La arrogancia del poderoso
La dureza forma parte del f¨²tbol, as¨ª que no se trata de pedir lo imposible. Los nervios tambi¨¦n existen, y pueden traicionar a cualquiera. Se juega bajo una enorme presi¨®n, y m¨¢s el Real Madrid ahora, que no puede permitirse perder ni un solo punto. Lo de Pepe en el partido contra el Getafe forma parte, sin embargo, de otro orden de cosas. El acta arbitral lo reflej¨® as¨ª: "Empuj¨® a un contrario y, una vez en el suelo, le propin¨® una patada". Lo que se ve en las im¨¢genes televisadas es m¨¢s bien un hurac¨¢n humano que arrolla a un rival con el que se ensa?a cuando est¨¢ en el suelo.
No qued¨® ah¨ª la cosa. Hubo tambi¨¦n un pu?etazo (a otro rival) e insultos al cuarto ¨¢rbitro. "No s¨¦ qu¨¦ me ha pasado", dijo Pepe, que pidi¨® perd¨®n. Es lo m¨ªnimo. ?De d¨®nde viene, entonces, esa furia en un jugador que, dicen, pasa por ser uno de los m¨¢s entra?ables de la plantilla blanca? "El f¨²tbol es un deporte de contacto", dec¨ªa en una entrevista reciente en este peri¨®dico. "Ahora, un partido del Madrid no tiene menos de ocho c¨¢maras. Te pillan en cualquier situaci¨®n y te pueden complicar la vida".
Defender es una tarea en la que, por as¨ª decirlo, se corren m¨¢s riesgos de ser descort¨¦s. Hay que parar a tipos que hacen diabluras con el bal¨®n y hay que pararlos sea como sea. Por eso dice Pepe que el f¨²tbol es un deporte de contacto, porque a veces se te puede escapar la pierna, puedes precipitarte y hacer da?o, y te pueden pillar por televisi¨®n. Pero eso no tiene nada que ver con arremeter contra el rival ca¨ªdo convirtiendo las botas en proyectiles demoledores, con riesgo de romperle la cabeza.
Hace ya unos cuantos partidos se coment¨® un gesto prepotente que Pepe le hizo a Garmendia, el jugador del Athletic de Bilbao. Desliz¨® con velocidad el pulgar sobre el dedo ¨ªndice para referirse con descaro al dinero, y quiso as¨ª humillar a su enemigo por el procedimiento de despreciarlo por ganar un sueldo mucho menor. Es de esa arrogancia de donde seguramente viene la brutalidad con que trat¨® a Casquero, el jugador del Getafe, y no tanto de la teor¨ªa del f¨²tbol como deporte de contacto. Y esa arrogancia tuvo, por cierto, su lamentable corolario en la actitud de Marcelo: se dirigi¨® a sus rivales y les sac¨® la lengua con insolencia.
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