, pero un alcance eventualmente alentador. La clausura del encuentro fue el cierre simb¨®lico de tres procesos hist¨®ricos diferentes.
En primer lugar, parece que se acent¨²a el ocaso de la doctrina Monroe. En efecto, el retraimiento de Washington respecto a Latinoam¨¦rica en el comienzo del siglo XXI fue notorio, mientras el avance de China en Am¨¦rica Latina es elocuente. Rusia parece dispuesta a retornar al ¨¢rea, al tiempo que Ir¨¢n, India y Sur¨¢frica se proyectan activamente hacia la regi¨®n. Los cinco -Pek¨ªn, Mosc¨², Teher¨¢n, Pretoria y Nueva Delhi- procuran, como proveedores en unos casos y consumidores en otros, reforzar los lazos en materia energ¨¦tica y alimenticia en el marco de la revalorizaci¨®n de las pugnas estrat¨¦gicas en torno a los recursos vitales.
Con su actitud en Trinidad y Tobago, Obama confirma la emancipaci¨®n de Am¨¦rica Latina
EE UU necesita hoy m¨¢s de sus vecinos del sur que ¨¦stos de Washington
Cabe a?adir que, en medio de la languidez de las cumbres iberoamericanas y de aquellas entre Latinoam¨¦rica y el Caribe y la Uni¨®n Europea, desde 2005 se han llevado a cabo dos cumbres Suram¨¦rica-Pa¨ªses ?rabes y una cumbre Suram¨¦rica-?frica. Al inter¨¦s en la regi¨®n de estos actores estatales hay que sumar la variedad e intensidad de lazos de actores no gubernamentales (partidos pol¨ªticos, organizaciones civiles de diversa ¨ªndole, movimientos antiglobalizaci¨®n, comunidades religiosas, grupos transnacionales criminales, entre otros) con Latinoam¨¦rica. Adicionalmente, han crecido los cuestionamientos frontales a Estados Unidos y han surgido Gobiernos manifiestamente cr¨ªticos con Washington.
Frente a lo anterior, la Casa Blanca durante el Gobierno de George W. Bush no pudo hacer mucho por imposibilitar, neutralizar o revertir ese despliegue de actores extrahemisf¨¦ricos, as¨ª como los gestos de distanciamiento o desaf¨ªo provenientes de la regi¨®n. En ese contexto, la Administraci¨®n de Barack Obama no parece inclinada a reconstruir a la fuerza la maltrecha doctrina Monroe.
En segundo lugar, la cumbre explicit¨® la decidida urgencia (de la regi¨®n) y la relativa voluntad (de Washington) de terminar la vieja guerra fr¨ªa y no iniciar una nueva. En efecto, la guerra fr¨ªa concluy¨® en gran parte del mundo y dif¨ªcilmente va a reanudarse: Rusia es un actor insatisfecho, pero no revisionista, mientras China, como lo demuestra su comportamiento ante la actual crisis econ¨®mica, contin¨²a su ascenso como un poder moderado y pragm¨¢tico. El ¨²nico lugar donde sobrevive la guerra fr¨ªa, y puede a¨²n recalentarse, es Am¨¦rica Latina. El embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba y la persistencia de una obsesi¨®n geopol¨ªtica con la isla no pueden preservarse m¨¢s por razones ¨¦ticas ypr¨¢cticas. Evitar una nueva guerra fr¨ªa entre Washington y Caracas resulta imperativo: la inestabilidad que se producir¨ªa en la regi¨®n en el evento de una exacerbaci¨®n incontrolada de las tensiones entre EE UU y Venezuela ser¨ªa de enorme peligro para Latinoam¨¦rica y de consecuencias imprevistas para Washington.
El resultado de la V Cumbre es el comienzo de un tibio adi¨®s a la guerra fr¨ªa respecto a Cuba y una hostilidad en suspenso entre Estados Unidos y los pa¨ªses que hoy impugnan su liderazgo continental y global.
En tercer lugar, el encuentro de Puerto Espa?a demostr¨® el fin de un tipo determinado de cumbre. La principal raz¨®n de ser de los sucesivos c¨®nclaves -Estados Unidos (1994), Chile (1998), Canad¨¢ (2001) y Argentina (2005)- fue cimentar las bases pol¨ªticas para la concreci¨®n de un ?rea de Libre Comercio de Am¨¦rica (ALCA). Cuando el 1 de enero de 2005 -meses antes de la IV Cumbre de Mar del Plata- no se materializ¨® el ALCA, esa meta perdi¨® sentido. Desde antes de esa fecha Estados Unidos emprendi¨® acuerdos de comercio binacionales (Chile, Per¨², Colombia, Panam¨¢) y con subregiones (Centroam¨¦rica m¨¢s Rep¨²blica Dominicana).
