"Lo que Franco prohib¨ªa, aqu¨ª estaba permitido"
Prohib¨ªan besar a las chicas en la calle, pero en el Caf¨¦ Gij¨®n hab¨ªa hasta cambio de parejas. Y de todo vio aqu¨ª Onofre Villa, que acaba de jubilarse de camarero del caf¨¦ m¨¢s popular de Espa?a. Tiene 66 a?os. Tanta comida que ha dado le ha quitado las ganas de hablar de platos, as¨ª que come con apetito una lubina del Cant¨¢brico y nos ve comer una (excelente) chuleta de ternera ("de ?vila, de lo mejor") como si a¨²n fuera un camarero, mirando, pero como si fuera otro quien come. "?Pagar aqu¨ª? ?Ni se te ocurra!". Y nos invitan, al antiguo camarero y al periodista.
Est¨¢bamos almorzando junto a uno de los ventanales, cerca de donde se sentaba la tertulia de Gerardo Diego ("qu¨¦ hombre tan serio, una esp¨¢tula"). Dej¨® el caf¨¦, y los parroquianos (P¨¦rez-Reverte, Vicent, Julio Llamazares, Ra¨²l del Pozo, magistrados, fiscales, pol¨ªticos, ex ministros, ministros...) se han dirigido al Gobierno para que le rinda homenaje a su esfuerzo. La Medalla del Trabajo, por lo menos.
El veterano camarero del Caf¨¦ Gij¨®n guarda en su memoria todas las tertulias posibles
Aunque lo que ¨¦l quiere es que le recuerden, y recordar. Entr¨® aqu¨ª despu¨¦s de una excursi¨®n que le llev¨®, a los 16 a?os, de Bo?ar, en Le¨®n, hasta el Hotel Victoria, a trabajar. "En casa hab¨ªa 16 bocas". Y dos mellizos nacieron muertos. La madre era religiosa, el padre de izquierdas, "y ella escuchaba al cura: los hijos los manda Dios", y ella le cre¨ªa.
Hab¨ªa que trabajar. Ahora que ya se gan¨® el descanso ("?ni te digo los millones que he cotizado a la Seguridad Social!"), recuerda este refr¨¢n: "Si quieres ser feliz un d¨ªa, c¨¢sate; si quieres ser feliz un d¨ªa, emborr¨¢chate. Y si quieres ser feliz toda la vida, hazte jardinero". Y cultiva un jard¨ªn en su casa de la sierra.
Vio y escuch¨® de todo, incluso lo que no se pod¨ªa escuchar. En el Gij¨®n se ha ligado mucho, cuando Franco y despu¨¦s, "y lo que estaba prohibido con Franco aqu¨ª estaba permitido". Escuch¨® las tertulias de Gerardo Diego, la de Vicent, la de Buero Vallejo, escuch¨® a Mariano Peraile y la tertulia unamuniana Contra aquello y esto... En los tiempos de Franco ven¨ªa cada d¨ªa, por la ma?ana, de once a una, una tertulia de generales, "daban miedo, nadie se atrev¨ªa a toser". Hasta que uno de aquellos entorchados dio un golpe en la mesa, "se movieron las tazas, los ceniceros, los platos, y se hizo un silencio de muerte, se escuchaba el viento". ?Y qu¨¦ pas¨®? "Nada, qu¨¦ iba a pasar, nunca pasaba nada".
Iba, cuando ya estaba marginado por el general¨ªsimo, el general Mu?oz Grandes, que se sentaba en la terraza. "Un d¨ªa le dije, porque yo era el ¨²nico al que la secreta dejaba que se le acercara: 'Usted s¨ª que tiene cojones para enfrentarse a Franco'. Le gust¨® que se lo dijera".
La jubilaci¨®n le ha cogido fuerte, recordando con entusiasmo las ¨¦pocas brillantes del Gij¨®n, que coinciden con explosiones femeninas que no se le van de la cabeza. Tiene recuerdos muy afectuosos para Umbral y para Fern¨¢n-G¨®mez, "mienten quienes dicen que eran antip¨¢ticos", y no tan afectuosos para Cela o para Gonz¨¢lez Ruano, ambos "bastante estirados".
Onofre al fin nos ha dicho: "Olv¨ªdate de lo que quieras, pero no te olvides de nombrar a Jos¨¦ B¨¢rcena. Me he ido yo, pero aqu¨ª est¨¢ el gran B¨¢rcena". B¨¢rcena es su colega, y es escritor: prepara las memorias del Gij¨®n.
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