Despu¨¦s del estallido de la crisis financiera de 2008 dif¨ªcilmente se puedan presentar condiciones dom¨¦sticas para que EE UU auspicie un gran acuerdo comercial hemisf¨¦rico. Mientras tanto, la opci¨®n opuesta -la Alternativa Bolivariana para Am¨¦rica Latina y el Caribe (ALBA)- no concit¨® la adhesi¨®n de los pa¨ªses m¨¢s grandes del ¨¢rea; lo cual deja a las cumbres de las Am¨¦ricas en una suerte de laberinto existencial.
De hecho, la declaraci¨®n de Trinidad y Tobago exhibi¨® los l¨ªmites de una agenda positiva y convergente en el continente. El texto no recibi¨® un apoyo un¨¢nime. M¨¢s a¨²n, el documento final hace afirmaciones sobre una amplia gama de asuntos y problemas: cuando todo es importante nada es prioritario. Tal como ha ocurrido con otras cumbres hemisf¨¦ricas y extracontinentales, hay una inflaci¨®n de referencias tem¨¢ticas y una devaluaci¨®n de compromisos espec¨ªficos. Finalmente, una vez colapsada la idea del ALCA y ante la obnubilada preferencia de EE UU por tratar cuestiones cruciales (drogas, migraci¨®n, etc¨¦tera) de modo bilateral, las cumbres americanas tienen graves dificultades de aglutinar los esfuerzos humanos, financieros y administrativos necesarios para seguir adelante. En buena medida, el reto ser¨¢ precisar un temario acotado y relevante. En su estado actual las cumbres han perdido foco, alcance y consenso.
Ahora bien, una v¨ªa alternativa para recuperar iniciativa con el prop¨®sito de definir temas de inter¨¦s compartido, con el fin de tramitarlos institucionalmente y, a su vez, con el objeto de hacer efectiva la menor condescendencia de EE UU con Latinoam¨¦rica, es acordar un relanzamiento de las instituciones interamericanas y vigorizar aquellas expresamente regionales. Esto significa que los ¨¢mbitos y asuntos continentales deben ser vistos como un sistema m¨²ltiple y complejo. Las instancias colectivas -la Organizaci¨®n de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo- deber¨ªan seriamente robustecerse. Al tiempo que mecanismos del ¨¢rea -el Grupo de R¨ªo como principal foro de concertaci¨®n diplom¨¢tica y un potencial organismo regional para manejar la cuesti¨®n de las drogas- y dispositivos zonales -el Consejo Suramericano de Defensa como nuevo ¨¢mbito pol¨ªtico-militar y el Banco del Sur como eventual banco de desarrollo suramericano- deber¨ªan naturalmente activarse.
En esta arquitectura de instituciones de diferente orden que coexisten y no se entorpecen, manteniendo simult¨¢neos niveles de comunidad y autonom¨ªa, las cumbres de las Am¨¦ricas podr¨ªan contemplarse como un marco de encuentro para tratar alg¨²n asunto muy puntual (por ejemplo, el medio ambiente) o en el evento de coyunturas especiales (por ejemplo, una crisis de envergadura) que as¨ª lo demanden.
Asistimos a un momento infrecuente en las relaciones interamericanas: pocas veces se han presentado tantas condiciones concurrentes para que Latinoam¨¦rica reduzca la subordinaci¨®n respecto de Estados Unidos. La oportunidad est¨¢ presente; su buen o mal uso depende, en mayor grado, de Am¨¦rica Latina. Esto se produce en un contexto en el que sobresalen m¨²ltiples mandatarios con vocaci¨®n transformadora y visi¨®n estrat¨¦gica. Casi todos los hombres y mujeres al frente de los Ejecutivos en la regi¨®n poseen un perfil orientado por el cambio, independiente de la mirada ideol¨®gica de cada uno.
Por ¨²ltimo, EE UU parad¨®jicamente necesita hoy m¨¢s de Latinoam¨¦rica que ¨¦sta de Washington: la importancia del electorado "hispano" crece; temas como el narcotr¨¢fico que entrelazan el continente no se pueden resolver seriamente con m¨¢s prohibici¨®n; la energ¨ªa procedente del ¨¢rea sigue siendo segura; desde la regi¨®n no hay amenazas del terrorismo transnacional ni actores con armas de destrucci¨®n masiva. Aunque parezca exagerado, en el futuro ser¨¢ Washington el que deba ajustar mejor sus pol¨ªticas hacia Latinoam¨¦rica: no hacerlo incrementar¨¢ la propensi¨®n en la regi¨®n a deso¨ªr sus prescripciones y deslegitimar sus acciones. En ese sentido, la V Cumbre significa posiblemente el fin de una ¨¦poca y el inicio, ojal¨¢ promisorio, de una nueva era en las relaciones interamericanas.
Juan Gabriel Tokatlian es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andr¨¦s (Argentina).
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